Capitulo 30

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Aquella tarde, tras acabar unas compras. Christopher llego a casa del entrenador para devolverle el coche, y este pregunto preocupado:

Entrenador: - Pero ¿qué ha pasado?

Christopher no entendía a qué se refería y frunció el ceño; Norton aclaro:

Entrenador: - Tn ha llamado hace un rato y ha dicho que estará unos días fuera de Milán porque necesita pensar y...

Chris: - ¡¿Cómo?! –se sobresaltó al escuchar aquello.

Entrenador: - ¿No te ha llamado a ti?

Chris: - No.

Rachel, que en ese momento se acercaba a ellos, suspiro al descubrir que Christopher no tenía ni idea de su marcha; era una huida.

Rachel: - ¡Aisss, Dios mío! ¿Dónde estará esta muchacha?

Tratando de entender por qué se habría ido, Christopher empezó a llamar por teléfono a Tn mientras entraba en la casa de sus padres.

Chris: - ¿Ha pasado algo con el asistente social?

Rachel: - Me ha dicho que todo ha ido bien, pero que se marchaba unos días fuera de Milán para pensar. Le he preguntado por ti, pero ella solo ha dicho: "Mamá... ahora no" –le respondio; Norton ni siquiera podía hablar, se tocaba el pelo con nerviosismo.

Chris: - No atiende –protesto.

En el lujoso salón del entrenador Norton, Christopher exigió, totalmente confundido:

Chris: - ¿Dónde esta Tn?

Entrenador: - No lo sé, muchacho.

Rachel: - Eso quisiera saber yo, hijo.

Al oírlo, Christopher no lo pensó más e insistió con las llamadas. El móvil daba señal pero ella no atendia. Eso lo enfurecio aún más.

Rachel: - ¿Han discutido?

Chris: - No.

Rachel: - Pero ¿qué ha pasado entonces durante su encuentro?

Chris: - Le he hablado de mis sentimientos y ella parecía reaccionar bien, aunque ha dicho que tenía miedo. Le he pedido que olvidara los miedos pero por lo que veo, no lo ha hecho.

Rachel: - Cuando vea a esa jovencita a la cara, ¡juro que la mato por cabezona!

Christopher estaba bloqueado, no sabía que pensar; aquella huida sí que no se la esperaba.

Chris: - ¿Han llamado a Antonella para preguntarle?

Entrenador: - Sí, muchacho, eso ha sido lo primero que ha hecho Rachel, pero dice que ella también ha recibido un mensaje de Tn indicándole lo mismo.

Chris: - ¿Y a Enzo?

Rachel y Norton se miraron. Oír hablar de aquel hombre les hizo torcer el gesto; el entrenador respondió:

Entrenador: - No, no tenemos su número.

Sin dudarlo, Christopher llamo a Antonella y le pidió el teléfono de Enzo. La joven, al notar su voz de enfado, prefirió no dárselo, no quería arruinarlo más, pero prometió llamarlo ella. Dos minutos después, sonó el teléfono de Christopher. Era Antonella para informarle de que Enzo tampoco sabía nada.

Colgó enfadado, molesto, casi entrando en una furia. Christopher miro al entrenador.

Chris: - Ella había quedado conmigo en vernos en mi casa.

Entrenador: - Pues lo siento, muchacho...

Chris: - ¡Maldita sea! ¿Dónde se ha metido? –susurro enfadado.

Rachel, al ver el estado del joven, y sobre todo como le temblaban las manos, lo tomo del brazo.

Rachel: - Tomate algo, Christopher, lo necesitas.

Durante unas horas se sintió protegido por la familia de Tn, estaba más angustiado que en toda su vida. ¿Dónde estaba ella?

El entrenador y su mujer, con la intención de relajarlo, le contaron infinidad de cosas de Tn que al final lo hicieron sonreír. Ellos sabían que Tn estaba bien, había hecho lo que hacía siempre cuando tenía un problema: desaparecer unos días y pensar. A ellos no les extrañaba pero a Christopher sí, y hasta que vieron con sus propios ojos que se tranquilizaba, no lo dejaron marcharse a casa.

Aquella noche el jugador no pudo pegar un ojo; ¿dónde estaba Tn? Repasaba mentalmente una y otra vez lo ocurrido con ella e intentaba entender por qué había reaccionado así. Y solo pudo pensar en sus miedos: miedo a la decepción, miedo al rechazo... y eso lo enfureció aún más. Tn era la mejor persona que había conocido en su vida y no se merecía tener tanto miedo, y menos con él.

A las 6 de la mañana, harto de dar vueltas en la cama, se levantó. Llamo de nuevo al teléfono de ella, pero no respondió. Tras dejarle un nuevo mensaje pidiéndole que lo llamara, colgó. Al final decidió hacer ejercicio. Se puso un chándal, tomo a su perra y salió a la calle. Necesitaba sentir el aire fresco y correr.

Regreso una hora después. Al entrar en casa tenia sed; cuando abrió el refrigerador para tomar agua fresca, sonrió al ver las botellas de Coca-Cola que había comprado la tarde anterior para Tn, y sin poder remediarlo abrió el congelador, donde se quedó mirando como un tonto el helado de plátano.

Minutos después, malhumorado por no saber donde estaba, cerro el congelador de golpe y algo cayo al suelo. Al agacharse para recogerlo, vio que se trataba del imán para la nevera que ella había comprado en la tiendecita de Volterra. Y de pronto, su mente se despejo, su corazón latio con fuerza y supo donde estaba Tn: estaba en Orta San Giulio, en el hotel de su amiga, I1 Rusticone, un lugar del que ella le había hablado en alguna ocasión.

Sin tiempo que perder, encendio el ordenador y vio en un mapa de cerreteras que aquel lugar estaba a menos de 100 kilometros. Se ducho rápidamente, quería salir hacia allí cuanto antes.

Ya en la carretera, llamo a Norton desde el manos libres.

Chris: - Creo saber donde esta, entrenador.

Entrenador: - ¿Lo sabes? ¿En serio?

Christopher sonrio, estaba casi seguro, pero prefirió ser modesto.

Chris: - No te lo aseguro al 100%, pero...

Entrenador: - ¿Dónde crees que esta mi hija?

Al escucharlo sonrio, no pensaba darle más datos.

Chris: - Norton, si doy con ella, te volveré a llamar. Y, por favor, si llama, no le digas nada ¿de acuerdo?

Norton sonrió; le gusto el empeño de buscarla por parte del muchacho, le demostraba lo mucho que necesitaba y quería a su hija.

Entrenador: - Encuéntrala y llámame.

Chris: - De acuerdo, Terminator –sonrió antes de colgar.

En el camino rogo a todos los santos que ella estuviera allí. Si no estaba, no sabría por dónde seguir buscándola, no tenía un plan B. Al poner música, no se sorprendió al encontrar dentro de la disquetera uno de los CD de Tn. ¡El Rey! Elvis Presley lo acompaño durante el trayecto, y su música lo hizo sonreír. Cuando llego a Orta San Giulio, pregunto por el hotel.

Al reconocerlo, los lugareños lo saludaban encantados. Ante ellos estaba Christopher Velez "el toro ecuatoriano", el futbolista que muchos veneraban. Aprovechándose del influjo de su fama, no lo dudo y les pidió información. Necesitaba saber si en el hotel I1 Rusticone se alojaba una mujer llamada Tn Norton, y si así era no quería que ella se enterara de su visita. Sin tiempo que perder, uno de los paisanos se marchó en busca de noticias. Aquel pueblo no era muy grande y podía enterarse rápidamente.

20 minutos después, regreso con buenas noticias. Una joven, amiga de la dueña y de nombre Tn, se alojaba en el hotel. Christopher aplaudió emocionado y llamo al entrenador para darle la buena noticia. Colgó, dispuesto a demostrarle su amor; miro a los hombres que lo rodeaban, felices por poder ayudar a su ídolo.

Chris: - Necesito otro favor.

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