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Pocos minutos más tarde, la rígida marquesa de Valverde abandonaba la improvisada sala de estudio, para atender a su trabajo en el edificio del Archivo Histórico Nacional, dejándola sola ante las antiguas cartas que parecían observarla desde su posición sobre los atriles. Con suavidad empujó el joystick con la barbilla y se acercó a la primera tanda. Enseguida la atrapó el aroma de la vitela vieja aleada con los ingredientes de la rancia tinta. Arrimó su nariz hasta ellas para aspirarlo con afán. Era ilógico que pudiera detectar los efluvios de la nuez de agalla o las cortezas de granada usados para la composición del líquido coloreado. Pero su intelecto fantaseador la engañó hasta ese punto. Veloz giró su ansiosa vista para leer la siguiente. Justo a tiempo para ser detenida por el inoportuno mayordomo, que silencioso y discreto como un zorro, penetró en el cuarto para depositar sobre la mesa un posavasos acompañado de un vaso lleno de té con limón con una pajita para ser sorbido. – ¡Siento la interrupción, señorita! Su asistente me informó de que a estas horas de la mañana suele tomar un té. También me indicó la dosis exacta de azúcar que le añade. –Sonrió levemente asintiendo en todo al recargado Andrés. Éste, orgulloso de haber cumplido con su deber, hizo una leve inclinación de cabeza y se dispuso a abandonar la sala.

– ¡Andrés! –Elevó la voz. El adusto mayordomo se volvió ligeramente para atenderla. –Le agradecería que dejara la puerta entornada. Así cuando quiera salir me resultará mucho más fácil. –El hombre no habló sólo volvió a asentir leve con un balanceo. Sara añadió. – ¡Gracias por todo! Andrés no dijo nada. Salió de la habitación dejando la puerta tal y como ella le había indicado.

–«Ahora, –Caviló. –Podré volver con tranquilidad a mi tarea». Miró la bebida fría. El agüita, como llamaba Martina al té de hierbas. La verdad es que tenía sed. Se arrimó a ella y dio un largo sorbo ayudándose de la pajita. Luego anhelante regresó a la lectura.

30 de Mayo de 1660

Querida Sally:

Perdonad por la tardanza en escribiros de nuevo. Todo tiene una explicación lógica, y es que acabo de incorporarme al llamado «Ejército de Extremadura», cuyo cuartel general se encuentra en Badajoz. Tras la concisa misiva que mi padrino el rey Felipe IV envió a la Capitanía General comandada por D. Francisco de Tuttavilla y del Tufo; duque de San Germán. Ni nuevo cargo es el de capitán, y por fin dirigiré mi propia compañía de caballería. Mis pequeñas hazañas al servicio como entretenido del gobernador de los Paises Bajos, Don Juan José de Austria en la Batalla de Valenciennes, han dado sus frutos. Aunque la verdad sea dicha, preferiría haber empezado mi carrera militar como un simple soldado más. Está claro que siendo ahijado de quién soy, y dada la edad que tenía cuando me incorporé a la milicia, eso iba a resultar del todo inviable. Durante todos estos años he tenido que sortear los recelos de otros compañeros, y al llegar aquí no ha sido diferente. Supongo que tendré que ganármelos demostrándoles que soy digno de ostentar el rango.

Las condiciones de vida aquí son muy difíciles. El Ejército de Extremadura está compuesto básicamente de reclutas con muy poca formación militar, incorporados a filas de las villas de los alrededores, y esto supone otro problema añadido. La descuidada preparación de la soldadesca da lugar a la indisciplina. También hay escasez de dinero y material de guerra, lo cual ha intentado corregirse con el cobro de más impuestos a los pueblos extremeños, que no sólo se ven obligados a abastecer a las huestes, alimentándolos, sino que ven como sus poblaciones sirven de cuartel a sus componentes. Además está el problema acrecentado de la soldada mal pagada, que en cuanto tienen la más mínima oportunidad, huyen del servicio militar entregándose al pillaje. Otro asunto que como bien entenderás; hay que sofocar.

No quiero aburriros con toda esta jerga militar. En un pueblecito cercano a la Raya Cacereña; Zarza la Mayor, os he comprado una peineta de plata vieja. No es gran cosa pero me gustaría que la lucieráis la próxima vez que nos veamos, que anhelo sea pronto.

Sara es nombre de princesa (Chris Hemsworth)Where stories live. Discover now