Capítulo 11: Tensión en la comisaría

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Dentro de la oficina, las pilas de papeles se redujeron a casi la mitad. Mi jefe mira por la ventana de pie, jugueteando con su barba. Liz está sentada en su silla.

—¿Qué pasa?

—Ojalá lo supiera —responde la detective.

—Malas noticias Fisher —dice mi jefe—. Estás despedido.

Al unísono gritamos:

—¡¿Qué?!

—Me temo que la persecución fue más costosa de lo esperado. La ciudad entera demanda a la comisaría y no ganaremos, ni tenemos suficientes fondos para costearlo. Sin los favores que el alcalde nos está haciendo ahora no estaríamos aquí. Pronto vendrá un juez de la capital y debe encontrar todo el orden. Los oficiales serán despedidos. Deberá valer solo con inspectores y detectives.

—Soy un detective.

—Sabes que desde el principio, eso fue una farsa para que aceptaras el caso. Caso que nos superó a todos. Como sea en una semana organizaré un velorio para las víctimas de Jones, tanto directas como indirectas. Estás invitado.

—Jefe, no fue sencillo convencer a James de que aceptara el caso. Si lo sacamos ahora puede que ya no vuelva.

—Además teníamos un acuerdo señor.

Mi jefe se acerca a su escritorio y de un cajón saca una bolsa con dinero. Luego tira de su barba.

—Es de mi bolsillo. Hay suficiente para que te vayas del pueblo. Detective Graham, a partir de ahora tomará el caso Jones.

—Alto. Yo soy el detective del caso Jones y hasta que no lo atrape o muera, eso no cambiará. Ese fue el acuerdo.

—Estoy confundido. Creí que solo querías salir de aquí.

—Me iré. Por eso no se preocupe, pero antes llegaré al fondo de esto.

—Si te quedas un segundo más no podré pagarte nada, ni ahora ni en el futuro. No podrás dormir aquí ni alimentarte. Ni siquiera tener más munición de la que tienes cargada en tu pistola.

—Jefe. ¿No le parece algo extremo? Deberíamos de darle todos nuestros recursos y apoyos al hombre que más ha avanzado en la captura de la mayor calamidad en el pueblo.

—Thomson halló el escondite de Jones, e incluso Ross llegó más lejos que Fisher. No hace más que correr de un lado a otro de la ciudad siguiendo muertos. Solo por su persecución de anoche debería despedirlos a ambos, pero Miller no resolverá esto, el director de la academia está muy ocupado y no hay más detectives. Toma el dinero mientras puedes y vete.

—Capitán. Debo protestar. Si saca a James del caso yo no...

—No Liz. No será necesario. Trabajo gratis señor. Gracias.

Ambos me miran en silencio. Tan pronto salgo de la oficina me recargo en la puerta y reviso mi pistola. Quedan seis balas y deberán bastar. Camino hasta donde está el doctor con los cuerpos, pero antes de llegar a hablarle, escucho aplausos detrás de mí. Volteo y la detective está parada sobre el escritorio de recepción. Me mira y aplaude.

—No tengo ninguna duda de que el nombre del detective James Fisher pasará a la historia de este pueblo como el hombre que lleve a Chris Jones a su inevitable destino. Todos aquí deberían estar orgullosos de ser compañeros de este hombre que, a pesar de no ser pagado de ninguna manera, y de renunciar a sus sueños, sabe cuál es su deber. Felicidades, detective.

Todos en la sala empiezan a aplaudir también. Los veo, pero solo me doy la vuelta y sigo mi camino. Dentro John está sentado aun sobre una camilla, y el médico pasa de un cuerpo a otro con distintos instrumentos.

Los misterios del caso JonesWhere stories live. Discover now