Capítulo 2

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Le hice caso porque sí era verdad que ya no servía meterse en la piscina. Me duché y me puse ropa limpia, incluso me afeité.

Cuando volví al comedor, Lydia había encendido tres velas aromáticas de las que Sam se trajo. Sonreí al oler el potente olor a vainilla, siempre compraba esas velas cuando iba a comprar, las vendían en un supermercado que estaba bastante lejos, pero siempre iba allí para encontrarme con esas velas. Las ventanas estaban abiertas de par en par y Lydia tenía las manos en guantes, limpiaba la mesa del comedor, todo se veía mucho más limpio y las cajas de pizza habían desaparecido, al igual que las botellas de cerveza.

- No era necesario. - le dije.

- Oh, por supuesto que sí, este sitio ya no se parecia a la perfecta mansión de narco, si no más bien a la mansión abandonada llena de ocupas.

- Vaya.

- La cruda realidad.

Tenía razón, esto parecía antes un criadero de ratones, era horrible. Siempre me ha gustado la organización, llegar a ese punto de caos nunca había sido mi intención.

- Gracias.

- No hay que darlas, ahora somos familia, siempre estaremos oara ayudarte.

- ¿He comprado familia?

No puedo evitar reirme ante su comentario. Les pagué a cada uno un millón en efectivo para que me ayudaran con el plan que llevamos a cabo hace casi un año.

- ¿Qué? ¡No! Esto no lo hacemos por el dinero.

- Ya lo sé, no dramatices.

- Me molesta que siempre estés diciéndome eso ¿sabes? - su voz se rompió al final de la frase.

Me tapé la cara con las manos con exasperación.

- Por favor, no llores.

- ¡No estoy llorando! Eres un gilipollas.

Siempre acababa insultándome cuando lloraba.

- ¿Y el líquido que cae de tus ojos?

- ¡Estoy embarazada! No sé si te has dado cuenta, esto es totalmente normal.

Soltó con indicación el trapo de su mano y caminó con pasos fuertes hasta la cocina, donde le dio un mordisco a uno de los cruasanes de mantequilla.

Suspiré y me acerqué a ella con cuidado. Pasé un brazo por sus hombros y la acerqué a mí, ella me abrazó como un pulpo y sollozó en mi camiseta.

— Es normal que tengas miedo.

— Tengo miedo, miedo de perder a este bebé y siento que estoy reemplazando a mi niño.

Sus sollozos aumentaron y yo la abracé con más fuerza, me solía verla así, Lydia es una mujer muy fuerte y es impactante ver a alguien tan firme en esta situación.

— No vas a reemplazarlo, es una nueva vida, tú hijo estaría orgulloso de ver lo valiente que estás siendo por enfrentarte a otro embarazo.

— Pensé en abortar, lo pensé seriamente, no quería encariñarme y volver a pasar ese dolor, pero vi la eco, oí su corazón Hades.

Di palmadas en su espalda para consolarla, nunca se me ha dado bien consolar, pero supongo que a veces solo has de escuchar a la otra persona y apoyarla. O eso es lo que siempre decían las mujeres, así que bueno, vamos a ponerlo en práctica a ver cómo sale.

— Dios, te estoy aburriendo, lo siento sé que no es cosa tuya, olvida todo esto.

Se alejó unos pasos de mí y se dio media vuelta mientras secaba sus lágrimas. Miré mi camiseta empapada de lágrimas y luego a ella. Menuda mierda de consejo... A ver, qué más consejos de mujeres puedo poner en práctica... ¡Ah! El todo saldrá bien.

20cm InolvidablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora