Capítulo 31: Matrícula de honor

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Una congregación de susurros y murmullos albergaban el enorme salón de actos. Todas las clases habían acudido a la charla de fin de curso donde se despedía al alumnado de segundo de bachiller. Los familiares de ambas clases también se encontraban en aquel lugar, mientras que los del resto de cursos aguardaban a que el baile diera comienzo.

Para la mayoría de los allí presentes, la presentación del director era un verdadero sopor. Era inevitable fingir prestar atención mientras sus mentes navegaban hacia cualquier lugar que no fuesen las palabras de aquel hombre. Había quienes inevitablemente no dejaban de imaginar qué habría inventado el último curso para realizar la gran apuesta en el baile, como los que habían terminado su primer año en el instituto o quienes al siguiente entrarían en segundo de bachiller. También estaban quienes contaban las horas para la llegada del baile para disfrutar de este en compañía de esa persona especial o bailar como si no hubiera un mañana junto al resto de sus amistades. Aunque también había gente como Paloma, que las horas no las contaba para que diera comienzo la fiesta, sino para que llegase a su fin y estudiar para la PAU como sin cesar. Los exámenes de clase habían finalizado, pero aún quedaba ese gran desafío que determinaría e influiría en la elección de las carreras que cursarían.

―Mañana me levanto a las nueve en vez de a las siete para repasar ―le comentaba Paloma a Elías mientras hacían caso omiso al director―. No sé cómo recuperar esas dos horas de estudio. He pensado que quizás podría acostarme todos los días media hora después para no perderlas.

―Paloma, ¿por qué no dejas de pensar en estudiar por un día? Hay quienes se acostarán a esa hora mañana y no me digas que no dormirás después de la fiesta.

―Claro que dormiré. No me pienso ir tarde. Ya habrá tiempo para disfrutar este verano ―le comunicó ella.

―No te puedes ir temprano ―advirtió Nora―. Esto no se va a volver a repetir.

―Tampoco es que me quite el sueño. Pero no te preocupes, esperaré a la elección del rey y la reina antes de marcharme.

―¿Y no vas a quedarte al baile? ―preguntó su amiga.

―No te preocupes, me quedaré un poco si lo necesitas cuando le digas a Ezequiel lo de la contrapuesta ―susurró para que solo ella y Elías la oyeran.

―Quédate un poco más ―le pidió Elías―. Esta noche va a ser memorable.

―Me quedaré si Nora lo necesita. Ya tendremos nuestra propia fiesta cuando terminemos la PAU ―sentenció Paloma―. Y ahora escuchemos a los profes, que va a hablar mi cuñada.

―Esa es una forma de evitar hablar del tema poco disimulada, ¿cuándo has querido escucharla hablar? ―inquirió su amiga.

Elías estaba a punto de darle la razón cuando Paloma les interrumpió:

―Os daría la razón, pero ya a estas alturas no voy a negar que le he cogido cariño ―confesó.

―Hola, buenas tardes. Antes de nada quería daros la bienvenida a este día tan especial donde despedimos al último año del instituto. Es verdad que al resto os queda un poquito aún, y a quienes trabajamos aquí también. Aun así, el instituto entero nos hemos puesto hoy nuestras mejores galas para despedir a una gran promoción, porque sin duda, lo son. Lo reconozco, he tenido una oportunidad de oro al trabajar con uno de estos grupos y ha sido una experiencia especial. Me hubiera gustado poder impartir mis clases como con al resto de cursos, pero a pesar de tener que centrarme en la PAU, le he dado mi toque personal Con cada filósofo que hemos visto, hemos vivido una experiencia única. Hemos pasado muchas aventuras, desde poder comparar como en nuestra actualidad podemos aplicar la visión del mundo de Platón hasta cómo consideraba Nietzsche el concepto de mentira y verdad. Pero hoy no vengo a hablaros sobre filósofos.

El salón de actos contemplaba con atención cada una de las palabras que la joven decía, manteniendo un silencio acogedor.

―Bueno, este año me ha tocado a mí nombrar a las dos personas que se llevan matrícula de honor, y por ende, la beca para su primer año de carrera que concede nuestro instituto ―comunicó después de haber continuado un rato más su charla―. Pero antes quiero añadir unas palabras más al respecto, tanto para quienes la han ganado como para quienes no. Sé que mi padre y el director se van a llevar las manos a la cabeza, pero no me importa, la verdad. Quiero recordaros que ahora se acaba una etapa y comienza una nueva, pero esta no tiene porqué tomar siempre el mismo camino, y cualquiera que se elija, incluso si se cambia en cualquier momento este, es válido. Vuestra validez no se va a medir por lo que estudiéis, da igual si estudiáis una carrera, una Formación Profesional u os ponéis a trabajar. No importa si por los motivos que sean tomáis dos caminos al mismo tiempo u os arrepentís y cogéis otro. No importa si comenzáis una carrera y acabáis estudiando otra. Cada cual es dueño de su propio destino y este puede tener muchos recorridos. ¡Ah! También existe la posibilidad de tener que esperar a decidir cuál escoger. Dicho esto, voy a proceder a nombrar a las dos personas, concretamente dos chicas, que se llevan las matrículas de honor de este curso académico y sus respectivas becas, que por cierto, ojalá pudieran convalidarse también para Formación Profesional. En primer lugar, de Segundo de Bachillerato A, tengo el honor de pedir que suba al escenario a Paloma López.

El salón de actos se llenó de vítores y aplausos, mientras que Elías y Nora llenaban a su amiga de felicitaciones, codazos cariñosos y abrazos.

La joven subió y el director le puso una banda de color roja en la cual indicaba que era Matrícula de Honor.

―Muchas gracias ―dijo escuetamente ante de volver a bajar.

―Y en segundo lugar, de Segundo de Bachillerato B, el instituto concede la Matrícula de Honor a Paulina Velázquez.

De nuevo el lugar se llenó de aplausos mientras le ponían la banda a la joven.

―Hola, me gustaría decir unas palabras ―dijo cuando la gente se calmó, tomando prestado el micrófono de pié que se encontraba allí―. Confieso que al principio la idea de tener la posibilidad de optar a una matrícula de honor me echaba para atrás, no por el hecho en sí de sacarla, sino por lo que conllevaba. Me refiero a la beca. Soy consciente de que no la necesito y también de que hay aquí mucha gente que sí. Sin embargo, cuando llegué a plantearme no dedicarle el tiempo suficiente a mis estudios o incluso cambiar alguna respuesta en algún que otro examen para que mi nota bajara un poco, una persona muy especial en mi vida me dijo que simplemente fuera yo misma y que no me sintiera culpable de serlo. Y eso es lo que hice, lo di todo en mis exámenes y me esforcé como realmente quería, siendo una más. ¿Y sabéis qué? Me siento orgullosa de eso, mucho. Es un aprendizaje extra que me llevo conmigo. Aunque sigo creyendo que ojalá pudiera ceder mi beca a cualquier persona que lo necesitase. Muchas gracias.

Aquel discurso conllevó un cúmulo de actitudes muy dispar. Hubo quienes aplaudieron como si no hubiera un mañana, pero hubo también quienes cuchicheaban con indignación sin comprender por qué querría ceder esa beca. En ambos lados también se encontraban familiares y profesorado.

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¡Hola, hola! Ya estoy aquí con un nuevo capítulo. Queda poquito para llegar al final

Paloma y Paulina llevándose las matrículas de honor. ¿Lo imaginabais?

¡Ay, pobre Paloma! Aun teniendo fiesta quiere irse pronto a casa a estudiar.

El baile está muy cerca...

¿Qué os ha parecido el capítulo? ¡Os leo!

¡Nos leemos en el próximo capítulo!

Un enredo de apuestasWhere stories live. Discover now