―Tu― me miró con rabia. Sabía que estaba perdiendo― ¡Sirve para algo y vete a poner en práctica lo que te hemos enseñado!

Me iba a negar, pero los hombres que cargaban el pesado armamento, me sujetaron por los hombros y me arrastraron a ponerme el uniforme y entregarme las armas que tanto detestaba y que me obligaban a utilizar y a manchar mis manos.

Los miré con odio. Sin embargo, ellos solo me ayudaban a ponerme los fusiles y los cargadores. Me empujaron por los vacíos y largos pasillos hasta llegar afuera donde había una guerra campal que me partía el corazón. Ver cómo la gente se ponía en contra de la otra por un miserable pedazo de papel que al parecer importaba más que sus vidas, que su familia.

Arremetieron contra nosotros y sin quedarme de otra, empecé a disparar a diestra siniestra sin importarme a quien le caía un disparo. Todos eran contra todos. Clanes de otros países como Brasil, Rusia, Alemania estaban aquí, contra mi padre. Queriéndole quitar todo lo que había conseguido suciamente.

Quería ponerme de sus lados, disparar contra el recinto donde se escondía la escoria que se hacía llamar padre, pero me tenían aprisionado, amenazado con lo único que me quedaba. Aunque fuera una mala persona, y mereciera la miseria de vida que tenía, debía protegerlas con todo lo que tenía.

Encapuchados con sus rifles y bombas de humo se acercaban más al gran portón. Estábamos acorralados, estábamos perdiendo. Los hombres de mi padre yacían en el suelo con su sangre derramada por el asfalto. Quedábamos pocos y ellos eran muchos. Volví a cargar mi arma y apunté a los que atacaban a los de nuestro bando. Se desplomaron y aproveché que distraje a los enemigos, escabulléndome por las escaleras. Me escondí en el muro más cercano. Los clanes seguían atacando sin piedad. Estaban decidíos a derribarlo.

Apunté nuevamente y derribé a cinco. Así seguí matando con un disparo preciso en el lado izquierdo de sus tórax hasta que nuevos aliados de mi padre llegaban ayudarnos.

No sé cuánto tiempo estuvimos salvándole el cuello a ese hijo de puta, cuando por fin vimos que muchos se retiraban, pero otros seguían insistentes en entrar al lugar. Los dos oficiales que mi papá había comprado, sacaron una metralleta y la descargaron en son de nada. Cada vez éramos menos los sobrevivientes. Las puertas se abrieron de repente y Akram y Hasam aparecieron con dos metralletas más, acabando con los hombres que aún seguían disparando en mi contra.

Miré el escenario y todo era lleno de cuerpos sin vida. Había inocentes, personas que por cometer errores acabaron así. También habían grandes delincuentes que lo único que querían conseguir era el poder y cobrar venganza por las fechorías de mi padre.

Miré a los hombres que estaban igual de cansados que nosotros. Asentimos con la cabeza y entramos al lugar, pero nos llevábamos una gran sorpresa cuando mi padre había abandonado su gran despacho.

―grito Akram.

" hijo de puta"

Empezaron a llamarlo, pero era imposible localizarlo. Buscaron por todo el lugar dándose cuenta que se había llevado gran parte del dinero.

El muy cobarde traidor se escapó, cuando estábamos arriesgándonos para salvarlo.

Los árabes estaban furiosos y empezaron a destrozar todo lo que había a su alrededor. Me miraron y me cogieron del brazo llevándome no sé a dónde. Pero me tranquilicé cuando vi a mi hermana y a mi madre que las cogía otros de los cabecillas y nos llevaban por detrás del edifico para montarnos en una camioneta.

Mi madre y mi hermana lloraban desconsoladamente y ellos solo trataban de ubicar a mi padre quien seguramente si lo encontraba iba a ser vilmente asesinado.

―Más vale que su marido aparezca o ustedes pagaran las consecuencias―advirtió Hasam.

Empezaron a conducir y yo protesté.

―No creo que él se inmute porque nos tengan como rehenes.

―Que lastima― dijo el otro árabe, con la vista fija en la carretera―. Pero de aquí no salen si el hijo de puta de Matthew Cox no aparece.»


Miré los boletos de avión que Luke me compró.Suspiré y bajé las escaleras. Tenía que recoger la ropa antes de que Melody y Luke regresaran. Saqué la maleta y empaqué solo lo necesario. Corrí la estantería y saqué el dinero que necesitaba. Cerré mi equipaje, cogí mi cigarro y lo prendí. Di la calada más profunda y caminé hasta la entrada. La cerré y caminé hasta la casa de Luke donde me había dejado su moto para transportarme.

Vigilé a mí alrededor que nadie estuviera cerca, y entonces, me subí en la moto rumbo al aeropuerto.

ENIGMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora