Capítulo 17: Demonio

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Jones toca el piano. Me saca al menos una cabeza y tiene una notable joroba en la espalda. Una venda le rodea todo el abdomen, y tiene cicatrices en los brazos. Usa un pantalón de vestir, y la ya no tan impecable gorra del detective Thomson.

Voltea a vernos, pero al instante regresa sus ojos a la partitura y sigue tocando.

—Detective James Fisher. Parece que al fin siguió el rastro del almacén sur. Su ingenio le valió para hallar más que mi escondite. Miller me contó que descubrió al capitán Carter, y al rector del hospital; y supongo que, ya que ambos están aquí y no Laurence, él murió tratando de asesinar al alcalde. Entonces ya lo sabe todo.

"Detective Elizabeth Graham. Es una verdadera sorpresa para mí que nos acompañe. Laurence me advirtió que me cuidara de todos los portadores de insignias celestes; incluyéndola. Después de todo recuerdo quién me hizo esto. —señala su cuerpo vendado.

—Tú mataste a mi equipo. Maldito animal —se acerca unos pasos a Jones.

—¡Liz! 

El asesino deja el piano y camina hasta el estante. De un libro polvoroso y viejo saca un... cuchillo. Luego se nos acerca despacio. Liz intenta salir por la puerta, pero la tomo del brazo.

—No podemos irnos en este punto.

—Nos va a matar.

—No lo hará. ¿Si es el monstruo que todos dicen, por qué hasta ahora no nos ha matado?—Me giro de nuevo hacia el homicida.

—Chris. ¿Por qué mataste al equipo de la detective?

—Muchos me llaman demonio. Si había demonios en el pueblo, eran la unidad de la insignia celeste. Ayudaron a inculparme. Simples marionetas del capitán Carter, o del alcalde.

—¡Mentira! —grita la detective—. Yo conocía a esos hombres. Nunca harían algo así.

—Lo viví detective. No intente defenderlos.

—¿Y qué hay de tu madre? ¿Por qué la ibas a matar? —intervengo.

—Mi madre nunca corrió peligro. Cuando me seguiste al campo, tomé una ruta secundaria devuelta a la clínica. Me escondí, y en cuanto el oficial Henry Taylor salió del cuarto, hablé con Laurence. Me contó tu plan y no pensaba hacer nada, hasta que el oficial regresó y mencionó que dos policías con la insignia azul iban camino a donde estabas. Los asesiné y dejé fuera de combate al resto.

—No. Eso no pasó. A mis inspectores los atacaste con cuchillo.

—Ningún corte mortal. Con una atención decente se recuperarían rápido.

—Nos ibas a disparar.

—Nada más que un susto. Igual que el que le di en su casa cuando lo ataqué.

—Espera —dice Liz—. No puedes saber cuáles cortes iban a ser mortales y cuáles no.

—Claro que puedo. —Jones camina hacia los libros. Toma y lo arroja frente a nosotros. Dice «anatomía humana».

—En las alcantarillas peleaste como un monstruo —Liz sigue—. Éramos más de seis policías en mi unidad. ¿Cómo lo hiciste?

—Leyendo. —el asesino vuelve a su librero, y nos arroja otros dos. Uno tiene de portada nuestras pistolas, y el otro son dos personas peleando—. Sus armas tuvieron una notable mejoría en precisión, poder y facilidad de cargar, pero descuidaron que era un diseño muy abierto. Una gota de agua y sus armas se atoran.

"Nunca hay que subestimar al entorno. Si confundes a tu rival lo podrás superar con facilidad. Un rastro de sangre a seguir, a un ambiente en el que la confusión me dé la ventaja. Igual a masacre con riesgos mínimos. Si Laurence hubiera leído la mitad de estos libros hubiera llegado lejos. Como verán, solo asesino a mis monstruos del pasado.

Los misterios del caso JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora