Discusión.

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Liliana movía de un lado buscando en los libros de la biblioteca algo para los libros que encontró y que se hallaban escondidos debajo de su cama. No había encontrado ni un contra hechizo y cada vez se frustraba más y más, creyendo que en cualquier segundo su cabeza iba a explotar.

Con los deberes que le habían pasado los profesores, unos dementores que la perseguían cada vez que salía, buscando a escondidas durante las noches en la Sección Prohibida por algún contra hechizo y tener que cuidar de Buckbeak, Vihmakir y Ekaitza. Era mucho para ella.

Sin contar las actividades comunes que hacía con los profesores dentro del castillo, cómo jugar al ajedrez con la profesora McGonagall. Ayudar a regar y cambiar de maceta a las plantas de la profesora Sprout, hacer pociones con su padre y ayudar a los elfos domésticos a cocinar unos sencillos platillos.

Su único momento, cuando se sentía tranquila era cuando tomaba el té de jazmín de Dumbledore que le enviaba a la mitad del día o cuando se dedicaba a mirar las estrellas por las noches, mientras leía las cartas de sus amigos.

Había demasiadas cosas por hacer durante el verano.

— Ah... — suspiro cerrando el libro de Historia de la Magia. Volumen II. — Por fin termine

Tomó el tintero y lo tapó para que no se secara mientras veía las setecientas hojas de la redacción y bajó opinión personal sobre la magia en el siglo catorce.

Por la ventana pasaban más de un dementor, llegó al punto de acostumbrarse a su presencia aún que no olvidaba la sensación desagradable prefería ignorarla.

— Me duele la mano... — musito.

— ¿Terminaste? — preguntó su padre recién llegado con unos pasteles de limón y unas tazas de té.

— Aja... — movió su mano de un lado a otro. — No siento mis dedos de tanto escribir...

— Exageras. — Snape puso los ojos en blanco mientras se sentaba a su lado y dejaba un postre para ella. — ¿Va todo bien con Buckbeak?.

— Bueno... — dijo rascándose los ojos cansada de tanto leer. — Buckbeak tenía las patas lastimadas y en varios lugares de su cuerpo también. Los inútiles del Ministerio lo tenían encadenado y desnutrido, no sé cómo es que ordenan que cuiden de los animales, si ni los cuidan bien ellos.

Hizo una pausa mientras apretaba sus manos, disgustada.

— Hagrid estaba hecho furia cuando nos dimos cuenta. — continúo. — por lo que necesitaba cuidados intensivos urgentemente. Ya he creado la poción, solo tiene que reposar tres días en fondo del lago negro durante la luna llena y estará lista.

— Te ves agotada y muy estresada. — murmuró ponían do su mano en su hombro. — ¿Por qué no mejor comes un poco de pastel que preparó la profesora McGonagall?. — Liliana sonrió mientras comía un poco con su padre. — Ella me obligó a ayudarla.

Snape hizo una mueca de desangrado y sonrió discretamente. Liliana no pudo evitar reír al ver su rostro frustrado de su padre.

— Si te consuela papá, está delicioso el pastel.

— Por supuesto que lo está. — Snape tomó un sorbo de té. — ¿Y por qué estás tan frustrada? ¿Es por ese bastardo de Black, o es por los dementores?

— Un poco de todo. — sé sincero mirando por la ventana. — No sé cómo hacerles entender que no tengo nada con Sirius Black.

— No escuchan la voz de nadie, solo las del Ministerio. — explicó. — Y se muy bien que no tienes nada con ese... Ese hijo de puta. — soltó con rabia, Liliana abrió los ojos sorprendida y luego lo vio suspirar. — He estado pensándolo y lo he consultado con Dumbledore, pero quiero saber si estás de acuerdo.

La Nieta de Dumbledore. (3)Where stories live. Discover now