Dos Salvadores

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     El Entrenamiento del Sol Naciente terminó ocurriendo días salteados. Un día entrenaban y otro descansaban. Esto por su gran exigencia; los soldados quedaban muy cansados luego de entrenar. Además de ser un entrenamiento físico, era un ejercicio moral y de convivencia. Los soldados debían hacerse amigos para funcionar mejor en el campo de batalla. Pero había dos que ni se molestaban en dirigirse la mirada: Noam Starley y Tekai el Jamzai.

—Tenemos que hacer algo con esos dos —le dijo sir Lynus Clay a lord Doranom.

—Dos Salvadores. Y se odian. —Lord Doranom estaba fascinado por poder entrenar Salvadores, pero no eran amigos, y como enemigos no funcionarían en el campo de batalla—. Recuerdo dos soldados de mi época que no podían mirarse sin querer degollarse. Hice un experimento con ellos que podía resultar en dos cosas: la muerte de uno o ambos; o desarrollar una mejor relación entre ellos.

—¿De qué se trata? —preguntó Lynus.

—Un ejercicio de supervivencia: llegar hasta la colina más alta al Este, al otro lado del bosque, y clavar un estandarte cada uno. Uno azul y otro rojo. Ambos deben clavar los estandartes, de lo contrario, ninguno regresa y serán tachados como incompetentes en el ejército. Además, deben ir sin armas.

—¿No le parece peligroso enviar a esos dos al bosque? Lo más probable es que se maten antes de considerar las opciones.

—Como dije antes: pueden ocurrir dos cosas. Esperemos que sea lo mejor para EastWall.

Noam y Tekai ignoraban lo que los altos rangos militares hablaban sobre ellos. Estaban concentrados en su entrenamiento. Noam practicaba esgrima con Jeriko, y Tekai levantaba troncos con Aqū. Pero no se dirigían la mirada. Aunque ansiaban el momento en el que pudieran tener su revancha. En las gradas, como de costumbre, estaban Aimer, Saraya, Emma, Marie, Nosthors, Dante y Lyca, quien había ido por primera vez a observar el entrenamiento.

—Ella es Lyca Gringer, ¿cierto? —le preguntó Aimer a Saraya—. Llevo varios días aquí pero no hemos hablado.

Saraya volteó a verla.

—El vástago atacó el castillo y ella sobrevivió. Pero fue convertida también en un vástago.

—¿Dante la convirtió? —Aimer no esperaba eso. Dante cada vez la sorprendía más.

—¡Lyca! —llamó Saraya a la dama de EagleEyes.

Lyca fue hacia ella, dirigió su vista a Aimer e hizo una reverencia.

—Alteza —saludó.

—Lyca —la llamó Saraya—, te ves débil. ¿Has bebido sangre últimamente?

—No mucha —respondió la dama—. Me produce asco.

—Hazlo. —Dante apareció detrás de ella—. Si un vástago no bebe sangre, se debilita y enferma. Podemos morir por no beber sangre, ¿sabes? Ese es el origen de nuestros poderes.

—Tú no me das órdenes. —Lyca volteó a encararlo—. Gracias a ti dejé de ser humana... Eres el ser más odiado en las Montañas de Halcones, ¿lo sabías?

—¡Vaya! —dijo Dante, con una sonrisa burlona—. Me he vuelto popular en Asteris. Valkya, EastWall y Midea quieren mi cabeza; bueno, EastWall ya no, creo. Pero ustedes, los montañeses, tendrán que esperar. Valkya está de primero en la fila para ejecutarme... Si sobrevivo a ellos, entonces tendrán su turno.

Lyca bufó.

—El asalto a EagleEyes no debió terminar así —siguió Dante—. Pero me atacaste, y lo único que pude hacer fue defenderme. —Le mostró la palma de la mano donde lo había apuñalado; la cicatriz era una línea blanca en el dorso de su mano.

Confrontación de Mundos [IronSword / 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora