"Otoño en llamas"

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"En llamas, en otoños incendiados, arde a veces mi corazón. Puro y solo.
El viento lo despierta, toca su centro y lo suspende.
En luz que sonríe para nadie: ¡Cuánta belleza suelta!"

Octavio Paz.

Predominaba el color marrón en esa habitación amplia y acogedora. Una agradable combinación de rojos, amarillos y dorados que daba la impresión de que alguien había rociado otoño por ahí, con un suave aspersor.

La luz de la luna llena y radiante se colaba por el ventanal que sustituía la mitad izquierda de la pared y del otro lado, en una mesita redonda, algunas velas tan anchas como una taza, traslúcidas y decoradas con flores y frutas ardían con suave fuego, emitiendo un aroma discreto, fresco y enervante.

Ana entró y dejó un par de batas de hombre en una silla con orejas, situada entre el ventanal y la puerta del baño. Las dos prendas eran nuevas y se veían costosas; gris Oxford una y color tabaco la otra. Tenían una discreta "E" bordada en la solapa.

Gabriel no preguntó por qué Ana guardaba batas de hombre; la inicial era suficiente pista como para sospechar el destino de las prendas.

En cambio, continuó curioseando mientras Iván estaba en el baño.

—Es hermosa tu habitación. ¿Tú la decoraste?—preguntó, señalado con un gesto la cama.

Si acaso se sentía intimidada, no lo demostró. Su voz era suave, amable. Solo un pequeño pie agitándose delataba su posible nerviosismo.

—No. Es la habitación de invitados. La hermana de Esteban estudiaba decoración de interiores y necesitaba un espacio para su proyecto final. Se lo ofrecí. Lo llamó Fall on fire. Dijo algo como: el erotismo y la belleza se confunden con la sensualidad. Obtuvo un sobresaliente.

En llamas, en otoños incendiados, arde a veces mi corazón —susurró el chico, con los ojos cerrados. Sonrió, evocando alguna experiencia inolvidable—. Es el poema favorito de Iván.

La miró como hacen los hombres cuando desean a una mujer; de arriba a abajo.

—Es perfecto el nombre y tu amiga es talentosa, aunque la belleza de este lugar no está confundida de modo alguno. Todo es hermoso y sensual, empezando por ti.

Ana sintió que su corazón saltaba, tal cual un grillo aterrorizado. No parecía ese tipo de hombre que desnuda mujeres con el pensamiento tratando de averiguar la mejor forma de meterse entre sus piernas lo antes posible, sin que importe ni siquiera, el nombre de la susodicha. No emitía esa bestial desesperación digna de un primate.

Por eso no supo muy bien cómo responder.

Ese hombre hablando de esa manera, mirándola así, hubiera podido hacer con ella lo que él quisiera. En un instante.

Si Ana no tuviera muy presente a Iván.

"Sí. ¡Ya sabes, chica!", pensó. "Alto, rubio, guapo, guapísimo, gay, novio de este, que también es gay".

Ella no podía permitir que la atmósfera romántica, el incitante aroma de las velas y la seducción de uno de los hombres más guapos que había visto en su vida, la arrastrara a deseos y pensamientos sin sentido. ¡Por qué a esos dos no les gustaban las mujeres! Solo jugarían con ella.

Ana respondió con una voz plana.

—Cuando bautizó su proyecto y me lo mostró, pensé que era una loca y me reí, pero ¡mira, qué cosas! Le diré que estaba en lo cierto.

DénnariWhere stories live. Discover now