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La tarde del veintiséis de Diciembre de 1975 quedó marcada en la historia, Lily Evans había aceptado acudir a la casa de los Potter.

—¡Les traje muffins niños!—Euphemia Potter entró en la habitación de su primogénito con una gran bandeja flotando detrás de ella.—De arándanos para ti, mi Jamie.

La señora Potter era una mujer mayor, en sus sesenta, regordeta y pelirroja, justo como las mellizas Evans. De hecho, apenas las había visto entrar al porche de su casa, la señora Potter las había elogiado por su belleza y había hecho un chiste sobre el color de su pelo.

—Bien, niñas.—Se dirigió a las chicas de la habitación, Lily, Rose y Greta.—Si quieren quedarse a dormir deberían mandar una carta a sus padres, así se quedan tranquilos. Aquí son más que bienvenidas.

Rosie miró a Lily, pues claro que ella quería quedarse allí pero no sabía si Lily estaba del todo cómoda. Greta salió corriendo de la habitación exclamando que escribiría la carta y detrás de ella salió la señora Potter riendo levemente.

—¿Que dicen? ¿Se quedarán Lilyflor?—James se acercó sonriente a Lily.—¡Vamos! ¡Será genial!

—No lo se.—Lily se removió en su lugar y rascó sus brazos nerviosa.—¿Rosalind?

—Por mi, ¡Claro que si!—Rosalind sonrió exageradamente y cuando Lily asintió, saltó de su lugar y salió corriendo como Ágatha había hecho.—¿Señora Potter? Mi hermana y yo nos quedaremos también.

—¡Genial! Ven, mientras escribes quisiera preguntarte algo.—Euphemia le dió un pergamino y pluma y Rosalind asintió mientras comenzaba a escribir el aviso a sus padres.—¿Entonces James está enamorado de ti o de tu hermana?

Si Rosalind hubiese tenido un chicle en ese momento, se habría ahogado. Tosió y sonrió algo tímida.—Um, de mi hermana, señora.

—¡Que fantástico! ¿Y tu crees que serán pareja algún día?

—Bueno..—Rose cerró la carta y se la entregó a la segunda lechuza de los Potter, era muy pequeña, marrón y con los ojos saltones.—Eso espero.

—¡Oh, sería increíble que mi Jamie tuviese novia!—La mujer paseó por la cocina con una sonrisa soñadora, Rosalind supo entonces, de donde James había sacado su lado enamoradizo.—Iré a cocinar la cena, ve a disfrutar de lo que queda de la tarde, mi niña.

Rosalind había estado la mitad del día conversando con Peter sobre su nueva "amistad" con la chica de Hufflepuff, según había contado el chico, ella había estado enviándole cartas todos los días, y él había contestado cada una de ellas. Así que Rosalind estaba contenta por su amigo, y porque al parecer, el enamoramiento que había tenido con ella había sido pasajero.

Cuando entró nuevamente al cuarto del Gryffindor, vio a su hermana y a Remus hablando a susurros y compartiendo sonrisas. James jugaba distraídamente al Snap explosivo con Peter, y más apartados de los demás, Greta y Sirius se besaban intensamente.

Rosalind no pudo evitar sentir un hueco en el pecho cuando vió a Remus reír por algo que su hermana había dicho, porque ellos se veían como una pareja.

—¡Ey, Rosie! Acompáñame.—James se levantó de su lugar, dejando a Peter quejarse detrás y la sacó de la habitación, llevándose consigo un par de miradas celosas.—Vamos a aprovechar las pocas horas de luz que quedan.

Rosalind no sabía a lo que se refería con eso, pero ciertamente, no se le había cruzado por la mente el jugar quidditch ni por asomo. El chico la miraba con dos escobas a sus lados y una sonrisa burlona en la cara.

—No me subiré a una escoba ni loca. James...—Habló alzando una ceja y cruzándose de brazos.—Apenas y pase las pruebas de primero.

—¡Vamos! ¡Será divertido! Y estaré contigo todo el tiempo, si te caes seré lo suficiente rápido para atraparte.—Su pecho se hinchó orgulloso.—No seas cobarde, Rosie.

Y así, con tres simples palabras, Rosalind se había subido nuevamente a una escoba después de casi cuatro años. Claro que iba a un metro de altura del suelo, pero era un gran progreso.

—Por Merlin, siento que estoy volando junto a mi tía Marieta.—James volaba a la misma altura y velocidad que Rosie, siendo aquella la condición de la chica, pues si se caía, James la atraparía antes de llegar al suelo.—¡Agh! ¡Me voy a dormir justo aquí!—Se mofó.

—Ya deja de molestarla, Cornamenta.—La tenue voz de Remus hizo que Rosalind cayera de la escoba de un salto, para su propia suerte, de pie. James río desde arriba y tomó la escoba de Rosie que aún levitaba.—¿Estas bien?

—Ajá, si, bien.—Carraspeó y se rascó un brazo.—No volveré a subirme en mucho tiempo, suficiente por el resto del año.—Río nerviosa.

Remus asintió y formó una pequeña sonrisa tímida. Se aclaró la garganta y miró levemente hacia arriba.—Lily te estaba buscando.—Anunció a James, que abrió sus ojos como platos y bajo de su escoba rápidamente, trastabillando en el proceso.

Rosalind cruzó sus manos por su cintura y miró al cielo casi completamente oscuro, con algunas estrellas asomando, sentía la mirada de Remus sobre ella pero estaba lo suficientemente nerviosa como para afrontarlo.

—Cuéntame sobre las estrellas.—Pidió el chico, mientras se sentaba en el asfalto del patio trasero de los Potter. Rosalind volteó a verlo sorprendida y escondió la pequeña sonrisa que quería posarse sobre sus labios.

—¿En verdad quieres?—Remus asintió.—Genial. Eso me recuerda, debo escribirle a tu madre y agradecerle el libro.

—Puedes hacerlo y yo se la daré mañana.

—Si, eso estaría genial.—La pelirroja admiró el cielo y rápidamente encontró un tema de conversación.—¿Ves aquella 'w' alargada en el cielo?—Esperó unos segundos hasta que Remus asintió.—Es la constelación Cassiopea. Es una de las más lindas, a mi parecer. Además su nombre es magnífico, ¿O no?

—Si, es un lindo nombre.—Remus asintió mientras volteaba a ver a la chica. Y la misma imagen del día del baile de navidad, ella iluminada con una tenue luz, se veía hermosa.

Remus se sonrojó cuando se dió cuenta de que Rosalind había estado hablando durante aquel tiempo y él no había podido escucharla. Desvió la mirada hacia el cielo nuevamente y se anotó mentalmente no mirarla tanto mientras hablaban.
Él no quería perderse ninguna de sus interesantes palabras, él quería escucharla para siempre hablar sobre las constelaciones y sus curiosidades.


•••



Rosalind no sabía lo que había ocurrido la noche entre el veintiséis y veintisiete de Diciembre, pero estaba segura de que era algo grande. La mañana siguiente, cuando Rosalind despertó, logró ver a su hermana sentada a su lado que parecía no haber pegado un ojo en toda la noche.

Evadieron lo más amablemente posible el desayuno que Euphemia había preparado y, con la excusa de que tenían que volver temprano, habían huido de la mansión Potter.

Lily no había dicho palabra alguna y Rosalind sabía que no hablaría hasta que estuviese lista, así que decidió dejar que ella misma se lo dijera. Pero, por otra parte, había preguntado a James si había pasado algo, aunque él decía que nada había ocurrido y evadía el tema rápidamente.

Y Rosalind estuvo con la incertidumbre hasta que comenzaron las clases nuevamente, James no pudiendo soportar más el secreto (Que ni siquiera Sirius sabía) había explotado apenas encontró a Rosalind sola en el regreso a Hogwarts.



James Potter y Lily Evans se habían besado.

𝐋 𝐎 𝐕 𝐄 𝐑  « Remus Lupin »Where stories live. Discover now