No era de las personas que se dejaba llevar por el enojo con facilidad, y reconocía que Seok Jin tenía una razón comprensible para ignorar lo que él le pedía. Aún así, su cabeza daba tantas vueltas que era imposible tener el control completo de sus propias emociones.

No eran recuerdos, ni remembranzas. Solo una emoción profunda que le impedía poder actuar con normalidad.

Supo que, de hablar más tiempo con Seok Jin, solo terminaría por empeorar las cosas, por lo que apresuró el paso y dejó tanto al Dios como a los ángeles de la muerte detrás de él.

Yeomra le miró sin decir nada y decidió darle su espacio por un tiempo.

—¿Qué ha pasado con Taehyung? —le preguntó Yoongi a Seok Jin, notando como el chamán llevaba un largo camino recorrido por delante de ellos.

—Quiere que sigamos la brújula.

Jungkook frunció el ceño —. ¿Por qué tanta insistencia? El curandero del pueblo ha manifestado que hay muchas víctimas por el desequilibrio. Incluso la Agencia Estatal está involucrándose. Tenemos que ir ahí primero.

—Tal vez es buena idea hacer caso a lo que dice Taehyung —dijo Yoongi, cruzándose de brazos —. Nunca le he visto enojarse tanto como ahora. Taehyung es parte de nosotros, tenemos que tomar en cuenta su opinión también.

—Taehyung no es un ángel de la muerte —dijo Jungkook con molestia —. ¿Por qué habríamos de hacer algo como eso? No ha logrado nada desde que llegó con nosotros. ¿Acaso ha descubierto el paradero del amuleto?

—¿Lo has hecho tú? ¿Has logrado algo como eso? —contraatacó Yoongi. Jungkook empuñó sus manos, sintiéndose cada vez más enojado —. ¿Verdad que no?

El Dios se pasó una mano por el rostro con frustración y pasó uno de sus brazos por los hombros de Jungkook antes de que este pudiera dejarse llevar por la ira. Aquella acción pareció tranquilizarlo.

Él más que nadie conocía las actitudes que sus amigos mostraban ante situaciones estresantes como esas. Jungkook no era una mala persona, pero su carácter podría llegar a ser muy pesado. Mucho más cuando las personas a las que le tenía un gran cariño estaban en peligro.

—Yo solo digo que... No tengo un buen presentimiento de esto —siguió diciendo Yoongi.

Jungkook fue el primero que se giró para ver al otro ángel de la muerte, incapaz de creer en lo que estaba diciendo.

Seok Jin miró a Yoongi con interés, sabiendo que eran pocas las veces en las cuales la parca se atrevía a lanzar al aire un comentario como ese.

—¿Qué es lo que piensas? —preguntó Yeomra, dispuesto a escucharlo.

—Yo pienso que...

Jungkook lo interrumpió de inmediato —. Estamos aquí para resolver un problema del plano celestial, no tenemos suficiente tiempo. Tratemos de no desperdiciarlo con suposiciones tontas. ¿Primero Taehyung y ahora tú?

—Jungkook, deja que Yoongi de su opinión —ordenó Yeomra, haciendo que el ángel de la muerte se enfadara cada vez más.

—Me parece extraño que la agencia estatal de la capital esté involucrada en este caso —explicó por fin Yoongi, recargando su espalda a una de las paredes de las pequeñas casas —. Se supone que los asuntos de los que se encarga el plano celestial son solo para nosotros. Nadie más puede meterse.

—Lo que tratas de decir es que… ¿La agencia oculta algo?

Yoongi asintió —. Ni siquiera debería sorprendernos. ¿No recuerdas lo que veíamos antes? Cuando tuvimos que espiar en el palacio y hacernos pasar por funcionarios.

Death God; JinTaeWhere stories live. Discover now