Capítulo2: Hola, nuevo hogar.

45.4K 2.2K 294
                                    


Abro los ojos al notar que me sacuden, mi adorado padre, nótese el sarcasmo, me sonríe.

Era obvio que era mi padre.

¿Quién si no?

¿Un modelo de Calvin Klein?

Sí, eso seguiría sucediendo solo en mis sueños eróticos.

— Ya hemos llegado. —Señala, me limito a asentir y me quito el cinturón.
Mi padre se alisa el traje gris mientras espera a que cierre la puerta.

Estoy incluso un poco sorprendida de que me haya traído él personalmente al internado, normalmente hubiese enviado a Marcos, nuestro chófer.
Pero soy la niña de sus ojos, aunque haya montado una fiesta en casa, y haya quemado un par de cosas en el transcurso de los años.

Recojo los auriculares, el móvil y bajo del coche. Miro hacia arriba y puedo notar mi boca abrirse.

Es gigante. Realmente grande, no me cabe duda de que el internado puede albergar unos mil estudiantes sin problema.

Delante de mis ojos hay un gran campus, con árboles y variadas flores, en frente se encuentra un edificio que parece un castillo gigantesco, de color gris y rojo. Parece estar hecho de piedra y viejo, pero aún así bien cuidado.

Es impresionante, pero sigo odiando éste lugar captor de mi libertad. Mi padre saca las maletas del coche y nos dirigimos a la entrada. Más bien él camina y yo soy arrastrada.

Al llegar al despacho, nos atiende una mujer de unos cuarenta años. Pelirroja, ojos azules y sonrisa dulce, nos acercamos y noto cómo todo el mundo me mira, menos mal que no soy demasiado tímida.

—Buenos días.— Sonríe. Yo me mantengo seria y mi padre le devuelve la sonrisa.

—Buenos días, Dana Ferwin.—  La señora asiente y teclea en el ordenador el nombre que mi padre le da. Seguidamente saca una hoja de un cajón y se lo entrega a mi padre.

—Ese es el horario, y allí está el número de la habitación y taquilla. — Dice mientras le entrega otra hoja. —..y aquí las llaves.— Mi padre lo coge todo y se limita a asentir, ojalá esa fuera su respuesta para mi si le preguntara si podría volver con él.

— Gracias.— Se gira hacia mí y me entrega las llaves. Nos dirigimos hacia la habitación 312 en el ala de chicas y todo lo que puedo hacer es maldecir interiormente a la par que observo cada rincón del internado o academia como se le llama oficialmente.

No nos lleva mucho tiempo encontrar la habitación, pero en la búsqueda hubo un par de personas que nos observaron como si fuéramos lo más interesante de su día, lo cual solo consigue preocuparme. Al llegar a la habitación abro la puerta encontrándome con dos camas, un sofá de cuero, dos armarios y una televisión de plasma. La primera palabra que aparece en mi mente; Pijos. La habitación está pintada de azul, un azul bebé.

La habitación pintada en un color azul claro, y una puerta a la derecha debe de ser el baño.

Vuelvo a mirar las camas, con sabanas de color azul oscuro cubriéndolas. Dos camas, dos chicas, eso es igual a una compañera de habitación. Por favor, por favor, por favor, que no sea una pija.

Con un suspiro me tiro encima de la cama, por lo menos es cómoda, mi padre entra dejando las maletas al lado del armario. Entonces los dos nos miramos y sé que

—Ten cuidado Dana, no quiero problemas, así que no quemes ni rompas nada.—  Señala.
Me levanto y sonrío.

—Yo no haría nada de eso.—  Me quejo con indignación. Mi padre se ríe y niega.

—Bien, te voy a echar de menos pequeña. — Dice mientras me abraza.

—Yo también papá, pero si me echas mucho de menos ya sabes, ven y me sacas de aquí.— Le entrego una de mis sonrisas más encantadoras, pero él niega con diversión. Los dos sabemos que eso no va a ocurrir, tanto mamá como él estarán más tranquilos sin mi.

Bueno, no me pueden culpar por intentarlo, ¿no?

Mi padre me sonríe, besa mi mejilla y sale de la habitación. Ninguno de los dos somos de despedidas y mucho menos de palabras cariñosas, bueno, al menos no yo. Así que termino volviendo a tirarme en la cómoda y mullida cama .

Bueno, hola nuevo hogar.

Internado de Pijos [Corrigiendo.]Where stories live. Discover now