capítulo 15

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~La última batalla ~

La tristeza era completamente perceptible en el aire, hacía dos días que Kagome había descubierto que Kikyo había muerto y por ende también la anciana Kaede, quien por mas que lo intente seguía con ese deje de dolor en sus ojos.

Inuyasha no había vuelto a aparecer, pero todos creían que estaba igual de triste, incluso Kagome lo estaba, ese sentimiento que llegó con las almas fue demasiado fuerte, intenso. Pero la constante compañía de cierto Youkai le daba las fuerzas necesarias para superarlo y no olvidemos a la pequeña Rin.

Pero mientras que en la vieja aldea todo era tristeza, en otro lugar, muy lejos de allí todo era completamente diferente.

Naraku cada vez se veía mas decaído, su única compañía en estos momentos era Kanna, y no era la mejor a su parecer, pero eso no era todo, se estaba volviendo mas débil, no sabía por qué, pero esa era su realidad.

Kagome y Sesshomaru planeaban buscar la guarida de Naraku y batallar con él para así derrotarlo de una vez por todas, sabían que estaba débil, ya no existía ese aire tan pesado en el Sengoku, así que debían aprovechar esta gran oportunidad que aparecía.

Armándose con flechas y espadas el Youkai y la sacerdotisa salieron en busca de vencer al mal, la pequeña Rin había quedado con Sango y los demás, era muy peligroso, no querían arriesgarla, ninguno de los dos quería.

El camino fue largo, Naraku se encontraba en las tierras del oeste, oculto en un gran castillo rodeado de veneno y campos de fuerza, un movimiento de Tessaiga y bastó para romperlos, Sesshomaru ahora era mucho más fuerte al tener de su lado a Tessaiga y Tensseiga, eso premeditaba cosas malas para el semi demonio.

Fueron dos días en los que la Miko y el Youkai deambularon por las tierras de éste ultimo, no fue fácil encontrar a Naraku.

La batalla fue irremediable, aun con esa debilidad indescriptible para Naraku, éste peleó, peleó con todo lo que pudo contra Sesshomaru, mientras éste se debatía fervientemente con el Youkai, la sacerdotisa luchaba contra Kanna y una Kagura rabiosa que la atacaba con toda la furia que poseía.

Fue una batalla campal, una en donde una niña que reflejaba la nada fue convertida en algo y murió, una batalla en donde el viento fue liberado, no en las condiciones que alguna vez deseó pero liberado al fin y al cabo.

Cuando Kagome derrotó a las 'hijas' de Naraku con la poca fuerza que le quedaba ayudó a Sesshomaru, quien se debatía en una peligrosa batalla de espadas contra Naraku.


El golpe mortal se obtuvo cuando Sesshomaru sintió ambas espadas palpitar, con un leve movimiento las juntó y atacó, junto con una flecha purificadora de Kagome, la última que lanzó antes de desfallecer de cansancio.

Naraku había muerto, la Shikón no Tama se encontraba dentro de los restos de lo que alguna vez había sido el hanyou más poderoso de todos, Sesshomaru con un pedazo de tela tomó la perla y la guardó, para rápidamente cargar a Kagome y llevarla lo más rápido que podía junto con la anciana Miko.


De eso había pasado dos semanas, Kagome seguía durmiendo, en una especie de coma, la perla de Shikón estaba a un lado de ella, Sesshomaru y Kaede eran los únicos que podían verla, los demás no entraban, no querían que le pase nada, también lo hacían para que la perla no caiga en malas manos.

Incluso Inuyasha había vuelto, pidió perdón a su hermano, el no dijo nada pero ya no lo trataba de manera tan hosca, el monje y la cazadora también lo perdonaron,  solo faltaba Kagome, pero aun no despertaba.

Sesshomaru pasaba noches en vela esperando a que la sacerdotisa despertara, incluso él mismo decaía en su salud por la preocupación y desesperación de que su Miko no despertaba, cosa que no pasaba desapercibido para los habitantes de la aldea, que siempre visitaban a la Miko y dejaban flores para ellas, los niños generalmente eran los únicos que se acercaban al Youkai, quien solo asentía a cualquier pregunta y recibía sus regalos.

Y por fin había llegado el día, Sesshomaru a punto de colapsar de cansancio con los ojos entrecerrados ve como su querida sacerdotisa despierta, sus ojos chocolates vagaron por la habitación para encontrarse con los cansados ambares del Youkai, su mirada ya no expresaba esa frialdad de antes, habían perdido todo brillo, aunque ahora reflejaban alivio, fue lo ultimo que vio para al fin rendirse y caer en la inconsciencia.

Kagome totalmente alertada se levanto a ayudarlo, dándose cuenta que se encontraba bien y que solo necesitaba descansar, con algo de dificultad lo llevó hasta su futón y allí se acostó a su lado, abrazándose a su pecho y quedando también dormida en el instante, al fin podían estar juntos sin que nada los separase.

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