Capítulo 29: Confesiones

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Las semanas pasaron mientras Nora y Ezequiel quedaban más a menudo y tenían más contacto. La joven había decidido no decirle nada de los sentimientos que poco a poco se estaban intensificando hacia él. No lo veía solo como un amigo, pero no quería contárselo y perder su amistad, prefería quedarse con esa complicidad que se había establecido entre ambos .

Los exámenes se acercaban y con ellos el día del baile, ese en el que desmontarían la verdad ante todo el instituto. Aunque aún quedaban unas semanas para eso, no se le quitaban las ganas a Elías de que llegase el gran día.

―Lo tengo todo ya medio averiguado ―le dijo un día en las mesas de fuera, en el recreo―. Ya sé cómo amañar las votaciones del rey y la reina del baile. ―Se frotó las manos.

―¿Cómo? No te metas en ningún lío ―le pidió Nora fingiendo interés.

―Nora y yo tenemos examen después del recreo, ¿por qué no habláis de esto luego? En nada son las evaluaciones y pronto la PAU ―se quejó Paloma.

―Tienes razón ―reconoció Elías―. La emoción me puede.

―Lo noto, lo noto ―afirmó Nora.

En aquellas semanas se había mordido muchas veces la lengua ante su amigo, algunas de ellas de forma literal. Seguía sin comprender el porqué de su actitud, porqué él y Melisa habían hecho aquella absurda apuesta y les habían hecho creer tal mentira. Algo había pasado por alto y no creía que fuese simplemente las ganas irrefrenables de su amigo por participar en la apuesta. Lo había hablado con Ezequiel y habían llegado a la misma conclusión: algo se les escapaba de las manos. Esperaban descubrirlo el día del baile y que les dieran una explicación sensata. Aunque poca sensatez veía ante sus ojos.


La situación de Ezequiel con Melisa era similar. Hacía todo lo que podía para no decirle que realmente sabían la verdad y pedirle explicaciones. Cuando se tentaba a hacerlo, como por ejemplo, algunas veces cuando ella le preguntaba inocentemente cómo llevaba la apuesta, pensaba en Nora y en la situación familiar que estaba viviendo y se callaba. Sin embargo, el chico estaba dolido con su amiga y se sentía decepcionado. ¿Por qué había jugado así con él?

―Porque todo lo que venga de las apuestas, apesta ―le dijo Paulina una tarde que habían quedado a dar un paseo.

El chico le había contado todo a su amiga, quien había escuchado todo quedándose impresionada. Sin embargo, cuando Ezequiel le comentó la idea de distribuirse el dinero cuando revelasen que les habían descubierto, se había negado rotundamente a llevarse euro alguno. Paulina no estaba dispuesta a contribuir de ninguna de las maneras en nada que tuviera que ver con la apuesta, ni si quiera el dinero de esta.

―Ya, pero por eso mismo. Te han puteado, pues lo mínimo recibir tu parte correspondiente de dinero ―dijo encogiéndose de hombros.

―No, no. Conmigo no contéis. Podéis dividíroslo si queréis entre ambos. Que por cierto, ¿qué vas a hacer con tu dinero? Porque no creo que lo necesites. A no ser que quieras ir guardándolo para que tu familia no te lo costee todo o algo así.

―Y no lo necesito, es verdad. Pero mi parte del dinero la voy a utilizar para ayudar a alguien que sí lo necesita.

―¿Vas a donarla? Pues eso me parece una maravilla.

―No voy por ese camino, aunque a mí también me lo parece. Me refiero a que mi parte irá para ayudar a Gema, la hermana de Nora.

―Pues también me parece bien. Se nota que te gusta mucho esa chica.

―¿Gema?

Paulina frunció el ceño ante la pregunta de su amigo e hizo un espaviento con la mano.

―No. Me refiero a Nora.

―¿Eh? Ah, ya que estás bromeando.

―No, Eze. Hablo en serio. Tú a mí no me tomas el pelo. Este curso te he estado conociendo mucho más y Gema te ha podido parecer mona y tal, pero quien de verdad te gusta es Nora. ¿O me lo vas a negar?

Ezequiel agachó la cabeza mientras una sonrisita sucumbía su rostro.

―Sí, está bien, me gusta Nora ―sentenció mirando hacia Paulina―. Pero no quiero que nadie se entere. No lo contarás, ¿verdad?

―No te preocupes, tío. De mí no va a salir. Eso es algo que, si tú lo crees oportuno, tienes que ser quien lo diga. No se lo contaré a nadie, ni a mi novio.

―Bueno, no me importa que se lo digas a él, a tu madre o a una gran amiga que no sea del insti. Pero no quiero que nadie de mi entorno lo sepa aún. Mucho menos ella. Somos amigos, hemos pasado mucho estos meses: que si fingir para acercarnos, pasarlo mal por estar mintiéndonos, enterarnos de que éramos el objetivo de una apuesta, decidir continuar nuestra amistad... Ni ella ni yo estamos preparados para hablar de otra cosa que no sea amistad. Además, ella me ve solamente como amigo. Y la amistad también es bonita.

―Eres un gran chico, tenlo siempre claro ―dijo Paulina dedicándole una enorme sonrisa.

―Supongo que gracias. Aunque también tengo muchos fallos.

―Dije que eras un gran chico, los fallos forman parte de las personas. No eres ningún robot, aunque bueno, la tecnología también da fallos.

―Claro, la construimos las personas ―bromeó el joven haciendo que ambos rieran por el rumbo que había tomado la conversación―. Fuera bromas, tú también eres una gran chica. 

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¡Hola! ¡Ya tenemos nuevo capítulo! He de confesar que cuando escribí los últimos capítulos que he subido fue cuando más cariño le cogí a la historia. Desde que los protas no tienen que mentirse, siento más libertad para escribir su historia y pueden conocerse mejor. Y eso también ha hecho que su relación fluya y que sientan algo más entre ellos. Y eso que me encanta crear personajes que mientan y engañar a quienes leen mis historias haciendo creer algo que luego es otra cosa. Pero no quería que jugasen a hacerse daño. 

Por otra parte, quiero avisar que la historia tendrá aproximadamente 35 capítulos (nunca se sabe si serán 34 o 36, pero me inclino más por 35). Estoy terminando de escribirla, me queda poco, así que he de informaros que la recta final ha comenzado. 

¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Esperabais que Ezequiel también sintiera algo? ¡Espero vuestros comentarios! ¡Nos leemos el martes!

Un enredo de apuestasWhere stories live. Discover now