- Venga, Alba - sonrió afable – conozco esa expresión y tú hace unos minutos querías preguntarme algo.

- No, de verdad que no.

- Quedamos en que soy yo la esquiva y la que le cuesta hablar de sus sentimientos, ¿qué te pasa?

- Nada... - respondió arrastrando la palabra con condescendencia intentando transmitirle que se equivocaba.

- Alba, ¡por favor! – le pidió con tanta angustia que la enfermera la miró enternecida, y luego miró la bandeja frunciendo el ceño.

- Eso tienes que terminártelo.

- Vale, pero me dices qué es lo que te pasa – aceptó intentando pactar con ella, al tiempo que cogía de nuevo la bandeja.

- Si... en realidad, no es nada – volvió a repetir y Natalia enarcó una ceja en gesto interrogador, Alba lanzó un suspiro - es... una tontería...

- No será una tontería cuando te ronda la cabeza y te tiene así de seria y... distante.

- Yo no estoy distante – protestó levemente.

- Bueno... - volvió a sonreírle conocedora de que eso solía desarmarla - ¿no me lo vas a contar? – le pidió melosa.

- Es algo que me dijiste ayer – reconoció sentándose junto a ella en el borde de la cama – pero no quiero que creas que yo... quiero decir que yo...

- ¿Te refieres a anoche?

- Sí - admitió.

- Es de Ana ¿no? – se aventuró convencida de no errar.

- Si – asintió también con la cabeza.

- ¿Qué pasa? – preguntó con el mismo tono afable pero la enfermera adivinó de nuevo esa sombra de tristeza, esa oscuridad en su mirada cada vez que la mencionaba.

- Nada – sonrió, levantándose de la cama, nerviosa por haber preguntado y haberle sacado de nuevo el tema, cuando Germán le había aconsejado que fuera paciente y no la presionase – ya te he dicho que es una tontería y hoy quiero que descanses y luego si te apetece nos vamos a Jinja a comer y a dar un paseo como querías, ¡te invito a un helado! ¿te apetece? – intentó mostrarle que se equivocaba y que ni estaba esquiva ni distante.

- Sí, me apetece, pero ven – le indicó con la mano que se acercase – ven aquí – insistió extendiendo la mano hacia ella, Alba se acercó obediente – siéntate y dime qué quieres saber.

- Nada, Nat – respondió sentándose - ¿sabes que te quiero, verdad! te quiero por encima de cualquier cosa y no quiero que te preocupes por mí, ni por nada.

- Uy, uy, ahora sí que me estoy preocupando – sonrió bromeando y cogiéndola de la mano continuó – por favor, no quiero que entre tú y yo haya ningún malentendido. Si... si... queremos que esto funcione tenemos que ser claras y yo... yo quiero serlo contigo.

- ¿Y con Ana? ¿Lo serás también con ella?

- Ya... ¿es eso lo que te preocupa? - Alba frunció los labios en una mueca, le gustaría escuchar que en cuanto llegasen a Madrid hablaría con ella, le explicaría todo y la dejaría, aunque al mismo tiempo se sentía culpable por desearlo – Alba ya te he dicho que Ana no está bien y que yo... voy a seguir... viéndola.

- Ya.. – respondió intentando levantarse con las lágrimas saltadas, pero Natalia se lo impidió aferrándose a su mano y haciéndola sentarse de nuevo – ya, ya sé lo que me has dicho y lo que yo te respondí, pero...

La ClínicaWhere stories live. Discover now