Capitulo 10

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El domingo por la mañana el humor de Christopher había mejorado. Cuando se levantó, se tomó un café mientras leía la prensa. Allí aparecía él, agarrado a Bimba, junto a varios de sus compañeros. Después se metió en el gimnasio e hizo algunos estiramientos. Eso le vendría bien.

Cuando acabo, puso música. Coldplay siempre le hacía venirse arriba. Se metió en la ducha y, de pronto, sonó su móvil. Ni se preocupó. No quería hablar con nadie. 10 minutos después, mientras se vestía, volvió a sonar el móvil. Esta vez sí atendió, era su representante, Toni Terón, con quien comento algunas cláusulas de un contrato para anunciar ropa deportiva.

Toni: - Verdaderamente te vi bien anoche.

Chris: - Si, estoy contento, creo que la fisio está haciendo un buen trabajo –reconoció masajeándose la pierna derecha.

Toni: - Por cierto, hablando de la fisio, ¿no crees que sus honorarios son excesivos? Vamos... ni que te recubriera la pierna de oro cada vez que te ve.

Chris: - Su trabajo lo vale. Tú mismo has visto lo bien que estoy.

Toni: - Lo sé... lo sé... también te quería comentar el tema de los pagos a la fisio, creo que te lo podrías desgravar al tratarse de algo así.

Sin saber a qué se refería, Christopher se sentó en una silla y murmuro:

Chris: - ¿Algo así? ¿A qué te refieres?

Toni: - Los pagos que me ordenaste gestionar cada semana, van íntegramente a una cuenta de una institución llamada La casa della nonna.

Chris: - ¡¿La casa della nonna?! –repitió sorprendido.

Toni: - Es un hogar para niños sin familia. Qué pena, macho, esas cosas me pueden.

Escucho con asombro lo que su representante le estaba comunicando, y antes de colgar le pidió la dirección de aquel lugar. Pasmado, se puso a investigar con su portátil, leyó todo lo que encontró de la casa de acogida, mientras se daba cuenta de que Tn acababa de sorprenderlo, otra vez: el dinero que él le pagaba no era para ella, era íntegramente para aquellos niños. Ella y sus secretos.

Llamo a un taxi y decidió visitar aquel centro. No tenía nada mejor que hacer. Cuando el taxista paró ante el chalé a las afueras de Milán, se estremeció al ver el aspecto añejo del lugar. Necesitaba unas buenas reparaciones exteriores, y viendo aquello se imaginó como estaría la casa por dentro. El taxista, emocionado por llevar a Christopher Velez, no cabía en sí de gozo, y le propuso esperarlo. Christopher acepto y, ayudado por su muleta, salió del taxi.

Cuando abrió el portón para entrar en el jardín, varios niños de diferentes edades lo miraron: era un extraño, pero como ocurría la mayoría de las veces, en cuanto lo reconocieron, corrieron hasta él.

Niño 1: - ¿Eres Christopher Velez? –pregunto un niño morenito con gafas.

Niño 2: - ¿El delantero del Inter? –insistió alucinado otro niño algo mayor.

Con una gran sonrisa, asintió y murmuro:

Chris: - Si, amigos, ese soy yo, pero cuidado, que llevo la muleta.

El alboroto que se organizó en ese momento fue espectacular. Los niños se juntaron a su alrededor deseoso de preguntar cientos de cosas. Era tal el tumulto que se organizó, que una mujer salió para ver qué pasaba y al ver la revolución que había causado el desconocido, pregunto extrañada:

Mujer: - ¿Qué ocurre, chicos?

Niño 3: - ¡Es Christopher Velez, nonna. El futbolista del Inter! –grito uno de los pequeños.

¡Ni lo sueñes! Where stories live. Discover now