Capitulo V: Un secreto revelado (I/III)

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Era pleno verano, los árboles en la colina detrás del palacio Adamantino estaban cargados de frutos maduros; el lago y la cascada, brillantes, con sus aguas templadas y sus arcoiris perennes

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Era pleno verano, los árboles en la colina detrás del palacio Adamantino estaban cargados de frutos maduros; el lago y la cascada, brillantes, con sus aguas templadas y sus arcoiris perennes. Las clases no comenzarían sino hasta el día siguiente. Era imposible para nosotros no pasar el día allí.

Aren se propuso mostrarle las pequeñas cosas que llenaban nuestra cotidianidad de esplendor a Gerald, así que todos estábamos en el lago, en las proximidades de la cascada.

—Entonces te quedas muy quieto, de esta forma —le explicaba mi amigo a Gerald, ambos pescaban. Aren tenía en su mano un largo hilo y en su extremo algunos gusanos—, y esperas que los peces vengan y muerdan el cebo.

Gerald lo veía escéptico, con una ceja levantada.

—¿Y por qué mejor no lanzamos una red encantada que los atraiga y ¡zas!, los atrapamos a todos?

Aren lo miró como si las palabras de Gerald fueran la cosa más absurda del mundo, tal vez olvidaba que el reino del dreki era atravesado por el gran río Dorm, y por lo tanto él debía tener suficientes conocimientos sobre cómo pescar.

—¡Matas el entusiasmo, querido amigo! ¡Esto es un deporte, un noble deporte! —Entonces, con voz teatral añadió—: ¡Es el hombre contra la bestia!

Sin embargo, después de una larga espera parecía que la bestia le estaba ganando al hombre. El sol ya brillaba alto en el cielo y nuestros estómagos rugían de hambre.

—Vamos más abajo Gerald, veamos quien pesca más —le dijo Aren a nuestro visitante, con una gran sonrisa.

Aren lanzó su hilo "agusanado" y Gerald una hermosa red cubierta con su energía espiritual que la hacía brillar en un tono verdoso.

—Miren y aprendan chicos —dijo mi amigo con petulancia.

Pero en poco tiempo fue la red de Gerald la que estuvo cargada más o menos con diez peces gordos que saltaban desesperados por escapar.

—Parece que serás tú quien deba aprender, Aren —le dijo Gerald con una sonrisa triunfal señalando su red.

Él se echó a reír, feliz de ver al dreki de Doromir pescar.

—Gerald —dijo—, ahora no podrás olvidar nuestro hermoso río ¡Mira cuantos peces tiene tu red! Apuesto que los del Dorm no son tan grandes.

Yo miré asombrada a mi amigo, orgullosa de él. Era tan noble, incapaz de sentirse celoso porque el joven nuevo pescaba mejor que él. Gerald también lucía feliz. Quise meterme y ayudar a sacar la red, pero un fuerte retortijón en mi estómago me lo impidió. Me doblé sobre mi cintura sintiendo las náuseas ascender a mi boca. Volvía a sentirme mal. Sin poderlo evitar resbalé desde la piedra donde estaba, directo al agua.

En seguida Aren vino en mi auxilio.

—¡Soriana!

Me ayudó a salir del agua, yo me senté en la orilla presa del dolor de estómago. Gerald y Erika también se acercaron.

Augsvert II: El exilio de la princesa (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora