Sintió que por fin las lágrimas corrían por sus mejillas. No podía confiar en nadie. ¡En nadie! Ahora entendía ese interés desmedido de su madre porque, tras el accidente de Ana, ella regresara a su trabajo, regresara a Madrid. Movió la cabeza de un lado a otro, sacudiendo esos pensamientos, estaba confundida y el pecho le dolía cada vez más. "No puedo respirar, no puedo respirar, tengo que salir de aquí, tengo que saber la verdad". Con las manos apoyadas en el borde de la cama, a ambos lados de sus inertes piernas, la vista clavada en el suelo, dejó escapar un sollozo que alertó a sus acompañantes.

- Nat... - susurró Vero saltando de su sillón creyendo que iba a bajarse de la cama – cuidado.

- ¡Nat! – Claudia se levantó con rapidez y llegó antes a sujetarla – ¿cuánto tiempo llevas aquí sentada? estás helada, vamos échate.

- No – se negó con rotundidad – quiero salir de aquí... quiero irme...

- Tranquila, tienes que estar echada, vamos – intentó coger sus piernas y subirla de nuevo a la cama.

- Me cuesta respirar... no quiero estar tumbada... me duele la espalda.

- Espera que yo te cambio las almohadas – Vero se mostró solícita – pero tienes que hacer caso a Claudia.

- No... quiero llamar, tengo que llamar... a Alba y... a casa... yo... - comenzó a sollozar y Claudia la abrazó – lo siento... lo siento... perdón... lo siento...

- Chist, tranquila, tranquila...

- Nat, venga échate – Vero la empujó con suavidad.

- ¡No! quiero llamar.

- Ya lo harás por la mañana, no son horas de llamar a nadie.

- Tengo que llamar – su tono desesperado y su mirada angustiada convencieron a Vero.

- Nat, tienes el ritmo un poco acelerado aún – intervino Claudia mirando al monitor – es mejor que te eches y descanses, ya llamarás mañana.

- Claudia estoy bien, solo necesito aire y... llamar por teléfono. ¡Quiero llamar por teléfono! ¡quiero llamar!

- No debes salir de la cama, tienes que...

- Dame mi móvil, dadme mis cosas, tengo que llamar tengo que... quiero mi silla y – se miró el dorso de la mano, ni siquiera había reparado en ella - quítame esto.

- Nat, estate quieta que te vas a hacer daño. No te quites la vía.

- Quiero irme – sus ojos se llenaron de lágrimas - quiero irme de aquí ¡ya!

- Nat... - Claudia iba a protestar cuando ante su sorpresa Vero estaba buscando el móvil de Natalia entre sus cosas y le acercaba la silla.

- Muy bien, vamos a dar un paseo – Vero le habló con calma – pero luego me prometes que te vuelves a la cama.

- Sí – aceptó – gracias Vero, ¿me ayudas? tengo que vestirme y... ¿mi ropa? Yo... lo siento... la ropa... yo – enrojeció recordando lo que sucediera la tarde de antes.

- Te hemos traído ropa limpia. Adela ha ido a tu casa y ha cogido algunas cosas.

- Ade... ¿dónde está?

- De guardia en el campamento, pero vendrá por la mañana.

- ¿Y Alba? ¿dónde está Alba? – preguntó recordando repentinamente lo que le contaron - me dijiste que había ido a por café.

La ClínicaWhere stories live. Discover now