Tokyo Revengersᵒⁿᵉ ˢʰᵒᵗˢ

𝗧𝗵𝗲 𝗕𝗮𝗿ʰᵃⁿᵐᵃ ˢʰᵘʲⁱ

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You don't want my love
You just want my night
So let's stop wasting time
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[...]

Eran pasadas las doce de la noche y aún el bar estaba lleno de personas, cada uno en su propio mundo hablando o riendo de cosas sin sentido, otros en silencio bebiendo, algunos más cenando y unos últimos leyendo o mirando su celular.

La chica tomó la bandeja recién armada con una botella de whisky y un trozo de pastel encaminandose de manera firme hacia una mesa cercana a la puerta, faltaban más lugares por atender y el bar parecía llenarse cada vez más desesperando a la joven.

Volvió a la barra de bebidas para encontrarse a su jefe hablando con un muchacho y como no sabía cómo interrumpir la conversación entre ellos, se dedicó a esperar silenciosamente hasta que terminarán.

El joven desconocido llevaba el pelo cubierto por la capucha del abrigo pero sobresalían dos mechones rubio largos casi llegandole final de la mandíbula, era alto porque estaba ligeramente erguido en el asiento de la barra y delgado a pesar de la ropa que llevaba y estaba fumando dejando resaltar en sus manos dos llamativos tatuajes mientras intercambiaba palabras con el jefe del bar.

El recién descrito sintió unos ojos clavados y giró la vista para ver de quien se trataba, tal vez alguien buscaba una pelea que por fin lo entretuviera, luego de la muerte de Kisaki ya no encontraba casi nada que lo divirtiera.

Al ser tan fuerte ganaba las peleas fácilmente y no le atraían tanto las relaciones incluso si eran de una noche pero había estado con varias personas y ahora se dedicaba a ir de lugar en lugar sin ocuparse realmente de nada.

Pero en su lugar, había una camarera mirando en su dirección casi escaneandolo con la mirada, estaba vestida de colores oscuros como cada una de ellas y llevaba el pelo suelto, su expresión era una mezcla de interrogación y nerviosismo.

-Oye Shuji, ¿qué tanto miras? Te estoy hablando- escuchó la voz raposa del dueño de aquel bar con quien había llevado una buena relación durante largo tiempo, lo estaba mirando fijamente con las dos manos apoyadas en la barra del lugar.

-Me distrajo la linda camarera tratando de llamar tu atención, viejo- respondió con su voz burlona y cargada de gracia mientras daba una pitada al nuevo cigarrillo en su mano.

El viejo giró su vista para encontrarse con la mesera mirándolo fijamente esperando poder decirle algo, caminó hasta allí ubicándose frente a la, comparada a el, baja fémina.

Esta que había escuchado al joven había sentido un escalofrío en toda su espalda y se le había subido la temperatura al oír la voz calmada de alto desconocido.

-Ah sí, es mi turno de atender la barra de tragos pero no puedo encontrar al chico que estaba para decirle- Habló frente a su intimidante jefe, había estado buscando al chico que atendía la barra para comunicarle su turno pero no había tenido éxito.

-Salió, ve tú y yo le comunico cuando vuelva- decidió el canoso y musculoso hombre viendo que no le podía mantener la vista debido a que se sentía intimidada.

-Bien, gracias- agradeció la camarera dejando su delantal en la pila que estaba cerca de la mesa de la barra.

-Ah, y una cosa más, ese chico de allí no necesita pagar las bebidas es mi invitado especial- señaló al desconocido que bebía cerveza concentrado en el mismo.

Asintió y se dirigió a aquella barra para atender a empresarios con días difíciles, amigas que salían para despejarse, adultas que estaban cansadas de su matrimonio, hombres de mayor edad y aquel desconocido de cabello rubio y tatuajes en las manos.