Capítulo 5

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Tal y como Cyn había predicho, L había dado con su número y terminó llamándola para proponerle una salida. De buena gana ella había aceptó su invitación y, a la hora acordada, la mujer quedó sorprendida al ver cómo L ya la estaba esperando, sentado de aquella manera tan peculiar en un banco de madera del parque donde habían quedado.

Y así pasaron la tarde, visitando varios lugares de interés y parando a tomar algo de vez en cuando hasta que, al caer la noche, decidieron ir a casa de Cyn, donde terminaron cenando en un ambiente tan ameno e íntimo que cualquiera que los viese hubiera jurado que se conocían de toda la vida.

Tras aquello, la semana comenzó y, con ello, sus respectivas rutinas.

En la prefectura, L trabajaba cada día hasta altas horas de la noche. Cada vez que le asignaban un caso quedaba tan absorto en él que perdía la noción del tiempo irremediablemente. Le apasionaba llegar al fondo de los misterios, desentrañar cada detalle e ir dándole forma en su mente, algo que había llamado de forma casi inmediata la atención de sus superiores, que alababan la gran inteligencia y creatividad que éste poseía, pues gracias a eso había ido cerrando expedientes casi instantáneamente. Tal era la admiración que había despertado entre sus compañeros que terminó siendo designado a los casos que aún no se habían podido resolver.

Sin embargo, pese a la fascinación que sentía hacia su trabajo, siempre tenía presente en sus pensamientos a aquella mujer que había logrado cautivarlo con su chispeante y viva personalidad. No había un solo momento en que no deseara marcar su número para volver a reunirse con Cyn, aunque fuese para dar un paseo y disfrutar de su compañía nuevamente. No podía negárselo, le gustaba esa mujer. Tenía un sentido del humor extraño e incluso negro, algo que le había llamado la atención desde el primer momento. Tenía gracia, porque justo cuando él aseguraba que no habría mujer sobre la tierra capaz de comprenderlo, ella había aparecido de repente con aquella atrayente agudeza mental para descolocarlo y destruir su teoría. Y es que él era capaz de comprender y disfrutar aquel humor negro tan suyo y, ella también captaba sus sutilezas con una rapidez impactante.

Ahora podía afirmar que sabía qué se sentía al ser comprendido por una mujer. Y, por supuesto, aquello le gustaba.

La primera cita que habían tenido desembocó con ellos dos rodando entre las sábanas de la cama de la mujer. Y así se había descubierto Cyn a sí misma de repente, recordando con una enorme sonrisa en sus labios el sabor y el tacto de la piel de L, con las yemas de sus dedos y su lengua hormigueando ante la escena como si aún no se hubieran despegado de él.

Al día siguiente ella no había querido atosigarlo y había preferido dejar pasar algo de tiempo; tampoco quería arrastrarse o parecer demasiado ansiosa por más que se muriera de ganas de volver a estar con él. Así que, llegado el jueves pensó que era un buen momento para dar el paso y llamarlo.

Tan simple como preguntar amistosa si le apetecía salir de nuevo, para recibir una respuesta más que satisfactoria. Tras haber acordado lugar y hora colgó, quedándose tendida sobre la cama con los brazos abiertos y la mirada soñadora puesta en el blanco techo, sintiendo que su corazón iba a escapársele del pecho.

A L, en cambio, quien observaba el teléfono todavía en su mano sonriendo para sí, aquello le había encantado. Descubrir que Cyn, tal y como él había deducido cuando la conoció, era una mujer independiente que no lo asfixiaba ni pretendía acaparar toda su atención era algo que agradecía y lo llenaba de alivio, no estaba pendiente de lo que él hacía o dejaba de hacer, ni tampoco trataba de que él cambiara su forma de ser para que encajara con los demás, como ya le había sucedido en pasadas ocasiones con algunas otras mujeres con las que alguna vez salió.

Sí, definitivamente Cyn lo comprendía. Mejor de lo que ella misma esperaría.

Gohan había empezado su trabajo con gran tino y profesionalidad, motivo por el que, al cabo de poco tiempo, ya había sido merecedor de varios logros, detalle más que suficiente para terminar siendo bien considerado por los mandos superiores, que c...

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Gohan había empezado su trabajo con gran tino y profesionalidad, motivo por el que, al cabo de poco tiempo, ya había sido merecedor de varios logros, detalle más que suficiente para terminar siendo bien considerado por los mandos superiores, que cada vez estaban más interesados en él. Sin embargo, no faltaban quienes se sentían resentidos por ese cerebrito recién llegado. Algo con lo que el joven, por supuesto, ya contaba. Y era por eso que ponía cada vez mayor cuidado en cualquiera de sus acciones, por más irrelevante que estas pudieran parecer.

Fue así que, según fueron pasando los días, el expediente de un caso que nadie había resuelto aún fue a caer justo en sus manos por una de esas casualidades de la vida. En los archivos que había empezado a ojear, totalmente interesado, aparecían los datos de un hombre que había sido asesinado de una forma cruel y brutal. Lo habían descuartizado mientras aún estaba vivo, y al tratarse de algo tan escabroso, suponía él, sus superiores no habían querido perder tiempo y se habían lanzado en busca de toda pista posible, pero la falta de pruebas y el transcurso del tiempo hizo que los agentes terminaran desistiendo, pues nadie había sido capaz de encontrar algo coherente para resolver el caso.

Gohan no podía estar más que intrigado ante aquello y el brillo de renovado interés que había nacido en sus ojos negros ameritaba el esfuerzo que iba a emplear en resolver ese caso. Y en esa tesitura estaba, dispuesto a revisar todas las páginas del archivo cuando al ir pasando los folios encontró las fotografías y algo en ellas lo obligó a contener el aliento y a ajustarse mejor los lentes en un intento por cerciorarse de que no lo había imaginado.

Su rostro se tornó tan pálido al corroborarlo que bien podría haber competido con la blancura de la nieve. No fue por la violencia extrema que encontró en aquellas imágenes. Fue otro detalle el que lo tuvo en vilo.

Sin perder ni un segundo, empezó a pedir que le facilitarán las imágenes de otros casos no resueltos, atraído por una fuerte sospecha. Cuando obtuvo lo pedido y pudo volver a enfrascarse en aquel misterio, se percató de que en otro de los casos en el que habían decapitado a una mujer, estaba el mismo hallazgo. Cada vez más ávido y emocionado, terminó por encontrar lo mismo en otro caso de la misma índole, en el que a un pobre vagabundo le habían arrancado el corazón.

Nuestros demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora