Boggarts.

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Después de una semana, Liliana se encontraba ordenando el estante lleno de libros en el despacho del profesor Lupín. Filch la había vigilado todos los días desde que la encontró por los pasillos, como si esperara saber su castigo, por lo que decidió hacer el consejo de Lupín. 

Desde el momento en el que Malfoy y ella pelearon y dijeron que no volverían a ser amigos, ninguno de los dos se ha dignado en decirle la palabra o mirarse mutuamente, algo que para ella ya le daba igual.

Durante los desayunos, cenas y almuerzos siempre se sentaba con Blaise, quien miraba mal a Malfoy. Y Cedric junto a sus amigos, se habían enterado por él, a causa de eso, volvía a juntarse con ellos, pero no con tanta continuidad como antes.

Liliana se sentía mal de que Blaise no hablara con él por su culpa, pero supo por Theodore Nott, (quien había ha formalizado con él a ser algo más que conocidos, pero menos que amigos,) que le explico que a Blaise siempre le había caído mal Malfoy.

 — Traje un poco de chocolate caliente, pero escuché que te gustaba más el té de Jazmín. — dijo recién llegando unas bolsas de té y otra tetera.

[¿Quién inventó ese rumor?]

— En unos minutos estará listo. — dijo mientras encendía el fuego con su varita, lleno las teteras de agua y chocolate y los ponía en la chimenea. — ¿Y cómo fue tu día?

— Bien. A decir verdad, no tengo nada interesante que contar. — hizo una pausa. — Solo que en las clases de Hagrid le han ido particularmente bien y busca la manera de que nadie salga herido de nuevo, aunque a veces está muy deprimido.

— Veo que aprecias mucho a Hagrid.

— Es mi amigo. — respondió dejando el último libro en el estante. — También ha hecho muchas cosas por mí, es imposible no apreciarlo o quererlo.

— Eso es cierto. — se sentó y le indico que se sentará. — La profesora McGonagall me dijo que te podías transformar en un animal. No sabía que eras una animaga.

— Ella me enseñó, y solo quería aprender para ver los partidos de Quidditch en el colegio cuando venía de visita. — dijo un poco apenada. — No es gran cosa...

— Lily, fue cuando tenías cuatro años. — le sonrió. — Sin duda tu padre estaría orgulloso de que te convirtieras en animago.

Liliana sonrió de lado. — Al principio pensó que solo me transformaron en gato para hacerle una broma y cuando vio que en verdad me convertí en un animago no paraba de decir que estaba orgulloso de mi.

— Claro, Severus... — dijo sacando un poco de tinta en un cajón y una pluma. — ¿Te parece ayudarme con unas notas de evaluación? Solo tienes que anotar en este libro. — Indico con su dedo.

— No hay problema. — contestó y Lupin le entregó una pluma.

Liliana empezó a escribir los números que se le indicaba en el cuaderno, de vez en cuando tomaba un poco de té.

— ¿Quieres decirme algo Lily?

— No, — negó. — No es nada, solo... — hizo una pausa. — No es por juzgarlo, — aclaro de prisa. — Pero note que usted es una persona muy particular e inusual.

— ¿Lo soy? — pregunto un poco nervioso.

— Si, conozco a pocos adultos que le guste el chocolate en vez del café o el té.

Lupín sonrió con tristeza y con un poco de alivio. — Es una costumbre que tengo desde que era niño. Nunca la pude cambiar.

— Dumbledore dice que está bien tener vivo a su niño interior. — comento mientras cambiaba la hoja del libro. — Pero no hay que afanarnos en eso y dejar de lado lo más importante.

La Nieta de Dumbledore. (3)Onde histórias criam vida. Descubra agora