Un Perdón

1.7K 219 15
                                    

De nuevo fueron al despacho para hablar en privado, las seguí cuidadosamente, por suerte Alcina no había cerrado del todo la puerta, en el pequeño espacio podía verles y escucharles, me concentré totalmente en lo que se decían,  “Derecho no tenías y mucho menos cuando sabes el destino de esa chica” , “No sé de qué hablas Madre Miranda, es un error, yo no tengo sentimientos por ella, he dejado que mis hijas jueguen con ella, ¿eso lo haría alguien enamorado?” , buen punto, era muy bueno para ser verdad, jamás esto que sentía era algo no correspondido, eso pensaba hasta que Miranda habló de nuevo ,”No me vas a engañar, te conozco muy bien, eres mi creación más cercana a la perfección que tuve, lo veo en la forma en que la miras y tu castigo no es más que un impulso por lo que sea que te haya dicho, te lastimo ¿no es cierto? “, tardando en responder, mientras yo intentaba calmarme, es que si decía que sí, le perdonaría todo, volviendo a ilusionarme para volver a caer en la duda pues su respuesta no fue ni un sí ni un no, fue… “De todas formas que me importa ya, si es verdad o no, ella te pertenece y harás con ella lo mismo que me hiciste a mí, espero que esta vez encuentres la totalidad de compatibilidad”, espera ¿qué? ¿Me hará lo mismo?  recordé el hongo, sería parte de otro experimento pero para qué fin, para este punto estaba sin poder moverme, no quería eso en mi cuerpo, “Estoy segura que esta vez tendré a mi hija de regreso y el poder, entiende que es importante para la ceremonia, importante para todos nosotros, es un recipiente apto, tu deber solo era protegerlo, acata las órdenes o por el contrario pensaré que era mejor dejar todo a cargo de Heisenberg” ,  lo tenía claro al menos en el punto del recipiente, eso era yo, ¿cómo piensa traer de regreso a su hija usándome?, ¿qué puta locura es esta? quería entrar y enfrentarla, hablaba de mí como si fuera solo un objeto, empecé a reaccionar podía escuchar mis latidos rápidos, palpitando en mis oídos, una tristeza invadió mi ser, todo este tiempo Alcina sabía mi destino, desaparecería para traer a la vida a su hija, intente calmarme no con buen resultado pero debía seguir escuchando, “No hace falta meter a Heisenberg, de todas formas su fábrica es mucho más peligrosa que este castillo, sigue experimentando, no duraría ni un día con los lycans rondando”, finalizó Dimitrescu, Miranda reconsideró la idea, “Entonces cumple tu función, no quiero ver más heridas y mucho menos una muerte prematura, no hasta que pase la ceremonia”, diciendo esto se dirigió hacia la puerta, salí lo más rápido posible para que no me viera.

 
 

Regresando por los pasillos hasta el salón, que ya no estaba vacío, en él estaban Karl, Moreau y Donna, al verme Moreau sonrió casi saltando sobre mí, “Ahí está la niña especial de mama”, entendiendo al fin a lo que se refería, aun pálida con una sensación de hormigueo, respire hondo, sin pronunciar palabra, aun lo estaba procesando, segundos después Karl se acercó, susurrando me dijo “Por tu reacción creo que escuchaste algo que no debías, no te queda muchas opciones, créeme que quisiera ayudarte, también quiero ser libre”, lo volví a mirar como un pequeño cachorro asustado, podía contar con su ayuda ¿cierto?, “No sé qué hacer mi señor”, dije con esperanza de algún plan, pero fuimos interrumpidos por Madre Miranda quien volvía al salón, detrás de ella Alcina que no me quitaba la mirada, me estaba enfermando la situación, de pronto Miranda se despidió desapareciendo, Heisenberg seguía sin pronunciar palabra, Alcina estaba muy cerca, cuando esta se distrajo con Donna, Karl me entregó una nota, que escondí detrás del delantal, este igual se despidió, llevándose a regaña dientes a Moreau, espere unos minutos y leí la nota, “Haré lo posible para matar a Miranda”, ¿solo eso? ¿en serio?, no conozco que tanto poder tiene, estaba perdido, ¿me quedaría de brazos cruzados? , quise retirarme pero Alcina me tomó del brazo llevándome hacia arriba, a su habitación más concretamente, sin entender ese impulso tan repentino, pregunte inocentemente, “¿Necesita algo mi señora? “, “No hace falta seguir fingiendo sé que escuchaste todo, podía sentir tu presencia y seguramente Madre Miranda también se dio cuenta”, baje la mirada pensando bien que le iba a decir, “Lo sabías desde el principio...de todas formas si voy a morir al menos quiero saber bien exactamente ¿para qué?” , moviéndose de un lado a otro con demasiada histeria, “Está obsesionada intentando que su hija muerta reencarne, el poder que tiene con eso lo puede lograr pero necesita alguien que lo resista, nosotros fuimos experimentos fallidos, no los suficiente para ella...y desde entonces estamos obligados a seguir cada orden, por eso no podía decir nada, deje la puerta entre abierta, porque sabía que irías a escuchar”,  me senté en su cama, necesitaba algo con que apoyarme, todo lo que decía era una locura, al cual explote en llanto, en parte era por mi vida, pero más que todo era que significaría no volver a verla, de pronto dejó su orgullo a un lado, sentándose a mi lado, lo que me dio la oportunidad de abrazarla, esperando su consuelo que pronto llegaría, su mano empezó acariciar mi cabello, en sus brazos sentía paz que logre controlar mis lágrimas, me incorpore mirándola, de nuevo estaba ahí su mirada dulce, “Lo siento en verdad, no pensé en lo que dije, solo quería ayudarla, ni siquiera estaba segura al cien por ciento si irme también, estos días me di cuenta lo mucho que estoy enamorada de Lady Dimitrescu”, por fin había expresado lo que realmente sentía, su reacción fue ilegible, se notaba asustada, ¿alguna vez se lo han dicho tan sinceramente tan siquiera?, después lo único que vi llegar fueron sus labios acercándose lentamente hacia los míos, proporcionando un pequeño beso, el cual no me esperaba en absoluto, ¿también sentía lo mismo?, quizás le costaba más que a mi expresarlo en palabras, pero estaba segura que en ese beso me lo dijo todo, era única y la experiencia ha sido increíble, moriría sabiendo que encontré el amor de mi vida, injusta es la vida, solo me quede sonriendo aun a su lado, en silencio, solo quería al menos estar con ella hasta mi último segundo.

“Lo siento… yo también, no debí haber hecho lo que hice, en parte es mi naturaleza ser cruel, ver a mortales como comida, lo necesito para sobrevivir después de todo, también lo siento por todo, te hubiera dejado escapar pero sería un error que costaría un alto precio, estoy entre la espada y la pared, espero puedas entender”,  escuche sus palabras con el mejor entendimiento de mi parte, al final todo era culpa de Miranda, su estado, la crueldad, los asesinatos en masa, experimentos fallidos, ahora solo faltaba saber si sería un experimento fallido o todo un éxito, no importaba de ambas formas iba a morir, me recosté en su cama, “Te he perdonado, quiero decir he dejado de lado el asunto de tortura y lo demás, es lo que te han orillado hacer y de todas las maneras quise evitar el sentimiento de amor pero no pude, te lo he dicho” cambiando mi mirada a su rostro, quizás por su expresión le estaba doliendo, “Nunca pensé que una mortal llegara a entenderme tan bien, a veces también quiero ser libre... no quiero dejarte, haré lo posible para cambiar la opinión de Miranda “ , diciendo esto se posó encima de mi cuidadosamente sin dejar caer su peso, lo cual respondí extendiendo mis brazos colocándolos alrededor de su cuello, sin su sombrero pude enterrar mis dedos en su rizos negros, atrayendo más cerca su cara a la mía, una risa dejó escapar, se veía preciosa y era totalmente mía.

Mi Dama de Fuego Where stories live. Discover now