Capítulo 9

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Esa noche, L y Cyn se comprometieron.

No quisieron posponerlo demasiado y apenas pasaron un par de meses tuvieron los preparativos listos, con todo lo que ello conllevaba.

La fecha señalada llegó en apenas un parpadeo y la pareja recién casada lucía radiante en la fiesta de recepción, estaban rebosante de felicidad. Los dos habían estado de acuerdo en que fuese una ceremonia íntima, por lo que tanto Cyn como L habían invitado solo a sus más allegados. Entre ellos, por parte del joven detective, figuraba Watari, al que no le tembló el pulso a la hora de regalarles un departamento más que decente para que hicieran sus vidas juntos.

Por otro lado, también estuvo Gohan, que no dudó ni por un instante en asistir a la boda de su buen amigo con el que en ese momento tomaba una copa, mientras conversaban animadamente tras tanto tiempo sin haberse visto.

— Así que al final estás con Videl — dijo L, al que se le hacían demasiado evidentes los sentimientos de la muchacha.

— Le comenté que te casarías y quiso acompañarme para que no viniera solo — explicó Gohan tranquilamente, esperando que no hubiera ningún malentendido.

— Te ama — soltó L, directo — pero tú a ella no.

— No, yo... — Gohan no pudo hacer más que reír de forma nerviosa. Aunque se hubiera acostumbrado tiempo atrás a esa forma de ser tan directa de su amigo, todavía lograba sorprenderlo en ocasiones con respuestas como esas — mira, Cyn ya va a tirar el ramo.

Entre las invitadas, que esperaban eufóricas a que el ramo saltara por los aires, Videl lucía particularmente emocionada. 

Terminó riendo a viva voz cuando el arregló terminó yendo a parar a sus brazos y, tras aquello, llevada por el momento, fijó sus ojos en el objeto de su deseo, quien aplaudía sonriente ante aquella estampa.

— Serás el siguiente según esa superstición — lo molestó L mostrando una de sus enigmáticas sonrisas, para acto seguido ir al encuentro de su flamante esposa, dejando a Gohan completamente abochornado, que ya no sabía dónde meterse.

— Serás el siguiente según esa superstición — lo molestó L mostrando una de sus enigmáticas sonrisas, para acto seguido ir al encuentro de su flamante esposa, dejando a Gohan completamente abochornado, que ya no sabía dónde meterse

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Como un suspiro, cinco años pasaron desde la ceremonia, y entre idas y venidas, tanto L como Gohan habían seguido cosechando logro tras logro.

Por otro lado, Cyn era muy feliz al lado de su esposo a pesar de la forma tan singular que este tenía de ser. Podía jurar y perjurar que no se arrepentía en lo más mínimo de haber dado el gran paso con él, y estaba segura de que jamás se arrepentiría. Lo amaba con locura, y este, aunque no lo demostrara tan abiertamente, también amaba con todo su corazón a la latina.

En su trabajo, además de los casos regulares, L seguía muy de cerca los pasos y los avances de uno en particular que se había asignado a sí mismo desde su llegada a Japón, y aunque su creatividad le concedía el imaginar un amplio espectro de escenarios, su escepticismo se resistía a creer en fenómenos paranormales. Sin embargo, al no encontrar más salidas, tuvo que terminar considerando que "algo" del otro mundo había tenido que ver en aquel descarrilamiento que tanto había estudiado de tantas formas.

Esa noche, no obstante, saldría de dudas, pues se iba a reunir con alguien que aseguraba tener la verdad de lo ocurrido.

L, llegado al punto de encuentro, lo primero que divisó fue un diario de tapas negras que estaba tirado en el suelo. No podía afirmarlo de forma rotunda, pero estaba bastante convencido de que aquel encuentro no era para nada casual. Sin demora se acercó hacia el cuaderno y en cuanto lo tomó entre sus manos soltó una pesada exhalación. Sus ojos se agrandaron por la impresión que le causó lo que fuese que tuviese en frente, pero se veía incapaz de apartar su mirada de ese ser.

A su lado, como por arte de magia, había aparecido un extraño de ojos redondos e incisivos que se habían posado en su figura. De su espalda salían dos sobrecogedoras y largas alas negras poco pobladas de plumas y todo su cuerpo, excepto su cabeza, estaba enfundado en un traje negro que se le ceñía como una segunda piel, acentuando su extrema delgadez. Era, además, muy imponente con su altura, y su cabello despuntado hacia arriba lo hacía ganar varios centímetros más, acentuando su estremecedora imagen.

— Vaya — dijo L al final, tras haber asimilado lo que estaban viendo sus ojos y haberse recuperado un poco de su impresión inicial — supongo que eres un shinigami.

— De verdad no te sorprende nada ¿Eh? — respondió el dios de la muerte, que, de haber sabido lo que rondaba la mente del joven detective, se hubiera reído en su cara.

— Sospechaba que había algo sobrenatural, era lo único que por lógica podría ser —argumentó — pero no podía asegurar de qué se trataba realmente — dijo, como rumiándolo para sí mismo — ¿Por qué te mostraste?

— Sólo quería conocer al humano que me había descubierto — comentó el ser, que mostró una enorme y espeluznante sonrisa — la eternidad es muy aburrida ¿Sabes?

— Hm ¿Y qué harás ahora? ¿Me matarás para que no cuenta de ti a nadie?

— No, nadie te creerá digas lo que digas — y rompió a reír, dejando ecos de ultratumba en aquel lugar — ya nos veremos... y más pronto de lo que crees — una nueva carcajada cargada de intención salió de sus labios y tras tomar la libreta entre sus huesudos dedos batió las alas, desapareciendo de la vista de L.

Esa misma noche tras el encuentro, L regresó a su casa aún pensativo, esperando poder poner en situación a Cyn con su caso pues en más de una ocasión las conclusiones y los puntos de vista de su esposa lo habían ayudado en alguna investigación. Pero grande fue su sorpresa cuando al cerrar la puerta a sus espaldas, no la encontró. Sabía que ella estaba enfrascada en un proyecto que era muy importante para su carrera laboral, y como él, a veces no llegaba al departamento por también estar sumergido en su trabajo, esperó encontrar alguno de los mensajes que ella solía dejarle en la mesa del salón para avisarle de su ausencia.

El problema fue que en esa ocasión no había nada.

Extrañado con la situación, se dirigió sin perder ni un segundo hacia el cuarto de trabajo de su amada esperando verla allí, pero de nuevo se encontró con una estancia vacía. Fue entonces que decidió rastrearla; tampoco estaba en los laboratorios, pero como comprobó que su tarjeta había sido usada para salir del recinto, siguió la ruta que ella siempre tomaba por las cámaras de tránsito hasta que avistó un accidente donde, por desgracia, estaba el vehículo de Cyn involucrado.

Un escalofrío recorrió la espalda de L al comprobar la hora del accidente en las cámaras.

Había sucedido minutos después de su encuentro con el demonio.

Nuestros demoniosWhere stories live. Discover now