Cuando Adriel estuvo en mi habitación hace unas horas por accidente se le cayó su collar y lo encontré ya que el se había ido, había decidido quedarmelo pero eso significaba robar y yo no robo.

Bueno, en otras ocasiones talvez lo haría. Solo si es necesario.

Sin detenerme a pensarlo mucho, salí de mi habitación con la cadena en mis manos y me detuve frente a la puerta que pertenecía a la habitación de Adriel. ¿Qué estará haciendo en estos momentos?
Sin dudarlo toque a su puerta pero el Kast noe habría.

Sabiendo que podría estar invadiendo su privacidad tome la manilla de la puerta con mis manos y la giré. Empuje la puerta con mis manos y cuando entre lo primero que escuche fue el agua cayendo.

Seguí el camino que llevaba hasta el baño, dónde se escuchaba el agua caer. La puerta estaba entreabierta y tampoco lo pensé mucho cuando ingresé completamente al baño.

Al momento se me seco la garganta.

La ducha era de vidrio y desde donde estaba podía verlo. Estaba dándome la espalda. El agua caía por todo su cuerpo. Su cabeza agachada con ambas manos contra el vidrio. Y se veía, se veía como la perfección personificada. Mi vista se quedó fija en sus músculos que se contraían en su espalda. En un tatuaje que le adornaba en esa misma zona que no había visto pero que era fascinante. Estaba completamente desnudo y cuando baje la vista me encontré con ese perfecto trasero que sabía que tenía. Dios, parece una gran obra de arte y no podía dejar de ver cada parte de su cuerpo.

Literalmente como un hechizo.

Podía estar horas viendo como las gotas cristalinas de agua se deslizaban por todo su cuerpo, ver cómo su cabello pelinegro se pegaba a su cuello, ver cómo parecía un dios cada que hacía su cabello hacia atrás, podía estar horas ahí parada y nunca me cansaría.

Y la garganta se me seco mucho más cuando me dí cuenta que tarareaba una canción, no pude llegar a escuchar que canción era porque me dedique solo a escuchar su voz, se escuchaba baja. Ronca. Tan adictiva. Tan sensual. Tan adictiva y perfecta. Con esa voz cualquiera se enamoraría de semejante hombre.

Mierda, me había puesto más caliente que un horno con esa magnífica vista.

—¿Por cuánto tiempo piensas quedarte viéndome, Lilith?

Pregunto sin siquiera voltearse a verme. No se había girado en ningún momento y a un así sintió mi presencia.

—Debo de admitir que es una buena vista—le dije. A Adriel se le escapó una risita de esas que te ponen los pelos de punta y que a mí me fascinaba.

—Podría ser mejor si estuvieras más cerca, y finalmente poder darte lo que quieres.

Nisiquiera dude un segundo en hacer que mis pies se moviesen hasta él dejando la cadena en el suelo. Sin importarme en lo más mínimo si el vestido que llevaba puesto se mojaba o no porque así fue como me metí a la ducha quedando detrás de él. Y como estaba muy embelesada hace unos segundos no me fijé en las cicatrices de su espalda que justo en este momento me dí cuenta que tenía. Parecía que habían dolido mucho.

—¿Qué es lo que quiero?—susurre y en ese momento Adriel se dió la vuelta para quedar justo enfrente de mí y clavó su mirada en la mía.

Adriel curvo la comisura derecha de su boca en una sonrisa sexy, demoníaca y peligrosa.

INFIERNO PERFECTO © ✓ Where stories live. Discover now