La joven asintió y tras intercambiar una mirada con el entrenador, que parecía muy incómodo, dijo alto y claro:

Tn: - Tienes razón, lo siento. Vamos, tenemos que comenzar con la rehabilitación.

Chris: - Señor, lo invitaría a entrar en el gimnasio, pero la fisio es muy estricta. Solo quiere que estemos ella y yo –se disculpó con John Norton.

Entrenador: - Me parece perfecto. Profesionalidad ante todo.

Tn sonrió y Christopher se fijó en como al mirar al entrenador, los ojos de ella se iluminaron. La confianza entre ellos hizo que se sintiera incomodo; se ayudó con la muleta, se acercó al entrenador y le dijo:

Chris: - Gracias por la visita.

Entrenador: - Me alegra ver que todo va como queremos. Animo, muchacho, recupérate, que te necesito en el equipo –le comento a modo de despedida mientras se dirigía a la puerta.

Ambos sonrieron, pero cuando el entrenador estaba a punto de franquear la salida, se giró y dijo:

Entrenador: - Tn, ¿puedes venir un instante?

La joven asintió y, bajo la atenta mirada de Christopher, se acercó a él.

Entrenador: - ¿Todo bien?

Tn: - ¡Perfecto! –respondió ella con una encantadora sonrisa, guiñándole un ojo.

Como si hablaran en un idioma propio del que no se entendía nada, así se sintió el futbolista. Supo que aquellas simples palabras contenían un gran significado para ellos. Por eso, cuando el entrenador se marchó y entraron en el gimnasio, dijo en tono sarcástico:

Chris: - ¡Que fuerte lo tuyo!

Lo miro con curiosidad y pregunto:

Tn: - ¿A qué te refieres?

Chris: - A tu historia con Terminator –ella soltó una carcajada y Christopher añadió: - ¿Siempre se miran así en público?

Tn: - El entrenador es muy atractivo, ¿no crees?

Boquiabierto por la poca vergüenza que demostraba ella, frunció el ceño.

Chris: - Ándate con cuidado, se de buena fuente que la mujer de Norton es una morenaza de metro ochenta, y como te descubra te aseguro que vas a tener todas las de perder.

Tn: - Oh ¡que miedito! –se burló la joven.

Chris: - Te lo digo en serio. Ten cuidado o tu vida se volverá un infierno –insistió mientras se sentaba en la camilla.

Ella soltó una carcajada y, acercándose a él, murmuro con sarcasmo:

Tn: - Soy diabólica, ¡me gusta el infierno!

Aquella tarde, cuando termino la sesión y ambos estaban en la cocina tomándose un jugo, sonó el móvil de Christopher, que al ver que se trataba de su hermana Malena, le tendió el teléfono a Tn.

Tn: - No soy tu secretaria, sino tu fisioterapeuta.

Chris: - Por favor... -le suplico en un tono tan íntimo que logro convencerla.

Finalmente tomo el móvil y respondió. Malena, al oír la voz de una mujer dijo:

Malena: - Hola, dile a Christopher que atienda, soy su hermana.

Tn: - Hola, encantada de conocerte, pero siento decirte que en este momento no te puede atender.

Malena: - ¿Por qué no puede atender? ¿Dónde está?

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