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Dedicado a todos los que me han acompañado en este bonito proceso, pero sobre todo  a los queridos  saguian22 florflor40  Jazel_KK SofaVCh JustTwoLovers sarange77

Muchas gracias por sus comentarios y por sus votos. El apoyo que han dado a esta historia es invaluable para mí.

***

Una mañana, dos semanas  después de los lamentables eventos, Ana se levantó temprano.

Era un agradable domingo que pensaba pasar en casa. Las cosas no habían ido mal, sus amigos estaban establecidos y dedicados a sus respectivos empleos, lo mismo que ella.

Era Iván quien le preocupaba.

No volvió a decir palabra desde  la crisis que tuvo. Parecía ausente, dormía poco.

Ana lo sabía, porque lo mudó a su propia habitación para vigilarlo desde el primer día. Dócil, no se molestó en oponerse. Pero nada hubo entre ellos. Dormían sin tocarse.

La mayoría de las noches, sin embargo, ella dormía y él miraba el techo. O se levantaba y deambulaba por la casa.

Cuando alguien le ponía un plato de comida en frente, picoteaba, consumía algunos bocados y se alejaba, alegando náuseas. Era agradecido y amable, pero firme en su negativa.

Y cuando Esteban llegaba de trabajar, lo metía a la regadera como a un gato. Los primeros días tuvieron que bañarlo entre Ana y él. Con los días, Iván pudo hacerlo por sí mismo.

Eduardo en general, se mantenía aparte, interactuando lo menos posible con el rubio. No era que le tuviera miedo o aversión. Su deseo era dejar todo atrás.

Lamentaba los hechos ocurridos con Gabriel. No solo no le tenía rencor, sino que le estaría agradecido de por vida por haberlo salvado de una muerte espantosa. Quizás estar tan cerca del peligro y librarla por la intervención de un ángel, le hizo valorar su existencia y las cosas buenas que tenía.
Como Esteban, que estaba feliz de haber recuperado a su pareja y empezaba a hablar de matrimonio.

Cuando nadie lo obligaba a bañarse, alimentarse o dormir, Iván miraba por la ventana.

Podía hacerlo por horas, de día o de noche. No le importaba nada de lo que ocurría a su alrededor.

Esa temprana mañana de domingo, Iván estaba en la cocina, con aspecto de perdido. Tenía un vaso lleno de leche frente a él, al que observaba, como si fuera un traidor.

—Buenos días, guapo —. Le dio un beso en la mejilla. Él la miró con afecto, pero no quedaba ni sombra de lo que fue antes—. Me alegra verte aquí.

Era el primer día que se levantaba por su propia voluntad. Se veía duchado y bien vestido, con un pantalón negro y una camisa azul. Su ropa le iba un poco grande. Su cabello también estaba más largo, peinado con pulcritud hacia atrás.

Ana pensó que tal vez hubiera esperanzas. Se había servido por cuenta propia un vaso de leche. Era un avance. Aunque todavía no bebía ni un sorbo.

Se ocupó buscando en el refrigerador los leche, huevos y mantequilla para preparar algo sustancioso.
Haría una tonelada de hot cakes para su familia, compuesta por tres hombres grandes y fuertes.

DénnariWhere stories live. Discover now