Día 11. Primera vez, no sexual.

143 9 2
                                    

— Estoy algo nervioso.

— Es normal, relájate y ve con cuidado... 

— No estoy seguro de esto, Lucius.

El mencionado sonrió, — No seas un llorón, Lupin— Lucius soltó la mano del castaño y dio un par de pasos lejos, — Es solo una cabalgada. 

Remus estaba en tensión encima del pegaso donde, en conjunto con un instructor Lucius lo había ayudado a subir. El rubio subió a otro caballo de color avellana con mayor facilidad y movió al caballo alado para acercarlo a Remus.

— Creí que haríamos algo que ninguno de los dos hubiéramos intentado antes.  

— Tuve clases de equitación, pero nunca he montado en un caballo alado.

Astuta serpiente, pensó Remus mientras el instructor les repetía las advertencias que debían tener con los pegasos. Habían decidido tener su luna de miel haciendo cosas que ninguno de los dos hubiera intentado, la primera era volar en un caballo alado, después iban a tener una tarde en el spa (uno muggle, dado que Lucius si había estado en uno mágico) y terminarían su día viendo el atardecer en la Toscana, lugar en el que se encontraban en ese momento. 

El paseo salió también como Remus creyó y fue un milagro que pudiera mantenerse encima del caballo. Al terminar le dolían las piernas y la pelvis, pero nunca olvidaría la cara de su esposo al volar sobre un caballo, tan bello y etéreo como una Valkiria.

— Fue divertido, — Dijo, y Lucius sonrió con suficiencia vanagloriándose de que su idea hubiera salido bien después de que Remus tuviera tantas reservas al respecto.

Se ducharon y cambiaron sus túnicas por ropas más muggles, Lucius se quejó todo el camino sobre su necesidad de hacer las cosas a lo muggle aunque el castaño sabía que en cuanto recibiera su facial y un masaje pararía con sus reservas. 

La tarde en el spa fue tan buena como la mañana montando, Lucius no se quejó para nada de los cuidados que recibía de todos los muggles y aunque tuvo sus reservas ambos disfrutaron de un baño de lodo que, según decían, tenían propiedades curativas. 

Remus observo como su marido maquinaba como comprar de ese barro para llevarlo a casa, pensando en lo afortunado que se sentía pese a todo, si, Lucius había sido un grano en el culo la mitad del tiempo que se habían conocido; pero había valido la pena cada pelea, discusión y momento de frustración, tragarse el veneno que soltaba cada dos por tres, Lucius lo había valido porque era atento, hermoso, leal, inteligente y sobre todo lo amaba aun con sus defectos. 

Habían superado juntos muchas cosas, lo había ayudado con la gran inseguridad que le generaba el ser un hombre lobo e incluso le ayudo a adquirir pociones de mejor calidad. Lucius era el amor de su vida y Remus se sentía el hombre más afortunado del planeta por tenerlo a su lado.

Cenaron en un restaurante exclusivo y tal como lo tenían previsto, terminaron su día en su hotel, viendo el atardecer desde su balcón. 

Lucius recargo su cabeza en el hombro de su esposo, las palabras "te amo" quemando por salir de su boca, pero no quería arruinar un momento tan hermoso y único diciendo algo que Remus ya sabía. El castaño debió pensar lo mismo porque solo apretó su agarre en la cadera del rubio mientras soltaba un suspiro. 

Fluff-tober 2021Where stories live. Discover now