Capitulo 17

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La visita al cirujano fue muy bien, como era de esperar. El especialista le paso el informe al jefe de los servicios médicos del Inter, que certifico que, en unos días, Christopher podría retomar los entrenamientos con el resto de sus compañeros. Los dos aplaudieron.

Christopher le comento a su entrenador que antes de volver bajo sus órdenes tenía pensado hacer una pequeña escapada de relax a la Toscana, sin peligro alguno; al entrenador le pareció correcto, si bien era cierto que no sabía que su hija lo acompañaría en la escapada.

Tn paso a las 11 a buscarlo, metieron un ligero equipaje y a Loca en la parte de atrás y se dispusieron a emprender la ruta.

Tn: - Allá vamos, Volterra.

Tn se empeñó en conducir y, finalmente, Christopher accedió.

Al salir de Milán, pasaron un peaje hasta llegar a la salida A-15, que los llevo a Parma, desde allí continuaron hasta la Spezia, donde pararon a comer algo, luego siguieron con su camino. Al llegar a Pisa tomaron la salida Ponsacco, hacia Pontedera, y por último, llegaron a Volterra. El trayecto se resumió en 5 horas de continuas bromas y confesiones.

Cuando la joven detuvo el coche, se quedó mirando la bonita casita de campo en tono sepia.

Tn: - ¡Que locura...!

Christopher saco a la perra de la parte de atrás y presagio, mirando aquel sitio:

Chris: - Si te gusta por fuera, ya verás por dentro. La reforme y ha quedado preciosa.

Encantada por lo que veía, camino hacia la puerta, que se abrió de pronto. Aparecieron un hombre, una mujer y unos niños quienes corrieron a saludar a Christopher. Él solto las bolsas y, tras agarrar a los pequeños, que literalmente se colgaron de sus brazos, dijo mirando al matrimonio:

Chris: - María, Eduardo, ¿cómo están?

Eduardo: - Bien, Christopher, muy bien, ¿y tú? -se interesó mirándole la pierna.

Chris: - De maravilla, mi recuperación va muy bien, y dentro de poco ya me verán jugando de nuevo con mis compañeros.

La mujer, al imaginarse que sus pequeños lo estaban molestado, los regaño:

María: - ¡Dodo! ¡Sindia! ¡Quietos, niños!, no molesten a Christopher.

Al escucharla, Christopher se echó a los pequeños a la espalda y respondió divertido:

Chris: - Tranquila, María, no molestan.

Tn, que se había mantenido en un segundo plano, se acercó, y los pequeños la miraron con curiosidad. Ella les sonrió. Jugaron un poco y después, cuando los niños ya estaban cansados, Christopher la tomo por la cintura e hizo los honores.

Chris: - Tn, te presento a María, Eduardo y sus hijos, Sindia y Dodo. Ellos se encargan de cuidar de la casa para que cuando yo venga, la encuentre tan bonita como la estás viendo.

La joven los saludo con una espectacular sonrisa y, tras charlar un rato, se marcharon dejándolos solos en aquel bonito lugar.

Mientras Loca corría como una loca por el enorme parque de la Toscana, Christopher le enseño la casa: era su orgullo, una casa que no tenía nada que ver con la que poseía en Milán.

Chris: - Como veras, no hay ningún retrato mío que ocupe el centro del salón.

Tn: - Me alegra ver que aquí no eres el egocéntrico Christopher Velez –lo provoco con una pícara sonrisa.

Chris: - ¿Te apetece que nos demos un bañito relajante en el jacuzzi? Creo que después de 5 horas de viaje nos vendrá muy bien.

Tn: - ¿Tienes jacuzzi aquí?

¡Ni lo sueñes! Where stories live. Discover now