Cuando noviembre acabe || Seiya x Shun (5)

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Capítulo 5: El rey y el bufón

—¿Cuál es tu respuesta? —preguntó Hades.

Shun se removió en su lugar; de repente la armadura lo ajustaba, haciéndole daño en vez de protegerlo. La espada del dios (¿su otro yo? Sí, su otro yo) brillaba tanto que Shun tuvo que mirar a otro lado. Le dolía ver a Seiya. Seiya atravesado. Seiya, ¿muerto? ¿Vivo? ¿Ambos?

—No entiendo.

Y la frase aplicaba tanto al acertijo como al estado actual de Seiya. ¿Cómo las mismas manos que resguardaron el mundo estaban tan tiesas? ¿Cómo un pecho antes inflado de orgullo ni se movía? ¿Cómo unas piernas que recorrieron el mundo entero habían sido inmovilizadas?

—¿El acertijo o mis instrucciones? Porque ambas fueron muy claras —respondió Hades.

—¿Cómo podré sacar la espada resolviendo un acertijo?

—Es necesario para que la saques.

—¿Y no me puedes entregar a Seiya?

Hades se mantuvo imperturbable y Shun recordó que durante todo el viaje, no tuvo la más mínima idea de lo que pensaba. ¿Pero acaso Hades sabría lo que pensaba él? Un dueño conocía cómo todo en su interior funcionaba; en especial si el dueño era un dios.

De cualquier forma, Shun no pudo resistirse a presentarle su oferta. Quizá hasta el mismo Hades la esperaba.

—Qué gracioso eres —dijo el dios—. ¿Quién te crees para romper las condiciones de nuestro trato?

—Hades, hay tanto que podemos hacer en vez de andar en círculos.

Las palabras salieran por sí mismas como si tuvieran una propia consciencia y pudieran comprender su oferta mejor que él. En caso convenciera a Hades de trabajar juntos, ¿qué cosas harían? ¿Qué consecuencias les iba a traer? Algo dentro suyo decía que un asunto quedaba pendiente y era imperioso terminarlo. ¿Pero acaso no debía resistirse? ¿Gritar a todos los cielos que su lugar no era junto a Hades? Buscaba algo dentro, alguna oposición, testarudez quizá. Sólo encontró apatía, resignación y ganas de que el fin llegara.

Un ventarrón arrancó una pila de hojas de los árboles y Shun casi se cayó de bruces. Para cuando una fina capa de polvo se levantaba, trató de no cerrar los ojos, pero fue en vano.

Una fuerza comenzó a empujarlo. Intentó empujarla de vuelta; fue tan inútil como pelear con una corriente. Sus pies se arrastraron por el suelo y oyó a las hojas de los árboles rodar al igual que un rugido ensordecedor. Al abrir los ojos, varios árboles estaban derribados y había un gran hueco en la tierra.

—Incentivo. —Shun levantó la cabeza al oír a Hades quien flotaba sobre el desastre—. Eso es lo que te falta.

Sus manos se juntaron como si estuvieran sosteniendo un vaso. Entonces, el ventarrón volvió a soplar y se levantó otra nube de polvo. A través de ella, vio un pequeño cuadrado negro en el horizonte, pero siguió siendo empujado hacia atrás. Tenía que ver a Seiya. Esa cosa en el estómago, esa roca, esa certeza, le insistió que debía. Con ayuda de su cosmos, hundió sus pies en la tierra. Se arrepintió al instante.

Un cielo rojo y un remolino cubrían el intersticio.

—Muy bien, Shun. ¿Ya tienes una respuesta?

Giró hacia el olivo, pero este ya no estaba. Luego giró hacia los árboles de cerezo amontonados y... No. Seiya no estaría debajo de ellos y si lo estaba, lo iba a sacar, así tuviera que entregar sus últimas fuerzas. Miró hacia arriba y tiró su cabeza hacia atrás, tanto así que el cuello le dolió después de unos segundos. El remolino era tan grande que casi tocaba las nubes.

One shots de Saint SeiyaWhere stories live. Discover now