Día 5. Cafetería.

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Severus suspiró de forma inaudible mientras el barista le entregaba su café negro, el moreno le guiño el ojo y Severus sintió como su corazón latía de prisa; llego a su mesa sintiendo que sus piernas temblaban y confiando que no se notara en su cara lo afectado que se encontraba. Por supuesto que su mejor amigo lo conocía demasiado bien.

— Deberías invitarlo a salir.

— Cállate, — Dijo, sintiendo que sus pálidas mejillas se oscurecían.

Regulus se encogió de hombros indiferente a su tono peligroso.

— Es mi hermano, créeme cuando digo que no te rechazara, nunca deja de preguntar por ti.

Severus lo miró con escepticismo, se conocían desde el instituto y había tenido una especie de crush desde la llegada de la pubertad, si tuviera una oportunidad ya lo habría notado. Luego su atención fue atraída por el guapo barista Sirius Black, con sus largos rizos oscuros amarrados en una coleta baja, con un piercing en sus labios rojos y carnosos, su mirada gris que prometía aventuras y sus musculosos brazos bronceados donde se adivinaban un par de tatuajes más allá de su uniforme de la cafetería.

Escucho a su amigo bufar, pero no le hizo mucho caso hasta que se levantó de su mesa.

Severus observo atónito como se dirigía al mostrador y le decía algo a su hermano al oído, y como este enrojecía y comenzaba a replicar algo, Regulus simplemente insistió un poco más serio en lo que sea que le estuviera diciendo. Al final, Sirius salió del mostrador y se acercó con su hermano a donde Severus se encontraba, al momento se tensó, sintiéndose sumamente nervioso.

— Hola, Severus. — Saludo con una sonrisa coqueta, el moreno.

— Hola. — Severus sonó seco y tembloroso, lanzo una mirada de odia a su ahora exmejor amigo.

Esto por supuesto no lo intimido en lo más mínimo.

— Idiotas...— Dijo Regulus rodando los ojos, — Le gustas, se gustan, ahora por favor resuelvan sus cosas y déjenme tomar mi mocca en paz.

Como para recalcar su punto, tomo su taza de café y se dirigió a una mesa vacía al otro lado del establecimiento. Ambos chicos se le quedaron viendo con asombro, hasta que Sirius comenzó a reír, Severus esbozo una sonrisa, contagiado por su risa.

— Hemos llegado al borde de la paciencia del pequeño Reg.

Severus asintió aun sonriendo. Sirius lo observo con intensidad, con uno de sus brazos recargado en el respaldo de la silla donde estaba sentado, en una postura que aparentaba relajación.

— Entonces... ¿Quieres ir por un café?

Severus rodo los ojos, pero la gran sonrisa en su rostro mientras asentía, era muy sincera. 

Fluff-tober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora