Capítulo 5: La profesora de Filosofía

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―¡Tengo la idea perfecta! ―Exclamó Elías mientras salían del salón de actos siguiendo a la nueva profesora.

―No es el momento, Elías, además, ¿no tendrías que irte con el director? ―Inquirió Paloma.

―Sí, pero sé dónde está el B, yo os acompaño mejor y os cuento.

―No, Elías, te lo digo de nuevo, ¡no es el momento! Nos va a dar Filosofía la nueva y encima es hija de Eugenio López. Perdona pero no lo es. ¿No ves que voy a suspender? ¡Es el fin! ―Paloma se llevó las manos a la cabeza.

Justo en ese momento pasaba Ezequiel junto con Germán y Mel, que miraron a la chica algo confusos mientras continuaban avanzando.

―No me avergüences delante de Germán ―murmuró Nora.

―Vamos a suspender. Elías, ¿te cambias de clase? Necesito que el carca del director me dé Filosofía, ¡es de vida o muerte! ―Exclamó Paloma mientras avanzaban.

―Son muchos trámites y mucho disloque. Está bien así, Paloma. No te alteres. Además, ¿querer que te dé clase ese tío? Lo de los exámenes te tiene afectada...

―Mira, ese hombre será todo lo que es, pero la gente saca notazas y es lo que necesito...

―En fin, me parece que os voy a tener que explicar en el recreo lo que he pensado ―suspiró el joven llegando a la puerta de su aula, algo cabizbajo.

―Sí, mejor ―sentenció Nora dándole un beso en la cabeza antes de irse junto a su amiga a su respectiva aula.

Las chicas se sentaron en primera fila, cortesía de Paloma, que no quería perderse nada de ninguna de las presentaciones de las asignaturas, aunque no le apeteciese escuchar a la nueva profesora, quería tomar nota de todo, y según decía, aquel era el mejor lugar. Nora no se había negado ya que siempre había procurado ponerse en primera o segunda fila para ver mejor.

Cuando la tutora comprobó que todo el mundo se encontraba en el aula, cerró tras de sí y se adentró en esta con una gran sonrisa en su rostro.

La joven llevaba unos vaqueros y una camiseta blanca con varios dibujos, haciendo que el director le echase en el salón de actos más de una mirada de reprobación. Eso incluía a su cabello recogido en un mal y revoltijado moño. El hombre había hecho algún que otro comentario despectivo también sobre el pasado estudiantil de la mujer deseándole que hubiera producido un cambio de madurez en su vida.

―Bueno, ya me han presentado antes, pero lo haré correctamente. Me llamo Alba López, he estudiado Filosofía, he hecho un máster de profesorado y voy a ser vuestra tutora y profesora este curso.

―No me digas... Yo creía que esta tía era de mantenimiento y que venía a revisar la calefacción para el invierno ―ironizó Paloma por lo bajini a su amiga.

―¡Tía! ―Nora le propinó un codazo disimulado.

―Bien, puede que mi fama estudiantil me preceda, pero puede que esta no la conozcáis. También sé que llevo a mis espaldas ser hija de uno de los profesores más reconocidos del centro y alabado por el director, así que es obvio que tengo una mochila llena de rocas ―les dijo con una sonrisa.

―¿Cuándo se supone que nos va a hablar de la asignatura? ―Murmuró Paloma a Nora.

―No sé, pero acaba de empezar, dale tiempo a respirar ―fue la respuesta de esta.

Alba se sentó encima de la mesa del profesorado, dejando a un lado el sillón giratorio. Tamborileó los dedos sobre sus rodillas mientras observaba detenidamente a cada uno y una que integraban aquella clase.

―Lo sé, este año es un rollazo con eso de la PAU, o como yo le sigo llamando aún, la Selectividad. Estoy totalmente en contra de cómo en segundo de Bachiller se imparten las clases. Es un curso donde no se enseña sino que os hacen repetir las cosas como papagayos y les importa cero que aprendáis o no. Es la realidad, triste, pero es lo que hay a día de hoy. Y no solo es malo porque no aprenderéis apenas, sino porque además hay gente que no va a presentarse a la PAU y tiene que aguantarse también y ver como su último año de curso gira en torno a unos exámenes y ya está. El último año de curso del instituto debería de ser muy diferente, debería de dejar un buen recuerdo y un buen sabor de boca y no un estrés de estudio continuado que solo lleva a escribir en un papel unas respuestas que se han ido machacando durante todo un curso.

―Me voy a dormir... ―murmuró Paloma.

―Pues a mí me parece interesante lo que dice ―respondió su amiga.

―¿Estás bien? ¿Te has dado un golpe en la cabeza por lo de la tontería esa de la contrapuesta o qué? ―Alzó un poco la voz aunque no lo suficiente para que se pudiera escuchar lo que decían, sí para que se supiera que estaban hablando.

―Vosotras dos ―señaló la profesora a ambas―. Espero que lo que estéis hablando no tenga nada que ver con la clase y no tengáis interés en compartirlo con el resto.

Aquellas palabras chocaron a toda la clase, pues lo que hubieran esperado habría sido una respuesta reprobatoria ante el hecho de estar hablando en mitad de la asignatura.

―¿Qué os pasa? No me miréis raro, ¡yo también he sido estudiante! ¿Creéis que el resto nunca ha hablado? ¡Hasta el director lo ha tenido que hacer alguna vez! No es ningún delito. Pero ojo, esto no quiere decir que mis clases sean el lugar para hablar mientras yo estoy aquí haciendo mi trabajo. Solo quiero decir que no os voy a comer. Ni tampoco os estoy dando vía libre para poneros a hablar sin ton ni son. Dicho esto, vamos a hablar un poco de lo que trata esta asignatura, de lo que vamos a dar y cuánto vale a nivel de nota, que sé que lo estáis deseando.

―Por fin... ―murmuró Paloma por lo bajini.

Las primeras clases de la mañana terminaron y las chicas salieron a la puerta de clase a esperar a su amigo.

―¡Chicas! Ya sé de qué vamos a hacer lo que hemos hablado antes. Vamos a coger una mesa alejada y os cuento, que los quince minutos del recreo pueden dar muchos de sí ―comentó Elías mientras apremiaba a sus amigas para que acelerasen el paso.

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¡Nuevo capítulo!

¿Qué os ha parecido?

A Paloma no le ha caído nada bien a nueva profesora, aunque a Nora sí, ¿qué impresión os ha dado Alba?

¡Elías ya tiene un plan para la contrapuesta! ¿Qué será?

¡Nos leemos en el próximo capítulo!

Un enredo de apuestasWhere stories live. Discover now