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No existía algo que Greta amara más que el día de San Valentín.

Desde el inicio del mes había decidido cambiar su color azul de cabello por un rosa chillón, usualmente la verías arrastrando a Sirius Black por cada pasillo existente del castillo o, secretamente escondida en los armarios de escobas de Filch besuqueándose con el mismo.

Aquel día Rosalind despertó y en el techo de su cuarto encontró a hombrecitos hechos de papel que lanzaban flechas y corazones de un lado a otro, quiso soltar una carcajada cuando una de las flechas fue a dar a la cara de su hermana, que aún dormía plácidamente en su cama.

—¡¡GRETA!!—Vociferó Lily Evans dando un salto en su cama.—¡Haz que estas cosas dejen de arrojarnos papeles!

Greta salió del baño con una toalla en la cabeza dejando la puerta abierta, se veía el vapor entrar de a poco a la habitación.—Alguien despertó de mal humor, ¿No?

Rosalind levantó su manos sin querer meterse en la pelea matutina que su hermana y amiga tenían siempre, y con un movimiento de varita logró detener a las peculiares figuritas.

—Me iré a duchar mientras ustedes terminan de gritarse y por favor, cuando vuelva quiero ver la habitación libre de cualquier tipo de magia, Greta.—Rosalind suspiró.—Entendemos que estés enamorada y esas cosas, pero queremos despertamos sin que nos claven una flecha en el ojo.

Sin esperar respuesta se metió en el baño dejando atrás una nueva discusión entre las chicas.

Cuando salió encontró la habitación sola, no había rastros ni de Lily ni de Greta, así que se tomó su tiempo para cambiarse, observó que su cabello estaba más revoltoso de lo normal y lo arregló con un hechizo alisador. Amaba ese maldito hechizo.

La sala común estaba repleta de parejas besándose o riendo histéricamente, notó al otro lado de la habitación a James escribiendo en un pergamino, así que se dirigió hacia el.

—Buen día, James.—Saludó, tomó asiento a su lado, recién notando las cantidades de chocolates y dulces que había en la mesa frente a él.—Por Merlin, esto...¿Compraste todo esto para Lily?

—Buen día, y no, no lo hice. Estas son de parte de mis admiradoras.—Río mientras desenvolvía una de las cajas, allí chocolatinas de distintos colores esperaban a ser comidas.—¡Es fantástico! Tendré golosinas para comer hasta el próximo San Valentín.

Rosalind frunció ligeramente el ceño, no era un secreto que toda la población femenina estuviera enamorada de los merodeadores, pero aún así, no pudo evitar pensar si Remus habría recibido tal cantidad de regalos también.

—Te recomiendo no las comas, las chicas de aquí están enloquecidas..—Rosalind frunció aún más el ceño.—He escuchado que usan amortentia. Ilegalmente, claro.

𝐋 𝐎 𝐕 𝐄 𝐑  « Remus Lupin »Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα