Prologo

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Milán Hotel Boscolo Exedra

Chris: - Vamos, bella, vamos... que tengo prisa.

Christopher Velez, famoso y deseado delantero de futbol del Inter de Milán, mientras se tocaba su melena apuro a una joven que se repasaba los labios en el cuarto de baño.

Había sido una noche movidita. Tras la fiesta de cumpleaños de un compañero de equipo, él se había marchado con aquella morena a un hotel donde habían disfrutado durante horas de sexo. Pero ya había amanecido y Christopher quería regresar a su casa.

Chica: - ¿Tomamos un café?

Chris: - No, bella. Ya te he dicho que tengo prisa. Voy a llegar tarde.

Al escuchar aquello, la joven puso morritos pero él ni la miro: quería marcharse. Salieron de la habitación y se acabó totalmente la pasión. Ella lo miraba coqueta, deseosa de que le pidiera su teléfono, para volver a tener otro encuentro, pero al llegar a la puerta del hotel y ver que él no se lo pedía, decidió hacer algo. Con la mejor de sus sonrisas, saco una tarjeta del bolso.

Chica: - Toma, aquí tienes mi teléfono.

Christopher asintió y guardo la tarjeta en el bolsillo de su chaqueta.

Emocionada por haber conseguido aquello, pasó con provocación la lengua por sus labios recién pintados, y se dispuso a montarse en el biplaza. Entonces, él sentencio:

Chris: - Ciao!, ya te llamare.

Desconcertada, la joven lo miro. Quería acompañarlo fuera a donde fuese. Deseaba que la prensa los encontrara y acabara publicando alguna foto de ellos juntos. Pero al final, asintió, se dio la vuelta y se marchó. Al ver que se alejaba, Christopher sonrió, se subió en su coche y se alejó.

Al llegar a casa, saludo a su perra y se fue directo a la cama: estaba agotado. Durmió unas horas y cuando sonó el despertador, se levantó y, tras una ducha, se vistió y acudió a su cita; había quedado para comer.

El aparcacoches del restaurante lo recibió con una grata sonrisa. Christopher se hizo una foto con él y el muchacho se marchó feliz a estacionar el bonito biplaza. Por el camino, varias mujeres lo pararon para que les firmara unos autógrafos y él, con una seductora sonrisa, accedió. Ser el reconocidísimo jugador de futbol del Inter de Milán, el toro ecuatoriano, como lo llamaba la prensa, era lo que tenía: fama, dinero y, sobre todo, mujeres, todas las que quería, y más. Cuando acabo de atender a sus fans, entro en el restaurante y se encaminó hacia donde sabía que estaban esperándolo.

Chris: - ¡Hola, bella! –saludo a una preciosa mujer de larga melena y ojos felinos, besándola en el cuello.

Ella sonrió, era Bimba, una famosa top model italiana con la que se veía de vez en cuando. Diez minutos después, comían un exquisito plato mientras se devoraban con la mirada. Entre ellos el sexo era fabuloso, aunque esta vez se despidieron al acabar de comer, porque Christopher estaba cansado, así que quedaron en encontrarse la noche siguiente. Bimba, tras acariciar la apreciada cabellera del jugador, acepto encantada. Ni lo dudo.

Por la noche, ya en casa, sonó el móvil de Christopher. Al responder, sonrió al oír que se trataba de Francesca. Solo media hora más tarde, Francesca y él lo pasaban maravillosamente bien en la habitación del futbolista.

Dos días después, cuando Christopher conducía por la autopista A-9 de Milán junto a Alejandro Suarez, su compañero de equipo y mejor amigo, Jandro, para los amigos, pregunto:

Chris: - ¿De verdad que te fuiste con la otra sueca?

Ambos, dos ligones de primera, se habían fijado en dos jóvenes, a cual más atractiva, y decidieron darse uno de sus homenajes sexuales.

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