Día 22. Mirar el atardecer.

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Había sido un largo día de patrullaje, había tenido un día aún más pesado en la escuela y el trabajo. Peter sentía que todo era demasiado, a veces solo quería dejar todo y desaparecer, pero no podía, el mundo necesitaba a spiderman.

— Spidey, hola— Dijo alguien encima de su cabeza.

El castaño observó a quien lo llamaba, sabiendo ya de quién se trataba, Deadpool estaba encima de una escalera de incendios, de cabeza.

— ¿Qué haces ahí?

— Oh quería probar una entrada de las tuyas, saber que las hace tan geniales que te apareces así todo el tiempo, — Hablo a la ligera, pero después de un segundo, él se cayó, algo que cualquier otro día podría haber hecho reír a Peter, pero no lo hizo, cosa que el mercenario noto— ¿Sucede algo, arañita?

El mencionado suspiro, ayudando a levantarse a su amigo, simplemente negó con la cabeza y se despidió.

— Honestamente solo tengo ganas de tirarme en mi cama y dormir hasta el próximo apocalipsis.

Lo que probablemente sería a la mañana siguiente, con la suerte que tenía, el apocalipsis lo despertaría a la mitad de la noche.

— Por qué no me acompañas a un sitio— Ofreció, Deadpool.

Peter se iba a negar, pero el mercenario lo tomo de los hombros y los llevo a ambos por la ciudad de Nueva York, Deadpool los llevo a un barrio chino que Peter solo reconoció porque el mercenario lo había llevado en otras ocasiones.

El mercenario se acercó a un puesto de comida y hablo con la dueña.

— Señor Pool, — Llamo la señora alegre, con un ligero acento— Su pedido está listo.

Al parecer había pedido comida para dos, Peter pensó que no había mucho de espontáneo o casualidad en su encuentro, pero no le tomo mucha importancia. Caminaron un poco más, hasta un edificio alto donde se detuvieron y Deadpool extendió sus brazos hacia él.

— Llévanos al techo, Spidey.

Peter bufo, pero aun así lanzo una telaraña y dejo que el mercenario lo abrazara para subir al techo. Sin dejar de abrazarlo por la cintura, Deadpool los llevo a un desnivel cerca del borde y lo obligó a sentarse para comer.

El mercenario lo hizo reír, lo obligó a comer fideos grasosos y se quedaron hasta que anocheció, viendo al cielo pasar de azul a naranja y tonos morados y rozados.

La vida era difícil, tenía muchas responsabilidades y ser un héroe nunca fue fácil, pero siempre había momentos como ese, en el techo comiendo comida china barata, junto con un amigo especial, en el que estaba seguro que todo valía la pena.

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Les juro que según yo si había publicado 😅
No sé qué me pasó, pero en un momento público el de hoy.

Besos, se les quiere.

Fluff-tober 2021Where stories live. Discover now