Capítulo 2

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CAPÍTULO 2

[Demonios disfrazados de ángeles]

LILITH

Mi mirada estaba clavada aún en los tres hombres que tenía al enfrente mío. Me veían como depredadores apunto de cazar a su presa, en mi caso yo sería la presa, pero jamás me dejaría cazar.

En estos momentos me gustaría tener el poder de leer las mentes y saber lo que pasa en esas tres cabezas, pero por desgracia eso solo pasaba en las películas y libros, claro, ¿Qué estarán pensando de mí? Estaba completamente segura de que justo ahora estaban buscando la manera de matarme, y no los juzgaba, también mataría a alguien que me viera asesinando, sería mi primera y última opción.

No sería justo pero solo por mi seguridad lo haría.

Mi mirada no se iba de ellos ni aunque quisiera, ¿Qué me pasaba? No podía dejar de verlos, maldita sea, son tan jodidamente atractivos.

Si me llegaran a decir que la belleza es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica, diría que están totalmente equivocados, porque todo sinónimo de belleza está justo frente a mí, joder.

Ahora que estábamos frente a frente podía observarlos más detalladamente. Uno de ellos tenía el cabello rubio cómo el trigo que brillaba a la par con la luz de la luna, a diferencia de los otros dos que mantenían sus cabellos negros cómo la oscura noche. Los tres eran altos, muy altos, tan altos que podrían llegar a alcanzarme un libro de la estantería más alta de una biblioteca si así se lo proponían. Sus ojos negros que hipnotizaban a cualquiera que mirasen aún me penetraban. La extraordinaria piel blanca que mantenían estaban ligeramente manchados de gotas de sangre que los hacía ver incluso más lindos que antes. Tenían fracciones duras y a simple vista podías ver lo tensa que estaban sus definidas mandíbulas ante la situación que estábamos pasando. Complexión fuerte y musculosa, parecían de otro mundo sin duda.

Tenían un semejante parecido ¿Serán hermanos?

Toda su aura gritaba peligro.

Y que casualidad, lo peligroso era lo mío.

—¿Qué has visto?—preguntó de pronto uno de ellos, el rubio para ser exactos, sacándome totalmente de mis pensamientos con semejante voz que resonó por el bosque.

No contesté, seguro parecía una completa boba por estar mirándolos más de lo debido, pero no es de todos los días encontrarse a tres semejantes hombres asesinando y había que admirar las grandiosas vistas que me ofrecían.

—¿Qué has visto?—volvió a preguntar, está vez con un tono más demandante en su voz

—Lo suficiente—dije segura de mi respuesta y de mi persona alzando un poco el mentón para darles a entender que ellos aquí no eran los que tenían el poder y no podían intimidarme así de fácil, les costaría.

—¿Por qué no estás asustada?—inquirió cambiando su voz, pasó de estar demandante a confundido por mi faceta de alguien que no le tiene miedo a gente asesinando porque yo era igual, claro.

—¿Debería?—pregunté está vez yo sin inmutarme cuando uno de ellos empezó a acercarse.

Nadie dijo nada después de eso. En simples segundos ya lo tenía frente a mi. Podía distinguirlo mucho mejor y ver cómo sobresalían de su cuello algunos tatuajes que le daban el toque de chico malo y desastroso. Tenía un piercing en una de sus cejas, el pequeño metal ahí lucía extremadamente genial en él.

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