- ¿Y mi marido? – preguntó con esperanza.

- Tiene un buen abogado y lo va a necesitar.

- Él solo pretendía proteger a la familia.

- Si quiere usted creer eso...

- ¡Explíquese! – casi le ordenó María comenzando a descomponerse.

Evelyn llegaba en ese instante e Isabel le indicó con la mano que se marchara de nuevo. Su compañera obedeció comprendiendo que la conversación era importante.

- No se altere y acompáñeme a la biblioteca allí estaremos más tranquilas y podremos hablar con calma.

María la siguió con desgana, molesta por la familiaridad con que se movía en la casa de su hija y al mismo tiempo asustada y preocupada. Convencida de que lo que iba a revelarle no le agradaría en lo más mínimo.

En el dormitorio, Natalia sonreía por primera vez desde que Vero se quedara a solas con ella.

- Así me gusta, que sonrías. La risa es la mejor medicina para el cuerpo y el alma.

- Contigo es fácil hacerlo. Me gustaría poder recordarte como... como recuerdo a otras personas.

- Ya lo harás, y si no, no te preocupes, así tenemos la ocasión de redescubrirnos de nuevo.

- Porqué me acuerdo de unas cosas y no de otras. Sabía quien eran mis padres y ni siquiera sabía que cara tenía yo.

- Es normal, ahora mismo tu cerebro es como un gran álbum de fotos, con páginas en blanco y otras llenas de recuerdos. Tu mente lo hojea continuamente y a veces ves esos recuerdos y otras veces, solo tienes delante esa hoja en blanco.

- Y esas hojas, ¿alguna vez... estarán llenas de fotos?

- Lo estarán, y ya has comenzado a comprobarlo. Es cierto que te costará más recordar los últimos tiempos y quizás haya cosas que no recuerdes nunca.

- Es algo que... me provoca tanta angustia.

- Tienes que tener paciencia. Y yo... puedo ayudarte.

- ¿Cómo?

- Te visitaré todos los días, te contaré como era tu vida, tu día a día, iremos a los lugares que frecuentábamos... te hablaré de todo lo que sientas curiosidad por saber...

- Adela me dijo que tú preferías que recordase por mí misma.

- Cierto. Es así. Pero también le dije que hay cosas que debes conocer.

- ¿Cómo que hay alguien que ha intentado matarme?

- ¿Te han contado eso?

- Sí – bajó la voz – y yo... yo... hay veces que las personas me provocan sensaciones que no comprendo y... que me asustan.

- ¿Te refieres a que... las temes?

- Algo así.

- Deberías haberle hablado a Isabel de ello.

- No. No pienso hacerlo. Solo son... sensaciones... no...

- ¿Con quién te ocurre? – su insistencia la extrañó y la hizo recular.

- No. Si... ha sido solo un par de veces... y... no es nada.

- Confía en mí. Te ayudaré a superar esas sensaciones negativas. Pero no puedo hacerlo si no me dices quienes te las provocan.

La ClínicaWhere stories live. Discover now