Andén 9 ¾.

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— Lo encuentro tonto. — dijo la niña.

Liliana balanceándose arriba de un gran tronco en el bosque con Hagrid. Tenía guardada todas sus cosas en un hechizo que Dumbledore le había enseñado para que le fuera más ligero. En el cielo, volaba la Jaula de Ekaitza y este, estaba libre volaba por los árboles.

— Ir solo a la estación para subirme en el tren y luego volver...

— Yo también, que te subas al tren, en la estación 9 ¾ y luego regreses... — murmuró Hagrid ayudándole a bajar. — No tiene ningún sentido, pero es mejor, a que empiecen a sospechar que vives aquí.

— Ya. — repuso molesta. — Pero no creo que sea divertido ir en tren. ¡Es más, tardare como nueve horas en regresar!

— Nunca has ido. — dijo Hagrid, sacando su paraguas. — Y no puedes decir que no te gusta, si nunca lo has intentarlo.

— Madame Hooch dice que es una pérdida de tiempo, se tardan como siete horas. — se cruzó de brazos. — Es mejor ir en un Thestrals o en escoba por lo que me ha contado. — hizo una pausa y agregó. — O andar en Buckbeak o en Vihmakir.

— Si, pero gracias a Dumbledore, me ha dejado llevarte volando hacia la estación, luego, regresaré y tú volverías en el tren a Hogwarts.

— No sabes cómo me gustaría que el Ministerio te dejará volver a Hogwarts como un estudiante.

Hagrid le sonrió con tristeza y le dio una palmada en su hombro.

— Yo también, pero creo que ya estoy muy viejo para eso. Ahora, mejor cierra los ojos, ¿De acuerdo, pequeña?

— Vale... — cerró sus ojos.

Luego, dejo de escuchar el apacible sonido del bosque y la bulla de las personas se escuchó, Liliana abrió los ojos impresionada.

— ¡Increíble! — miro a Hagrid con una sonrisa, estaban en la estación de trenes de Londres. — ¡Eso fue fantástico Hagrid, nunca me dijiste que podías hacer eso!

— Si, bueno, — rascó su barba, orgulloso. — No es algo que me gusta presumir, por lo que generalmente no lo hago.

— ¿Me enseñaras?

— ¿Crees que podrías hacerlo? — preguntó dándole la jaula con Ekaitza dentro. — Es muy complicado ese hechizo, pero no imposible. Cuando seas mayor, estoy seguro de que lo lograras.

— De acuerdo, — miró a Hagrid por unos segundos. — Espero que tengas un buen año como profesor Hagrid.

— Lo será, todo gracias a Buckbeak y a ti. — le acarició la cabeza. — Deberías peinarte un poco, — se rió. — Creo que en el viaje te lo despeinó.

Liliana miró su cabello por una ventana en donde se veía su reflejo, se sonrojo al ver como su pelo parecía como el león de Gryffindor.

— ¡Por Melín, esto es horrible! — pasó su mano, intentando peinarlo con sus dedos.

Liliana se giró a ver a Hagrid, pero ya se había ido, suspiró y miró el lugar, con mucha cautela. Transformó su varita en una peineta debajo de su manga, se empezó a peinar con apuró. [Y lo que más me costó fue peinarme.]

Su cabello rojo, era rebelde, y a veces los profesores le bromeaban que eran como unas llamas de fuego porque cuando corría, se asemejaban a unas. Hacía de todo para mantenerlo ordenado, con trenzas gruesas o unos moños que evitaban ver su pelo. Nunca le había gustado su cabello, pero era mejor que no tenerlo.

— Ya está. — dijo mientras guardaba la peineta y se volvía en su varita debajo de su manga. — Ahora...

— ¿Lily? — escucho detrás de ella. — Llegaste temprano, ¿No crees?

La Nieta de Dumbledore. (3)Where stories live. Discover now