𝖈𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖛𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖈𝖎𝖓𝖈𝖔

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𝔄ñ𝔬𝔰 𝔞𝔱𝔯𝔞𝔰

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𝔄ñ𝔬𝔰 𝔞𝔱𝔯𝔞𝔰. 𝔄𝔱𝔯𝔦𝔞

Años atrás. Atria


Las grandes carpas de colores se alzaban conforme los verdes campos se extendían por las tierras del reino. Un evento de gran magnitud se celebraría próximamente, el Solsticio de Verano estaba a pocos días de comenzar.

Distintas casas del reino de Atria como de otros reino tales como Stoonia, Varexia, Vennia, entre otros, todos para el torneo de justas.

Fuertes caballeros de espaldas anchas y piernas gruesas pulían sus yelmos mientras portaban armaduras de bronce, plata u oro con el emblema de sus casas grabadas en el pecho. Bufones hacían actuaciones en las calles para hacer reír al grupo de personas que se juntaban a su alrededor. Las princesas y príncipes portaban finos ropajes ligeros y zapatillas con incrustaciones de piedras preciosas, con los mechones de cabello cayendo debajo de sus coronas; en la espera de sus alfas, fuertes y grandes, en armaduras de oro y yelmos preciosos, pulidos y también con incrustaciones.

La noche estaba terminando y con eso, todos estaban ya desde muy temprano en las calles, todos de camino a la tela, el paraje formado por extramuros a las afueras de la ciudad, destinado para estos combates.

Una rosa roja con una daga atravesándola por una enredadera adornaba el emblema de la casa Park, en una armadura plateada y brillante. El alfa se miraba a través de un espejo, mientras los mozos terminaban de vestirlo y arreglarlo, a punto de colocar el yelmo por encima de su cabeza, pero con su mano ordenó detenerlos.

— Alto — pidió.

— Pero, mi señor... — habló bajito.

— ¿Qué pasa aquí? — dijo el alfa entrando en la tienda — ¿Por qué no te han terminado de vestir?

Los omegas y betas presentes de alejaron del joven alfa y lentamente salieron de la tienda. El alfa mayor caminó con pasos pesados hacia él, le dio una mirada dura y lo sometió tomándolo por la nuca y haciendo que se agache.

— De rodillas — ordenó.

El alfa tembló un poco y obedeció.

— Padre — dijo con si voz temblorosa — Por favor.

— Tú no me das ordenes a mí — dijo con fiereza — Vas a ponerte ese yelmo, vas a salir a participar a las justas. Y, por una vez en tu vida, vas a traer honor a esta casa, así sea lo último que hagas.

El joven no respondió.

— Incluso, si mueres atravesado por un arma, será mejor que lo que haces en casa...

No dijo más y salió de prisa de la tienda.

El joven alfa se puso de pie, acomodando mejor su cabello azul y se miró de nuevo al espejo.

𝐋𝐄𝐀𝐕𝐄 𝐓𝐇𝐄 𝐀𝐋𝐏𝐇𝐀 ᵏᵒᵒᵏᵛWhere stories live. Discover now