Cap 4 • Inesperadamente

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UN CIGARRILLO
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Pasa la mañana... entra la tarde... cae la noche. Siempre es la misma rutina monótona donde no siento nada prospero en mi vida, desperdicio mi tiempo pensando cosas que me hacen daño y no se como evitarlo, trato pero siempre vuelvo a caer, es un circulo vicioso.

Ha pasado casi un mes desde que cambié de escritorio y Sadie sigue sin hacerme caso. Podría quitarle su mochila y no sucedería nada.

Y aunque no nos hablemos he notado que llega a clase más o menos un cuarto de hora después que yo, tira la mochila al suelo y luego, sin siquiera quitarse la chaqueta cruza sus brazos sobre el escritorio y apoya en ellos la cabeza. Cuando lo hace le veo únicamente su pelo pelirrojo y percibo el olor a frío combinando con flores que emana de su chaqueta la misma que han recalcado las estúpidas de la clase que no tiene estilo y está desgastada. Me ofende el que digan eso pues hace tiempo yo le regale una a Thom. Recuerdo que cuando se la di, el con alegría me dio un abrazo y negó con la cabeza, risueño, pues el deseaba una así desde hace tiempo.

Miro que saca un cuaderno y lápices. Sadie Dibuja muchísimo, es muy buena en arte, y que conste que no soy el único que lo piensa. El profesor le pidió un día que hiciera la caricatura de un personaje, y eligió la reina de corazones, con el dibujo en la mano le dijo que estaba muy bien a la vez que la miraba fijamente, y que luego repitió para sí mismo «muy bien, Sadie».

Paso la mañana hasta que el timbre del recreo suena, estoy tan cansado y sin ganas que daría lo que fuese por irme a casa. El colegio se siente más tedioso cuando el no está aquí, no río como cuando estaba con el. Así que se me cruza un pensamiento de irme. Al hacer ademán de levantarme para marcharme. Sadie se vuelve inesperadamente y me pide un cigarrillo. La miro y estoy a punto de decirle que repita lo que ha dicho, no vaya a ser que sus palabras sean fruto de mi imaginación. Yo fumo poquísimo por la natación, pero siempre compro tabaco porque me resulta incómodo tener que pedirlo.

Confío en que no se dé cuenta de que me ha sorprendido. Me acomodo y me inclino para poder alcanzar la mochila, la abro y agarró el paquete, me levanto y se lo tiendo con fingida indiferencia y espero a que agarre uno. No necesito mirar alrededor para saber que nos observan, hasta yo estoy incrédulo. Apenas me lo devuelve, lo meto de nuevo en la mochila rápidamente y aún con mi plan en mente salgo de clase para irme.

Tras cruzar el umbral intento desaparecer entre los estudiantes que abarrotan el pasillo. ¿Me ha dado las gracias? No lo sé, tal vez sí, con una ligera inclinación de la cabeza. Sea como fuese lo que es seguro es que ni siquiera me ha mirado. ¿Adónde irá a fumar? ¿Al baño? ¿Al patio? Bah.

Me hago muchas ideas en mi cabeza y le doy importancia a Sadie cuando solo me ha pedido un cigarrillo, no ser amigos.

Hace tiempo empecé a fumar, se que no es lo más sano pero al inhalar y sentir el humo en mi sistema, me siento que vivo, que existo, me hace ser consciente de todo.

PESADUMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora