Mentiras

983 123 20
                                    

Deseaba con todas mis fuerzas que lo que me había dicho fuera real, no se como pero tendremos que salir de este lugar, un plan pero ¿cómo?, Heisenberg tengo que ir a su fábrica lo antes posible, Miranda simplemente no puede salirse con la suya sin ninguna consecuencia, eso corría por mi cuenta. “Tenemos que ir de inmediato con Madre Miranda” pronunció Alcina desde el otro extremo de la habitación, después de lo decaída que estaba me había quedado dormida por unas horas, era bastante temprano, mientras me alistaba no podía dejar de ver entre las cortinas del ventanal, aún estaba muy oscuro para visualizar algo allá afuera, después de unos minutos nos dirigimos ambas por los pasillos estrechos hasta el lugar, al llegar los hermanos estaban reunidos esperando a Miranda, Karl volteó a mirarme con una sonrisa dibujada en su rostro, no se muy bien qué significaba eso, pero suponía que era señal que su plan comenzaría hoy, en cambio Moreau se le veía emocionado, su devoción por Miranda es muy grande, ¿sería capaz de hacerme daño si los traiciono?, lo saludé desde mi asiento, también estaba Donna y Angie, esta última no dejaba de moverse, “Hoy es el día” repetía una y otra vez, hasta que Karl hablo “Donna controla a tu engendro de una buena vez, me empieza a marear”, en respuesta la mujer llamó a la marioneta y la colocó en sus regazos, “Nos hará esperar ahora, vaya mierda”, dijo mientras pisaba  la colilla del cigarro, Heisenberg es un hombre muy impaciente, pero no lo culpaba estaba ansiosa por enfrentarme a Miranda, miré el rostro de mi amada, quien con disgusto miraba a su hermano, los pocos modales le desesperaba, volteó su mirada, susurrando a mi oído, “Mantente controlada te lo pido”, tomando mi mano plantando un pequeño beso, difícil era lo que me pedía, esto apenas estaba por comenzar.

Las puertas se abrieron de golpe y de estas aparecieron Miranda con una bebe en brazos, trague saliva al ver a la indefensa criatura, estaba llorando, extrañaría a sus padres el llanto irritaba a los demás, incluso Alcina se tapó sus oídos, mientras la bruja intentaba calmarla, el ruidoso llanto cesó, cuando esto sucedió puso a la pequeña en un tipo de altar con flores alrededor, extendió sus alas de cuervo para al fin dirigirse hacia nosotros, “Hijos míos, he regresado con suerte he podido recuperar a la pequeña que devolverá a la vida a mi Eva, tuve unos contratiempos, lo más seguro es que allá afuera hayan hombres vigilándonos, por eso he mandado a destruir la villa, no quiero molestias en la ceremonia, como mis hijos tendrán el deber de proteger los planes de su madre, Alcina”, extendió su mano señalando la, “¿Sí madre? “ contestó inclinando su cabeza en señal de obediencia, “Te encargas de informarme sobre alguna anomalía mientras me encargo de mis asuntos”, la alta mujer solo asintió, ¿qué va hacer ahora? mi pregunta fue contestada de inmediato sin siquiera haberla pronunciado, Miranda colocó una sustancia en el cuerpo de la niña, haciéndola dormir, en su defecto este empezó a cristalizar su pequeño cuerpo, ¿qué mierda? al ver esto no pude soportar más, me levanté de mi lugar y con impulsividad grite, “¿QUE MIERDA CREES QUE ESTÁS HACIENDO?” los  demás miraron con sorpresa, Alcina me intentaba jalar del brazo pero me quite de su agarre bruscamente, para este momento Miranda se acercó a mi velozmente sin siquiera haberme dado cuenta, su mano estaba sujetando con fuerza mi cuello, “¿A quién crees que le estás hablando de esa forma? insolente, sabía que me había equivocado contigo, nadie cuestiona mis decisiones”, “P...pero yo...si” logre decir cuando aún presionaba, Alcina estaba intentando persuadir a Miranda que me soltase, “No eres nada, si no fuera por mí en estos momentos estarías siendo la comida de mis lycans, malagradecida”, finalizó tirándome al suelo, sentí las manos de Alcina alzándome mientras intentaba recuperar el oxígeno, pudo haberme matado ahí, su poder era otro nivel, me había demostrado con tan poco que podía destruirme si quisiera, pero de nuevo alcé mi voz, “Eres una maldita egoísta, lo que haces no tiene sentido tu hija nunca volverá porque está muerta”, con lo dicho hasta Karl se impresionó de las agallas que tenía para haber dicho eso, Miranda con furia  venía directamente hacia mí,  pero Alcina se interpuso su gran tamaño evitó que me lastimara,  “Lo siento Madre Miranda, no volverá a pasar, ¿verdad?, no hace falta seguir con esto” mirándome con esos ojos que suplicaban que parara lo que estaba haciendo, pero en cambio me quedé en silencio, con decepción nada había cambiado los demás solo aceptaron el hecho de lo que estaba por empezar hacer, su expresión de enojo cambio a una risa cínica, cruzando sus brazos, “Si tanto me odias y amas a tu señora, le habrás ya contado lo que has hecho ¿no?, no seré la única mala en esta historia tuya niña malcriada”, las miré con desconcierto, no entendía lo que Miranda estaba diciendo y por la expresión de Alcina menos, estaba asustada, con sus ojos llorosos que miraban a la otra mujer como suplicando, está por otro lado se rio, “Veras si te acuerdas de tu pequeña familia, ellos digamos que no te vendieron, de hecho no recibieron nada, Dimitrescu fue la encargada de llevarte hasta mí, de amenazarlos con una muerte dolorosa si no te entregaban a las puertas de su castillo”, en segundos mi vista se había nublado, con lágrimas, mis piernas temblaban, la mire buscando que dijera que todo era mentira pero en cambio vi una Alcina avergonzada, ni siquiera me miraba a los ojos, la verdad era muy dolorosa, todos esos meses teniendo una mala imagen de mis padres, para al final saber que no fue culpa de ninguno y que ahora no podía hacer nada por recuperarlos porque estaban muertos, que jodida es la vida…

No quería saber nada, de pronto se me cayó la venda de mis ojos, por mí que hagan lo que quieran entonces, ya no tenía sentido querer protegerla cuando todo este tiempo ha sido la culpable, “Bien si no tienes nada más que decir, continuare”, prosiguió por dividir el cuerpo en cuatro frascos amarillos, el silencio era incomodo, Donna me miraba y levanto su velo mostrando una sonrisa de aliento, pero en ese momento lo que más que quería hacer era alejarme de ahí, no estaba bien, por un momento Alcina quiso poner su mano en mi hombro pero me quite, por mi acción, pude notar lagrimas bajar por sus mejillas, esto me estaba destruyendo, mis ganas de llorar me estaban ganando pero no lloraría al frente de Miranda, no iba a permitirle ese gozo, la bruja tomo cada frasco y los repartió a los 4 lords, “Deben proteger el frasco hasta la ceremonia en la noche, ponedlo en algún sitio seguro de vuestro territorio y dejen que nadie se acerque” , Donna asintió,  “La niña de mama estará segura conmigo” expreso Moreau siendo ignorado por Miranda, Karl tomo el frasco mirando con detenimiento, “Bien Madre, no te preocupes que estará seguro, no puedo decir lo mismo por el frasco de Moreau que vamos darle tanta responsabilidad es mucho para él”, término riendo,  “No te rías de mí, podre hacerlo”, “Vale, vale, tendremos hasta la noche para saber cómo te va con eso” , Alcina seguía sin pronunciar palabra, ahora el ratón le había comido la lengua, claro, finalmente nos señaló la salida para retirarnos no sin antes lanzarme una mirada desafiante, estaba corriendo peligro y mis cartas se estaban acabando, no quería hablar con Dimitrescu así que adelante en el camino alcanzando a Karl, “Vaya coraje tienes niña, pero mal empleado, ya te tiene en su mira”, dijo susurrando para que los demás no escucharan, “Me importa poco, ya nada me importa en realidad”, “Dura realidad, te han hecho lo que me hicieron a mi cuando solo era un niño, me robo mi libertad pero este día la voy a recuperar, usando el poder de esa niña”, “No entiendo qué harás para detenerla pero estoy contigo de todas formas” no pude decirle más porque el agarre fuerte de Alcina me tomó por sorpresa llevándome lejos, “Suéltame, que me sueltes”, pero aun así seguía presionando hasta que llegamos al salón principal del castillo, “Te vas a quedar aquí adentro  y vas a obedecerme, lo que hiciste fue muy arriesgado”, me solté alejándome de ella, “¿Lo que hice?, lo que hiciste tú, me has mentido, me has separado de mi familia por seguir órdenes, al menos hubieras sido sincera desde un principio los hubiera podido salvar” dije entre lágrimas que caían, por fin había logrado romper en llanto, “Eres igual a ella” finalice corriendo del lugar, buscando un escondite donde no fuera a encontrarme, “Espera…” fue lo último que escuche, no tenía cabeza para asimilar todo, mi plan era irme con Karl era lo único que tenía claro, pero ¿cómo salir de aquí sin ser capturada por la mujer que había roto mi corazón? 

Mi Dama de Fuego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora