Capitulo X: El costo del amor (Final)

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IV Lunación del año 304 de la Era de Lys

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IV Lunación del año 304 de la Era de Lys.

Soriana

A incontables pies de altura, amordazada, atada con el lazo del cautivo, sin mi espada, sin saber cómo estaban Keysa ni Aren, no había mucho que pudiera hacer. Los hipogrifos eran animales veloces, casi de uso exclusivo de la liga de Heirr, así que el viaje fue bastante rápido, al menos eso creí yo.

Cuando me bajaron de la carroza continuaba sin poder ver, sin saber a dónde me llevaban. Brisa helada azotó mi rostro e hizo danzar con furia mi cabello, agua nieve caía sobre mí. El rugido feroz del viento nos envolvía como si en lugar de estar en la isla donde se asentaba la fortaleza de la liga, nos halláramos a muchos pies de altura, sobre las montañas.

A empujones me hicieron avanzar, descendí multitud de escalones. Finalmente, me adentraron en una celda sin desamordazarme, ni quitarme la venda de los ojos.

Después todo fue silencio, ensordecedor, aterrorizante, oscuridad absoluta.

Tal vez había muerto y aquella negra soledad era el Geirsgarg. Estaba allí, sola con mis gritos para pagar cada uno de mis crímenes. Las lágrimas empezaron a descender por mis mejillas, el corazón me latía de prisa, no podía seguir soportando la soledad, la oscuridad, la tortura.

Sentía que me asfixiaba.

La negrura a mi alrededor me oprimía impidiéndome respirar, hasta que, cuando creí enloquecer, un chirrido me alertó, la puerta se abría. Luz blanca se filtró a través de mis párpados cubiertos y después un resplandor verdoso iluminó mi alrededor.

Alguien arrebató la mordaza y quitó la venda de mis ojos. Luego de tanto tiempo a oscuras, la luz verde de la luminaria me deslumbró. Poco a poco la figura del hombre delante de mí se acentuó, era Gerald.

—Es incómodo, ¿verdad? —dijo agachándose a mi lado, deslizando sus dedos sobre las ataduras en mis muñecas—. El lazo del cautivo produce una sensación de ahogo, te roba la energía vital. Justo así me sentí cuando me ataste en Fiskr Haurg.

—Si tanto lo extrañas intercambiemos, entonces.

Él sonrió condescendiente y acarició mi cabello blanco. Tomó un mechón entre sus dedos y demoró examinándolo, como si nunca antes hubiese visto nada igual.

—Me gusta más tu pelo blanco, pequeña svanr, como plumas de cisne, como debe ser el cabello de Lys ¡Tan extraño y al mismo tiempo fascinante! Hacía mucho que no lo veía, en el palacio del Amanecer siempre lo usabas teñido de negro.

Yo resoplé por la nariz. Realmente no quería verlo, no deseaba hablar con él.

—¡Eres tan hermosa, siempre lo has sido, pequeña svanr!

Pero Gerald no tenía intenciones de irse, me quedó claro cuando comenzó a acariciarme el rostro. Luego su mano descendió a mi cuello y jugueteó un momento con la lazada del amarre de mi camisa, temí que quisiera desatarlo. Él debió ver algo de reticencia en mi expresión, porque dejó escapar una suave risa. Entonces se sentó a mi lado y recostó su espalda a la pared de piedra, tal como yo lo hacía.

Augsvert I: El retorno de la hechicera (COMPLETA)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα