2.07

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Sirius Black pasó los primeros días fuera de la enfermería, sin atreverse a entrar para ver a su hermano. Solamente cuando Madame Pomfrey le aseguraba que el menor se había dormido, pasaba unos minutos para verlo.
Usualmente James lo acompañaba cuando caía la noche  y se quedaba esperando fuera para volver a la sala común sin ser vistos, bajo la capa de invisibilidad. Fueron suficientes cinco días para darlo de alta, y que el menor fuese trasladado nuevamente a su sala común, pero eso no contuvo al primogénito Black.

Pasó al menos dos semanas esperando las noches fuera de las mazmorras con la esperanza de que su hermano hiciese alguno de sus viajes nocturnos, donde casi siempre concurría a la torre de Astronomía.
Esa noche no fue la excepción, Sirius concurrió a las penumbras de las mazmorras luego de cenar para ver si lograba hablar con su hermano, aunque no tenía ninguna charla planeada.

James le había prometido ir por él luego de resolver unos asuntos, así que cuando se cansó de esperar salió al pasillo que daba a las escaleras.
Sirius saltó en su lugar cuando vió una cabellera roja en lugar del azabache revoltoso de su mejor amigo, Rosalind ocupaba su lugar, apoyada sobre una columna jugando con su varita.

—Um..

—Ah, hola Sirius.—Rosalind lo observó, los ojos del chico estaban algo inflamados, y estaba segura de que sí hubiese más luz en el pasillo, lograría verlos rojos.—¿Cómo esta Regulus?

El chico rascó uno de sus ojos con nerviosismo.—Esta mejor, supongo. No he logrado hablar con él aún.

—Oh bueno, es una lástima. El que no hayan hablado, me refiero.

La pelirroja en seguida alzó la capa por encima de su hombros e invitó al chico a acompañarla.

—¿Le sucedió algo a James?—Preguntó extrañamente inseguro.

—No, nada.—Le respondió, pasando la capa sobre él.—Solo quería venir.

—Oh.

Sirius aunque algo incómodo, comenzó a caminar a la par de la chica, dando pequeños pasos para no adelantarse demasiado.
Rosalind podía oír su respiración acelerada y sentir los pequeños espasmos que daba cada tanto, pero no dijo nada hasta que llegaron al cuadro de la señora gorda.

—¿Tu estas bien?

Sirius la miró de soslayó.—Si.

Rosalind sonrió comprensiva.—Sirius, no es como si no te conociera, si estas mal solo tienes que..

El chico volvió a mirarla, solo que esta vez, sus ojos brillaban llorosos. Aquella era la primera vez que Rosalind veía así a Sirius Black.

No hizo falta que dijera nada, en cuanto el joven soltó el primer sollozo, ambos se unieron en un abrazo, y aunque la capa había caído al suelo poco les importó.

𝐋 𝐎 𝐕 𝐄 𝐑  « Remus Lupin »Where stories live. Discover now