—Joder, Vélez

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—Joder, Vélez.—se quejó el dominicano entrando en la habitación de Joel.—¿De todas las horas del día tenías que elegir la más apegada al amanecer para querer hablar con nosotros?
 
—Ajá.—respondió el chico lanzándole una amplia sonrisa. Richard se frotó los ojos un segundo y pasando su mirada de uno a uno por encima de las figuras de sus compañeros se percató del pequeño detalle.
 
—¿En dónde está Erick?—preguntó.
 
—Supongo que se habrá quedado con su madre o algo así.—respondió Zabdiel.—No vino en toda la noche…
 
Richard llevó sus ojos hasta el castaño que permanecía en silencio contemplando a la nada. Era obvio que la coartada de que Erick estaba con su madre era falsa tomando en cuenta que Alison no los dejaba poner un pie fuera del hotel sino era con ella…inclusive si se trataba de sus madres o del jodido presidente del país. Las cosas para la rubia no funcionaban así y que ellas hubiesen llegado “de sorpresa” no era un motivo suficiente o valido si quiera para que ella los dejase salir.
 
Él incluso lo había intentado la noche anterior cuando se percató que su hija se moría de sueño y que aunque luchaba por no hacerlo, sus pequeños ojitos pedían a gritos algo de descanso. Animado por el alcohol que había en su sistema –no es que fuese mucho de todos modos, apenas y se sentía- y secundado por el valor que tomó ante la emoción que embargaba su cuerpo caminó hasta Alison e imploró dejarlo ir con su madre e hija a lo que como era de esperarse, ella dijo que no. Las ganas de gritarle se apoderaron de él un momento pero cuando comprendió que si lo hacía estaría metido un buen lío –y de que no era un jodido violentador de mujeres, sobre todo- desistió de la idea pero hizo que el desprecio que sentía por ella aumentase a sobremanera.
Richard siempre había amado cantar. Desde pequeño su hermano y él siempre habían sido los animadores de las fiestas en casa y desde entonces se había dado cuenta que cantar era lo suyo. Lo que nadie le había dicho jamás era que cuando luchara por sus sueños y lo consiguiera, todo lo demás se iría a la mierda. Al menos una buena parte de su vida.
 
Nadie le había dicho que personas ajenas a él lo controlarían. Que personas a las cuales él –ninguno de ellos en realidad- no les importaba en asboluto, personas que solamente estabas detrás suyo por cuestiones monetarias. Nunca nadie le dijo eso y para el momento en el que se dio cuenta, ya era demasiado tarde.
 
Así que sí, Erick claramente no estaba con su madre y que ellos no se diesen cuenta por el exceso de sueño que tenían encima era algo completamente diferente. Pero él sí lo sabía así que supuso que más tarde tendría tiempo para preguntárselo a Chris.
 
—Ah.—fue lo único que dijo.—¿Entonces? ¿Para qué querías vernos con tanta urgencia? Dios, ni cuando tenemos que dar entrevistas nos levantamos tan temprano…—se quejó.
 
Christopher se echó a reír.—Lo sé y lo siento.—decidió.—Necesito que me ayuden con algo realmente importante…
 
—Y eso tan importante es…—musitó Joel.
Las mejillas del joven de encendieron ligeramente.—Danna.
 
—Danna…—repitió Richard.—No es algo que me sorprenda, la verdad. Como sea, dinos que es lo que tenemos que hacer…
 
—Ayudarme a armar la cita perfecta…—anunció y cuando la extensa sonrisa se abrió paso en los labios de Christopher fue inevitable que ellos sonrieran también. La felicidad que mostraba el ecuatoriano era evidente. Había pasado un buen tiempo desde la última vez que lo había visto así.
 
Y verlo así le encantaba.  
 
—¡No sé porque no me sorprende…!

FREEDOM|CNCO.Where stories live. Discover now