- Que yo sepa solo toma su medicación y esas vitaminas que le da Vero.

- Sí, las vitaminas – murmuró frunciendo el ceño.

- No le sientan bien.

- Sí, recuerdo que lo comentasteis al llegar – dijo pensativa dirigiendo sus pasos hacia el grupo que seguía delante de la puerta de la habitación hablando en voz baja - Bueno... ya hablaremos de eso. Ahora es mejor que entres e intentes tranquilizarla, a ver si tú eres capaz.

- Pero...

- Tiene un episodio de deliro, no se fía de ninguna de nosotras, solo llama a Vero, pero cuando la ha visto entrar se ha puesto a gritar histérica, diciendo incoherencias y la ha echado con cajas destempladas... quizás tú....

- ¿Qué incoherencias?

- No hay qué hacerle caso, son alucinaciones absurdas, se le ha metido en la cabeza que la estamos envenenando.

- Bien, dejadme a mí – respondió frunciendo el ceño, preocupada no solo por Natalia si no porque solo se acordase de Vero en su estado, aunque el cuadro de Natalia echando a Vero le encantaría poder haberlo visto.

- Entra e intenta calmarla a ver si así podemos desatarla.

- ¿La tenéis atada?

- No hemos tenido más remedio.

- Vale... - aceptó con un hilo de voz.

- No te preocupes, vamos a averiguar qué es lo que está pasando.

- Ya – murmuró sin convencimiento.

Germán también le había prometido lo mismo y al final parecía que Natalia tenía razón con estar resignada a que los resultados siempre dieran negativos, cuando estaba claro que había algo que no andaba bien. La enfermera entró en la habitación abriendo la puerta despacio, con temor de lo que fuera a ver.

Natalia estaba atada, mantenía los ojos cerrados y el ceño fruncido, en su característico gesto de enfado. Alba se acercó con cuidado, no quería alterarla, no sabía si dormía o no aunque le parecía que no era así, le acarició el antebrazo con delicadeza, temiendo su reacción.

- Nat... – susurró en voz queda.

La pediatra abrió los ojos de inmediato y los fijó en ella. No estaba segura de si lo que veía era real o no. Hacía un rato que tenía la sensación de estar sola y de que entraba gente de vez en cuando en la habitación, pero cuando abría los ojos no había nadie. Sin embargo, en esta ocasión Alba estaba frente a ella o quizás no. Cerró los ojos de nuevo deseando que desaparecieran esas visiones y que Alba acudiera junto a ella.

- Nat...

Abrió de nuevo los ojos ante el sonido de su voz, sí, era su voz. La enfermera le sonrió con ternura y Natalia miméticamente respondió. A Alba no le pareció que estuviera tan confusa como Cruz le había contado.

- Hola cariño, no he podido venir antes – le dijo agachándose a besarla con suavidad en los labios.

Natalia no dijo nada, pero el contacto de sus labios fue tan real que dudó de nuevo, sus ojos se abrieron de par en par y permaneció mirándola con atención, esperando que se esfumara de un momento a otro. Alba nunca la hubiera besado delante de todos. Tenían que ser prudentes.

- ¿Cómo estás? – le preguntó Alba ante su silencio – Cruz me ha dicho que... que estabas algo nerviosa, pero... ya veo que no es así, te vas a poner bien y...

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