Capítulo 13

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POV. HADES

Sam me evitaba.

Desde la noche que pasamos juntos, había intentado volver a su habitación en varias ocasiones, pero en ninguna me abrió la puerta.

Pensaba que todo iba bien y que se sentía cómoda conmigo, pero al parecer no.

- Igual ha sido el tío ese. - me dice Levin.

Había pasado una semana desde aquella noche, mañana sería lunes y volveré a enfrentarme a un día viéndola a todas horas.

- Si es eso, juro que le mato.

- No te preocupes Hades, los dos tenéis una conexión, volverá a ti, es inevitable. - comentó Lydia.

Los tres estaban en altavoz hablándome.

- Pero no sé qué hacer.

- Sé tú mismo.

Parecía muy fácil ser uno mismo, pero era un poco complicado cuando tu novia no sabe que es tu novia y se cree que está enamorada de otro tío. Es que me parece ridículo el simple hecho de que ella se piense que está enamorada de otra persona que no sea yo. Llamadme lo que queráis.

- Me evita, en clase se rodea de personas para que no me siente a su lado, en el comedor también... Estoy a punto de interceptarla por los pasillos.

- Dale lo que a ella le gustó de ti. - sugirió Andy.

- Y ¿qué es?

- Misterio, aventura... Pon tu colonia en su habitación, que se acuerde de ti aun que no quiera, no sé, sé creativo.

Un par de ideas pasaron por mi mente.

- Creo que tengo algo.

- Bien, mantenos informados.

- Siempre ¿lo pasáis bien?

- Lo pasaríamos mejor si Lydia no se comiera toda la despensa por la noche. - soltó Andy.

- ¡Qué mentiroso!

- Oye Hades, el fin de semana que viene podrías venir a visitarnos.

Levin tenía ganas de que nos juntasemos todos, este fin de semana no había ido porque estaba intentando arreglar las cosas con Sam.

- Sí, iré a visitaros y a dejaros dinero.

Todos aplaudieron a través de la línea, yo me reí. Caminaba por el pasillo desierto de la primera planta, cruzaba de una zona a otra con tranquilidad. Eran las diez de la mañana y al parecer muy poca gente se levantaba antes de las once los fines de semana.

- Ya sabía yo que algo necesitabais si requeriais de mi atención.

- No es solo eso, que conste, queremos verte, pero nuestro dinero ya excasea.

- Os dejé dinero para comprar comida, no para ir a museos y restaurantes caros.

- ¿Qué gracia tiene estar en Roma y no disfrutar de Roma? - murmuró Lydia.

Me di media vuelta para volver a cruzar el pasillo, pero al final de este vi a Sam, con una sudadera y unos leggins, me miraba des de la distancia con las manos metidas en los bolsillos.

- Hola. - dije.

- Hola. - me respondió.

- ¡Hola! - chillaron los tres en el móvil.

Me reí e hice el amago de colgar.

- ¿Con quién hablas? - me preguntó Sam.

Sonreí y me acerqué a ella, puse el altavoz del móvil.

20cm InolvidablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora