Cuando salimos de la cafetería, de repente comencé a sentirme rara. La gente me miraba y cuchicheaban entre ellos, mirando las pantallas de sus celulares, pero no parecía ser el cotilleo habitual. Se sentía más bien como si estuviesen… juzgándome.

– ¡Oh, por dios! – escuché la voz horrorizada de mi mejor amiga a mi lado.

Miré en su celular para ver qué era lo que estaba viendo. Era una entrada del blog de chismes de Lee Haejin, una de las amigas de Eunmi. Era sobre…

¡No! ¡No podía ser!

Era sobre mí y mi familia. Sobre cómo mi padre había abandonado a mi madre, “dejándola con un mano delante y otra atrás”, para irse a formar “una familia de verdad”. Decía que le envió los papeles de divorcio por correo y que la amenazó con llevarla a los tribunales si no los firmaba. ¡Eso ni siquiera era cierto! Al final ponía que mi padre dijo que lo único que le dolía era dejar a Jimin, que incluso dudaba que yo realmente fuese su hija.

¿¡Pero cómo pudieron hacer una cosa así!? ¿¡Dónde pudieron haber conseguido esa información!?

– Voy a matar a esa zorra. Se va a enterar – dijo Junhee furiosa y cuando amagó irse la jalé del brazo, deteniéndola.

– No, eso es lo quiere – le dije con la voz ronca, las lágrimas acumulándose en mi rostro.

– ¿Pero vas a dejar que calumnie de esa forma? ¿Qué hable mal así de tu familia?

– Yo… – en ese momento sonó la campana y todos comenzaron a dirigirse hacia los salones de clase – Necesito estar sola.

Sin más, salí corriendo de ahí lo más rápido que pude y me dirigí hacia el único sitio que tenía certeza estaba vacío a esa hora, la cancha de basketball. Me senté en uno de los asientos de las gradas que estaba lo suficientemente lejos de la entrada y dejé mis lágrimas salir, cubriendo mi rostro con ambas manos.

¿Cómo pudieron hacer una cosa así conmigo? ¿Les parecía divertido?

Saqué mi celular y volví a echarle un vistazo a la entrada. Incluso habían puesto una fotografía del viaje familiar a Busan que habíamos hecho cuando Jimin y yo teníamos siete años. ¿De dónde rayos la habían sacado?

Por dios. Jimin.

Debe de sentirse terrible también, aunque él siempre fue más fuerte que yo. Él nunca permitió que cosas como esta le afectasen, al contrario de mí, que siempre fui débil ante mis emociones, y en estos momentos solo quería desaparecer.

Escuché unos pasos aproximarse a mí y sentí cómo alguien me quitaba el celular de las manos suavemente. Levanté la mirada con los ojos llorosos para ver a Jungkook sentado a mi lado, mirándome con el rostro serio.

– Si no quieres hablar, lo entiendo. Pero si quieres, estoy dispuesto a escuchar cada palabra.

El tono reconfortante de su voz me hizo sentir segura y a salvo. Limpié las lágrimas con mis manos y suspiré.

– Es cierto que mi padre se marchó para irse a vivir con otra mujer – comencé diciendo con la voz ronca, entre sollozos – Y que dejó a mi madre sin empleo, pero fue porque ella trabajaba en su tienda y él la vendió para poder mudarse. Eso de los de los papeles de divorcio por correo y la amenaza de llevarla los tribunales es mentira.

– Te creo – me dijo y pude notar total sinceridad en su voz, lo cual me hizo sentir aliviada. Lo miré y en ese momento él desvió la vista hacia el frente, sin enfocar ningún punto en específico – Sé lo que es que la gente haga calumnias y difamaciones contra ti solo porque no les caes o simplemente por pura diversión.

– ¿A ti? – le pregunté asombrada.

Él asintió y volvió a mirarme.

– No permitas que esto te afecte. Siempre va a haber personas que, aunque no te conozcan, decidan que ya te odian, solo por ser como eres, y te harán la vida imposible con tal de que te hundas o por el placer de verte sufrir. Pero recuerda que no estás sola, tienes amigos y personas que se preocupan por ti y no quieren ver que sufras. Ellos te mantendrán fuerte y serán tu apoyo siempre que sientas que vas caer. Así que no dejes que el odio de esas personas ni sus acciones te afecten.

Al escuchar sus palabras tuve una sensación cálida en mi pecho y más lágrimas corrieron nuevamente por mis mejillas. Jungkook rodeó mi cuello con uno de sus brazos y me atrajo hacia él, hasta que mi cabeza estuvo apoyada en su pecho. Sentí su mano acariciarme la espalda cariñosamente y cerré los ojos, permitiéndome sentir el consuelo que me ofrecía.

Me sentía segura en sus brazos, como si de esta forma nada ni nadie pudiese hacerme daño.

***

Al llegar a casa solo me di un baño y me encerré en mi habitación. El resto del día se me había hecho un infierno, con la gente mirándome como si fuera un fenómeno y hablando cualquier barbaridad sobre mí, de las que no me interesaba enterarme.

No quería que mamá supiera nada de lo que había sucedido, no sabía cómo iba a reaccionar. Tampoco había visto a Jimin después de eso. Cuando llegué no había nadie en casa.

Me acosté en mi cama con la vista fija en el techo, pensando en ese maldito artículo. No se me ocurría ningún motivo por el que la zorra de Eunmi quisiera atacarme de esta manera. ¿Era porque me había hecho amiga de Jungkook? No es mi culpa si a él no quería nada con ella, si se fijaba en algo más que la apariencia y la posición social, porque eso era lo que me había demostrado. Ella no tenía por qué haberla tomado conmigo así.

Suspiré, y justo en ese momento alguien tocó mi puerta.

Haewon, soy yo – era la voz de mi hermano – Voy a entrar, procura no estar desnuda.

Me incorporé cuando abrió la puerta y pude ver su semblante serio, con un ápice de preocupación.

– Solo quería saber cómo estabas – me dijo.

– Te diría que estoy bien solo para que te marches, pero sabrías que estoy mintiendo.

Él no dijo nada y desvió la mirada hacia el suelo. Entonces noté los pequeños moretones en sus nudillos.

– ¿Qué sucedió?

Él notó mi mirada y miró sus manos.

– Ah, unos idiotas que querían golpearme cuando fui a confrontar a Eunmi – mis ojos se abrieron bastante. ¿Jimin había ido a confrontarla? – El profesor Choi me atrapó peleando con ellos y nos puso en detención.

Así que por eso había llegado tan tarde.

– ¿Y qué le has dicho? A Eunmi.

– La puse en su lugar.

Bufé.

– Dudo mucho que alguien sea capaz de hacer eso – dije con una risa amarga.

– Ya, pero le dije que nadie se metía con mi familia – me dijo con determinación.

Asentí y él se dispuso a irse, pero antes de salir se volteó hacia mí, con una sonrisa ladina.

– Y que, si alguien puede molestarte, ese soy yo.

Sonreí, negando con la cabeza y él volvió a cerrar la puerta de mi cuarto cuando salió.

Suspiré y me volví a acostar, con la sonrisa aun en mi rostro. Jungkook tenía razón, sí había personas que me querían y se preocupaban por mí.

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Golden Boy [JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora