V E I N T I C I N C O

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 Su corazón aún latía con prisa y su pecho subía y bajaba a causa de su respiración irregular desde el momento en que se encontró a Zabdiel y Richard golpeando la puerta del baño en la habitación del moreno

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Su corazón aún latía con prisa y su pecho subía y bajaba a causa de su respiración irregular desde el momento en que se encontró a Zabdiel y Richard golpeando la puerta del baño en la habitación del moreno. Había intentado mantenerse calmada –de verdad lo intentó–, sobre todo cuando notó que a Richard lo invadió un ataque de ansiedad, pero ¿cómo podrías mantener la calma cuando encuentras a la persona que amas desmayada en medio del cuarto de baño y puedes notar una pequeña bolsa transparente con un polvo blanco tirada a un lado, justo junto a él? ¿Cómo?
 
Ahora, su cuerpo estaba de pie detrás del sillón grande en el que se encontraban sentados sus amigos, y aunque podía escuchar en la lejanía la voz de Alison –seguramente regañándolos–, no podía parar de pensar en lo sucedido. No podía parar de pensar en lo jodido que debió haber estado Erick para hacer aquello. Ella sabía que muchos artistas –varias personas comunes y corrientes– recurrían a ese tipo de sustancias cuando no podían ni con ellos mismo; pero también sabía que las personas que lo hacían, lo hacían para intentar llenar un vacío que, como no podían llenarlo con lo que correspondía, trataban de rellenarlo con este tipo de cosas que solo hacían que el vacío se vuelva cada vez más grande.
 
Y le dolía saber que Erick también podía sentirse vacío.
 
Pero esa era la realidad; la dolorosa realidad. Ese tipo de dolorosa realidad que hace que derramaras las lágrimas más grandes de toda tu vida. Y así lo hizo Madison; en el momento que trataba de despertar a Erick sólo pudo desesperarse y varios minutos después de haberlo encontrado, logró su cometido, y fue entonces que gritó y su llanto no tardó en acompañar a sus sollozos, porque por unos segundos su mente le jugó una mala pasada y comenzó a volcarle imágenes de lo que podría pasar si Erick no despertaba.
 
Le desesperaba el simple hecho de simplemente haber tenido que esperar a que Erick despertara por su propia cuenta, porque por más sacudidas que le dio a su cuerpo, era efecto de la droga que había consumido hacia no mucho tiempo. Entonces, temiendo echarse a llorar ahí mismo frente a Alison y Clara, dio un fuerte suspiro y trató de oír lo que la rubia decía.
 
—... así que la próxima que pase algo como esto, tendrán atenerse a las consecuencias, ¿han entendido? —finalizó con voz dura.
 
Y Madison no pudo controlar su más grande impulso en ese momento.
 
—Esto no hubiese pasado si vos estuviese haciendo tu trabajo como te corresponde —soltó sin pensarlo. La rubia frunció su ceño y llevó su mirada a ella de inmediato, al igual que Zabdiel, Richard, Erick y Joel sentados frente a ella.
 
—¿Cómo dijiste?
 
—Como escuchaste, Alison —dijo con obviedad—. Solamente hace falta conectar unos pocos puntos. Pero tranquila, nada más las personas inteligentes lo pueden hacer —se encogió de hombros, con burla. Y antes de que pudiera decir algo, siguió diciendo—. Si vos estuvieses haciendo bien tu trabajo, la vida de los chicos sería mucho menos mierda de lo que es hoy en día, y al ser sus vidas menos mierda, este tipo de situaciones seguramente no existirían para ellos. Pero, repito, eso solamente pasaría si hicieras lo que te corresponde... pero como no lo hacés...
 
—¿Crees que es fácil hacer lo que yo hago? —cuestionó, con tono amenazante.
 
Sin embargo, no se sintió amenzada ni un solo segundo.
 
—Nunca dije que es fácil, digo que podrías hacerlo mejor —respondió sin lugar a dudas.
 
Alison elevó una de sus cejas y soltó una risa sin gracia.—Quisiera verte intentando hacer todo lo que yo hago por estos idiotas...
 
Algo en el estómago de Madison se revolvió, pero alguien más rápido que ella y habló antes que la morena pudiera hacerlo.
 
—¡Estoy harto de que todo el maldito tiempo nos trates como la mierda, Alison! —soltó Zabdiel poniéndose de pie.
Entonces, algo que nunca había pasado y que nunca creyeron que pasaría, pasó. El sonido de una bofetada resonó en la habitación e hizo que todos allí se mantuvieran en silencio a causa de la sorpresa que aquello causó. Erick y Richard, que se había estado abrando el uno al otro como consuelo de lo que había pasado hace un par de pocas horas, se irguieron en sus sitios; y Joel se puso de pie, aunque no pudo hacer nada más, sus ojos aún se encontraban abiertos como platos por la incredulidad que le causaba toda la escena.
 
Madison, quien se mantenía cruzada de brazos y a la defensiva, los dejó caer y abrió su boca por la sorpresa; Clara, a un lado de la habitación y queriendo –como siempre– mantenerse al margen de la discusión, cubrió su boca con sus dos manos para que el gemido de sorpresa no saliera de allí. Mientras Zabdiel llevó su mano a su mejilla –la cual comenzaba a sonrojarse y no por razones de timidez–, Alison frunció aun más su ceño.
 
—¡La próxima vez que te atrevas a gritarme, tomaré otra medidas, Zabdiel! —le amenazó, entonces la argentina no pudo evitar hacer lo que hace mucho tenía ganas de hacer.
 
—Y vos la próxima vez que le toques un solo pelo a alguno de estos chicos te vas a arrepentir...
 
—¿Eso ha sido una amenaza? —cuestionó con seriedad.
 
Madison elevó una comisura de sus labios.—Y... si te pica, rascate —Se encogió de hombros con un deje de gracia.
 
—¿Y qué harás, si se puede saber?
 
—No respondo de mí cuando me enojo, Alison. Así que imaginate.

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