La Villa

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La sangre me hervía, esa maldita mujer no se iba a salir con la suya, no tiene piedad alguna. ¿Cómo rayos y por qué ha convertido en esos monstruos a todos esos inocentes?, en ese momento un pensamiento recurrió mi mente, unas personas que me traicionaron totalmente, mi familia, ¿Qué había ocurrido con ellos? Por más que me hayan vendido aún tenía apego por ellos, mis piernas se movían solas, debía ir a ver como estaban. Sabía que Alcina claramente no quería que pusiera un pie fuera del castillo así que tendría que salir mientras se mete a la tina a limpiarse toda esa sangre, esa será mi oportunidad, ella tendrá que comprender mi situación, así que esperé a que cerrara la puerta del baño, el último fragmento que vi de ella en ese instante fue el perfil de su rostro luciendo sumamente preocupada. 

Partí inmediatamente, no cruzaba esas puertas hacia el exterior desde que salí con Alcina rumbo al laboratorio de Miranda, lo único bueno que me dejó lo sucedido ese día fueron las increíbles habilidades como la resistencia y fuerza que había obtenido, lo que en este momento de urgencia me estaba sirviendo, podía correr al menos diez veces más rápido de lo que lo hacía antes, así que no me tomó nada llegar a la villa, “Pero qué rayos?”  pensé inmediatamente al ver lo que había ocurrido, nunca imaginé este panorama tan macabro y lleno de destrucción, habían muchas casas devastadas, sangre por todas partes, cadáveres y trozos de ellos por todos lados, solo algunos edificios como la Iglesia estaban intactos, en ese instante aparecieron una gran cantidad de esos monstruos llamados lycans rodeandome completamente, estaba furiosa, estos seres fueron lo que quedó de los aldeanos, ya no son conscientes y perdieron totalmente su humanidad, tenía que ver inmediatamente a mi familia, tenían que estar bien, refugiados al menos y si fuera así, los llevaría al castillo para que estén seguros ahí, probablemente Alcina no tendría problema con ello; los lycans comenzaron a acercarse más y más, ya estaba harta así que como si fuera por instinto, desplegué mis alas lo que inmediatamente hizo que los lycans retrocedieran y finalmente se marcharan, no entendí el por qué ya que mi objetivo era volar para escapar de ellos y poder ver la aldea desde una mejor perspectiva, supongo que se dieron cuenta de que yo no soy su objetivo ahora, ya que prácticamente soy uno de los suyos. Volé y logré visualizar el camino que daba con mi hogar, así que a toda velocidad me dirigí allí, al aterrizar justo en frente del camino, pude ver como los lycans me veían desde lejos nada más, no logré evitar notar ese paisaje tan aterrador, había cabezas de cabras colgadas por todo el camino, “¿Qué diablos han hecho?” pensé, al llegar a mi antiguo hogar quedé impactada al ver que las ventanas y puerta estaban rotas, el techo tenía un gran agujero, no estaba del todo destrozada pero aún así me preocupé y agachándome por mi nuevo tamaño crucé la puerta, daba con la cocina así que fue lo primero que vi, instrumentos de cocina en el suelo, platos rotos, la mesa destrozada completamente y cubierta de sangre, me estaba dando mala espina todo esto, no quería pensar en lo peor. me adentré aún más y tanto en la sala de estar como en las habitaciones no encontré a nadie aparte de un desastre cubierto de sangre, “¿Será que todos fueron…?” No, no podía pensar en ello,deben estar escondidos quizás en el almacén de herramientas, al salir por el patio a buscar más indicios, pude ver un rastro de sangre que se dirigía a la casa de al lado, antes de dirigirme ahí fui al almacén de herramientas y no pude olfatear signos de vida dentro, además de que estaba cerrado, probablemente se pueda abrir con una ganzúa o algo parecido pero no era de mi interés en ese momento. 

Seguí el rastro de sangre hasta entrar a la casa, si no mal recuerdo era el hogar de los Stan, tampoco parecía haber personas en ella, aunque lo que fue bastante extraño era ver una olla hirviendo en la cocina, eso me dió un poco de esperanza, bajé hasta el sótano que era donde acababa el rastro y de repente me llegó un olor a putrefacción viniendo de aún más abajo, como si debajo del suelo se tratase, busqué por todo el piso alguna viga para levantar y en una esquina había unas escaleras secretas debajo de un tapete, bajé estas y...no supe como reaccionar...me temblaban las piernas, me entraron unas incontenibles ganas de vomitar, habían decenas de cadáveres apilados, algunos desmembrados, otros descuartizados, eran muchos rostros conocidos, todas las personas que veía a diario durante mi crecimiento como adulta, me adentré por obvias razones, necesitaba asegurarme, así que luego de llegar al fondo y mover algunos cadáveres, en efecto, el desgarro que surgió en mi alma era una sensación que nunca había tenido en mi vida, quería morir ahí mismo, estaban los cadáveres de toda mi familia apilados como basura, algunos sin extremidades, una de ellas con el rostro a la mitad, las lágrimas salían por sí solas, abracé a cada uno de ellos, con los recuerdos junto a estos recorriendo mi mente haciendo el pesar cada vez más grande, ya no podía estar ahí más, debía contarle esto a Alcina, no se lo perdonaría nunca a Miranda, iba inmediatamente a acabar con esto, así que dejando atrás a mis difuntos seres queridos, me iba a dirigir de la casa de los Stan hasta que escuché un pequeño ruido viniendo de detrás de unas cortinas, mis sentidos eran mucho más agudos y podía garantizar que era demasiado sigiloso como para provenir de un lycan, me acerqué cuidadosamente y abrí la cortina, era el señor Grigori Stan, me alivié un poco ya que podía al menos salvar a alguien, “Señor Gri…” de repente paró en seco mi oración  al ver que apuntaba el arma contra mí “Largo de aquí maldito monstruo hijo de puta, no me matarás”, disparandome con la escopeta en un hombro, increíblemente no me hirió tanto como creía, pero lo suficiente para hacerme sangrar, se notaba que el señor Stan no iba dialogar conmigo al tener esta apariencia así que decidí que lo mejor sería volver con   Alcina hacia el castillo dejándolo atrás, “Así es, dile a quien te envía que no vuelva nunca más”, fue lo último que escuché antes de marcharme volando. 

Al llegar al castillo Dimitrescu y cruzar sus grandes puertas, no pude dar más de 3 pasos dentro cuando una gran silueta me tomó a gran velocidad, era Alcina, “Por qué me haces esto? Te dije claramente que no salieras, no te imaginas lo preocupada que estaba, si Miranda te hubiera encontrado y la enfrentabas podías hasta…” exclamó alterada, “Discúlpame de verdad, no pude evitarlo, tenía que saber cómo estaba mi familia, y los encontré a todos muertos, a cada uno de ellos Alcina” respondí, “Querida, lo siento mucho pero te fui clara, Miranda iba a convertir a todos en esos monstruos y a los que el cadou no fuera compatibles con ellos morirían simplemente, honestamente tu familia tuvo suerte al simplemente morir y no convertirse en esas cosas…”, no podía creer que me dijera eso “Acaso estás justificando a Miranda? mires por donde lo mires fue el peor resultado posible” le dije indignada, no entendía por qué eran tan devotos a Miranda incluso luego de haber hecho esto, “No lo hago, es solo que...mira tu brazo, ¿qué te ocurrió?” preguntó evitando responder, “Nada, simplemente un sobreviviente me disparó llamandome monstruo, pero no me duele, de hecho noto como se regenera rápidamente”. Seguimos caminando hacia el baño nuevamente pero esta vez para limpiarme la herida, aún me sentía decaída por todo lo que vi en la aldea, de repente sentí el brazo de mi amada rodeando mi cintura y acercándola a ella, “Tranquila querida, no lo podías evitar, ahora estoy de tu lado, no podemos permitir que Miranda siga con todo esto” me dijo con una mirada determinante con sus ojos llameantes llenos de deseo de venganza. 

Mi Dama de Fuego Where stories live. Discover now