Los traumáticos eslabones de su infancia le seguían como su sombra día y noche, su mayor deseo era alcanzar el logro de soldarlos solo pero si Jimin lo hacía por él, alejándolo siempre del posible peligro, no se quejaría si todo seguía marchando a buen ritmo.

«Siempre y cuando todo siguiera marchando a buen ritmo», se repetía a sí mismo cuando le era difícil obedecer.

Aún le costaba de vez en cuando pero ya estaba más que acostumbrado a la estabilidad y cuidado que le provee Jimin junto con su abuela, su única familia.

Claro que su abuela era más sutil pero sus cuidados eran igual de precisos e infaltables. Después de todo, ejerció en él el papel de madre que su verdadera no pudo darle y estará eternamente agradecido por ello.

Se recolocó en el asiento cuando Jimin se estacionó frente al recibidor de su gran mansión.

El sonido de ambos cinturones fue lo único que se escuchó en la privacidad de aquel auto en zona residencial. Giraron de un costado en su asiento para encararse y después de meditárselo un poco, Tae prefirió evitar las palabras y se lanzó a sus brazos en despedida.

Notó que los ojos de Jimin habían estado casi imperceptiblemente rojos y brillantes todo este rato de regreso y supo que lo que hubo entre el señor Kim y él fue algo más que un simple trato de negocios. Volvió a preguntarse cómo es que Jimin terminó codeándose con gente de ese haber.

El rubio estrechó a su mejor amigo que había cuidado desde niños ante la ausencia de sus padres y le vio como siempre lo veía: frágil y sólo suyo para mantener intacto.

Taehyung salió del auto con palabras amables y el acuerdo de que Jimin volvería a pasar por él por la mañana para el trabajo.

Con los faroles alumbrando la entrada de su casa y los grillitos cantando en la oscuridad del jardín, la brisa de la fría madrugada le alborotó los cabellos castaños.

Se giró a despedirse con una mano por última vez y entró.

No quiso encender las luces automáticas. El silencio era tan limpio y vacío que supuso que su abuela ya se había ido a la cama y al ser de madrugada obvió que su ama de llaves también.

Observando la silueta oscura del elegante mobiliario en su inmenso salón principal recordó los lujos que le tocó tener, no era diferente a todas esas personas de elegantes trajes y vestidos en el bar. Venía de una familia adinerada pero había veces que lo olvidaba.

Era la pensión de su abuela la que les permitía desabrocharse el cinturón a sus anchas. Lo que más desearía es ser él quien provee principalmente a su casa ahora que había madurado pero de nuevo, el afán de su familia por librarlo de lo que acarrea el mundo de verdad allá afuera, lo mantenía de simple asistente en una empresa respetable.

No se queja pero son más cosas no materiales las que desea que lo que le reportan las riquezas vanas que ya tiene.

No se molestó en encender la luz del comedor pues sería breve, siguiendo un requisio de luz de luna que entraba por el patio en penumbra hasta el comedor, encontró una jarra sobre la gran barra. Tomó un vaso y llenándolo de agua, humedeció su garganta.

Apenas iba a entrar a la cocina para dejarlo en el fregadero y subir a dormir cuando uno de sus zapatos se deslizó por el mármol terminando de un estruendoso resbalón en el suelo.

De inmediato, no sólo sintió el hormigueo del golpe en todo su trasero sino humedad debajo de todo su cuerpo, un charco de liquido. Las palmas y todo lo demás que utilizó para pararse de nuevo quedaron empapadas, no podía decir con seguridad de qué pero miró sus manos entre la oscuridad frunciendo una mueca de asco.

𝐏𝐫𝐨𝐭𝐞𝐜𝐭 𝐌𝐞 [𝐊𝐨𝐨𝐤𝐯] +𝟏𝟖Where stories live. Discover now